𝐕𝐈𝐈𝐈

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𝐕𝐈𝐈𝐈

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Jason.

Jason no quería dejar a Leo, pero estaba empezando a pensar que quedarse con Cal, el jugador de hockey, podía ser la opción menos peligrosa en aquel sitio.

Mientras subían la escalera cubierta de hielo, Zetes permaneció detrás de ellos con la espada desenvainada. Aquel tipo podía parecer un desecho de la época disco, pero su espada no tenía nada de gracioso. Jason se imaginaba que si recibía un espadazo, probablemente se convertiría en un polo.

También su mente seguía sopesando lo que antes la llamada Quíone por Megara dijo, que ella había matado a Cronos, Jason trataba de entender ello, por lo que sabia Saturno era el señor de los titanes, Cronos... para los griegos, pero este era un titán, el rey de ellos. Y la princesa de hielo dijo que Megara lo había matado.

Jason no podía entender eso, como había pasado, o quien era realmente Megara, para que incluso dioses le temieran. Su mente estaba muy confusa respecto a ello.

No sabía que pensar, porque eso pondría a Megara como una persona muy peligrosa.

Por otra parte, estaba la princesa de hielo. De vez en cuando se volvía y sonreía a Jason, pero no había la más mínima calidez en su expresión. Contemplaba a Jason como si fuera un especimen científico especialmente interesante: un especimen que estuviera deseando diseccionar.

Si aquellos eran los hijos de Bóreas, Jason no estaba seguro de querer conocer al padre. Annabeth le había dicho que Bóreas era el más amistoso de los dioses de los vientos. Por lo visto, eso significaba que no mataba héroes tan rápido como los otros.

Jason temía haber llevado a sus amigos a una trampa. Si las cosas salían mal, no estaba seguro de que pudiera sacarlos con vida. Sin pensarlo, cogió la mano de Piper en busca de consuelo. No se atrevía a coger la de Megara.

La hija de Hades iba con su expresión solemne, Jason juraría que entre ella y Quíone, el modo que esta había llamado a la hija de Boreas, Megara era mas estoica, aunque de un modo mas perturbador que Quíone.

Piper en cambio arqueó las cejas por el gesto de Jason, pero no la soltó.

—Todo irá bien —le prometió ella—. Solo vamos a hablar, ¿no?

En lo alto de la escalera, la princesa de hielo miró hacia atrás y se fijó en que estaban cogidos de la mano. Su sonrisa desapareció. Megara al notar el gesto, también se fijo en ello, pero a diferencia de la diosa, ella no mostró signos de importarle. De repente, Jason notó en la mano con la que cogía la de Piper un frío gélido: un frío ardiente. Cuando la soltó, sus dedos desprendían vapor de la escarcha, al igual que los de Piper.

Soplaban vientos gélidos por todos lados, y los pensamientos de Jason se agolpaban casi tan deprisa como ellos. Había tenido mucho tiempo para pensar mientras viajaban hacia el norte en el dragón, pero se sentía más confundido que nunca.

Todavía llevaba la foto de Thalia en el bolsillo, pero ya no necesitaba mirarla. Su imagen se había grabado a fuego en su mente. Bastante grave era no acordarse de su pasado, pero saber que tenía una hermana en alguna parte que podía tener respuestas a sus preguntas y no hallar forma de encontrarla le sacaba de quicio.

En la foto, Thalia no se parecía en nada a él. Los dos tenían los ojos azules, pero ahí acababan las semejanzas. Ella tenía el pelo moreno. Su tez era más mediterránea. Sus rasgos faciales eran más marcados, como los de un halcón.

𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐂𝐎𝐃𝐒©── ᴊᴀsᴏɴ ɢʀᴇᴄᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora