𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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Megara.

—¡¿Qué pasa...?! —gritó Percy—. ¡Ah! ¡Gambazilla!

Megara quiso darle allí mismo un trago de fuego Griego a su mejor amigo, no sabía que era un Gambazilla, o si se lo había inventado, pero por una vez, sabia que estaba cansada de ver monstruos.

Aun estaba sosteniendo su peso muerto contra un poste del barco, mientras sentía las olas que provocaba el monstruo chocar con fuerza contra el casco.

Estaba agotada, mental y físicamente, había tratado de seguir las ordenes de Annabeth de dormir luego de su no tan agradable charla en el comedor, pero apenas y había podido por las pesadillas, y la cuenta regresiva que le había puesto Gaia en la cabeza.

Pero sin duda, esa tormenta de antes, que había provocado junto a Percy y Jason le había robado mas energía de la que ella podría dejar ver, había tenido días malos para dormir, y los necesitaba, su maldición le estaba suplicando eso, pero como demonios podría dormir, si cada segundo que cerraba un ojo, había una nueva amenaza al frente.

El monstruo volvió a embestir contra el barco. El casco crujió. Annabeth, Piper y Jason se desplomaron hacia estribor y estuvieron a punto de caerse por la borda, mientras ella juraba en griego antiguo por los dioses, que el monstruos solo desaparecía, no estaba lista para una nueva pelea, solo necesitaba dormir un par de malditas horas, para reponerse, ¿era demasiado pedir?

Leo llegó al timón. Sus manos se movieron rápidamente sobre los mandos. Por el intercomunicador, Festo informó con ruidos y chasquidos de que había fugas bajo cubierta, pero el barco no parecía correr peligro de hundirse... al menos todavía.

Leo manipuló los remos. Se podían transformar en lanzas, cosa que debería bastar para ahuyentar a la criatura. Lamentablemente, estaban atascados. Gambazilla debía de haberlos desalineado, y el monstruo se encontraba muy cerca, lo que significaba que Leo no podría usar las ballestas sin prender fuego también al Argo II.

—¡¿Cómo se ha acercado tanto?! —gritó Annabeth mientras se levantaba empleando uno de los escudos del pasamanos como apoyo.

—¡No lo sé! —gruñó Hedge.

Buscó su bate, que se había ido rodando a través del alcázar.

—¡Soy tonto! —se regañó Leo a sí mismo—. ¡Tonto, tonto! ¡Me he olvidado del sónar!

El barco se inclinó más hacia estribor. O el monstruo estaba intentando abrazarlo o estaba a punto de hacerlos zozobrar.

—¿Sónar? —preguntó Hedge—. ¡Por la flauta de Pan, Valdez! Si no te hubieras quedado haciendo ojitos y manitas con Hazel tanto tiempo...

—¡¿Qué?! —gritó Frank.

—¡Eso no es verdad! —protestó Hazel.

— ¡Y de que mierda nos sirve eso!— se quejo Megara aun aturdida, y mareada.

—Jason, ¿puedes provocar un rayo?—dijo Piper

Jason se levantó con dificultad.

—Yo... yo...

Solo consiguió negar con la cabeza. Invocar la tormenta le había exigido demasiada energía. Leo dudaba que el pobre pudiera encender una bujía en el estado en que se encontraba, no era el único, megara y Percy no estaban mejor.

𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐂𝐎𝐃𝐒©── ᴊᴀsᴏɴ ɢʀᴇᴄᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora