𝐗𝐈𝐕

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𝐗𝐈𝐕

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Megara.

Megara no espero a los llamados, o susurros de temor de Piper, se adelanto al grupo y salió de la cueva, luchar allí no era un lugar estratégico, más si quedaban acorralados. Entonces, lejos de la luz de la lumbre, en la entrada de la cueva, vio un par de ojos rojos brillando en la oscuridad.

La espada de ña chica brillo con la oscuridad, cuando esta le alzo, y sostuvo con fuerza, en una posición de defensa, con la Egida alzada. Sin tardar, el resto se reunió con ella.

— ¿Qué son esos?— Piper murmuro con temor, al ver tantos ojos.

Poco a poco, más lobos penetraron en el límite de la luz de la lumbre: bestias negras más voluminosas que un gran danés, con el pelaje cubierto de hielo y nieve. Sus colmillos relucían, y sus brillantes ojos rojos parecían tener una inquietante inteligencia. El lobo que estaba en primera línea era casi tan alto como un caballo y tenía la boca manchada, como si acabara de cazar una pieza.

Piper desenvainó la daga temblorosa, y Leo pareció enredarse con algo en su cinturón.

Entonces Jason avanzó y dijo algo en latín.

Piper no creía que una lengua muerta tuviera mucho efecto en unos animales salvajes, pero el lobo alfa hizo una mueca. Se le erizó el pelaje a lo largo de la columna. Uno de sus lugartenientes trató de avanzar, pero el lobo alfa intentó morderle en la oreja. Entonces todos los lobos retrocedieron en la oscuridad.

Megara le miro confundida al chico, ella no entendió muy bien lo que este había dicho. Aun así no se atrevía a preguntarlo, si lo que este dijo era real.

—Tengo que estudiar latín, colega —a Leo le temblaba el martillo en la mano—. ¿Qué le has dicho, Jason?

— Créeme, no quieres saberlo— gruño Megara.

Hedge soltó un juramento.

—No sé qué le has dicho, pero no ha sido suficiente. Mira.

Los lobos estaban regresando, pero el lobo alfa no les acompañaba. No atacaron. Permanecieron a la espera; al menos había ya una docena, formando un semicírculo desigual en el borde de la luz de la lumbre y cerrando la salida.

El entrenador levantó la porra.

—Este es el plan: yo los mato a todos, y vosotros escapáis.

—Le harán pedazos, entrenador —dijo Piper.

—No, se me da bien.

— Entonces, Hedge y yo les matamos, y ustedes salen de aquí— gruño Megara.

— Excelente idea, De la Cour— dijo con satisfacción el sátiro.

Piper suspiro, le agotaban esos dos, ¿cómo es que siempre Megara parecía lista para luchar? ella no lo sabía, pero mas que hija de Hades, parecía del dios de la guerra. Vio como la silueta de un hombre cruzaba la tormenta y atravesaba la jauría de lobos.

—No os separéis —dijo Jason—. Respetan los grupos. Y Hedge, nada de locuras. No vamos a dejarle atrás, ni a usted ni a nadie.— lo ultimo lo dijo mirando serio a Megara.

Los lobos se separaron, y el hombre entró en el foco de luz de la hoguera. Su pelo, grasiento y descuidado, era del color del hollín e iba tocado por una corona de lo que parecían huesos de dedos. Vestía con pieles rasgadas de lobo, conejo, mapache, ciervo y varios animales más que Piper, o alguno de ellos no pudo identificar. Las pieles no parecían curtidas y, por el olor, no eran muy recientes.

𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐂𝐎𝐃𝐒©── ᴊᴀsᴏɴ ɢʀᴇᴄᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora