| un Daryl diferente |

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Daryl.

Me sentía extraño. Era como si de repente toda mi vida de humillaciones, insultos y gritos por parte de mi hermano Merle se hubieran esfumado por completo. Al igual que los pocos recuerdos que tengo sobre mi padre gracias a que se la pasaba alcoholizado, era como si la llegada de Alexandra haya sido una clase de salvación para aquella vida miserable que tenía.

Jamás me habían tratado con tanto amor y respeto, me sentía incómodo pero no de ella, sino del trato que mi ahora pareja tenía hacia mí. Sus caricias pueden hacerme perder por minutos en aquellos ojos miel, sus besos me hacían desconectar de este planeta y sus bellas palabras amorosas ocasionaban escalofríos como si tuviera fiebre o algo parecido.

Parecía que me estaba enfermando.

Rick y Grenne seguían siendo muy cercanos, como si nada entre ellos hubiera pasado en realidad. Al principio me enfadaba al verlos tanto tiempo juntos, día y noche si descansar, pero después de una muy entendible explicación de mi pareja pude dejar de preocuparme por ello ya que solo eran amigos. A pesar de ser ex pareja. Siendo sincero, todavía no superaba ese tema, solo estaba reservando mi ira.

- Daryl, iré con Rick para limpiar un poco el patio que indicó uno de los reclusos de hace unos días, ya sabes, al que le clavó el machete en su cabeza. - me informó Alexandra antes de tomar su mochila y sacar su pistola. - ¿Vienes?

- no. - respondí con frialdad. - no quiero arruinar su tiempo a solas como "amigos".

- ya habíamos hablado de ese tema, Dixon. - dijo dejando escapar al segundo un suspiro pesado. - ¿ahora cuál es el problema?

- Ambos. - pronuncié. Alexa me miró algo ofendida. - siempre se la pasan juntos, parece como si aún fueran pareja.

- como dije anteayer, somos amigos. Además soy su mano derecha, ¿lo olvidas? - se cruzó de brazos yo solamente solté una risa sarcástica a la vez que limpiaba mis flechas.

- Vaya excusa más tonta acabo de escuchar.

- ¿disculpa?

- ¿acaso eres sorda? Puedo gritar si quieres. - alcé un poco la voz. - Rick aún te ama, cerebrito. Es obvio, solo quiere tener cualquier oportunidad para que pases tiempo con él.

- yo creo que el sordo es otro. - rodé los ojos. - creo que aún no entiendes que al único hombre que amo en estos momentos eres tú, imbécil.

- ¡no me insultes! - me levanté de la cama furioso para comenzar a acercarme a ella.

- ¡pues entonces no te comportes como uno, Daryl! - azoté una de mis manos en la reja, su rostro cambió en un segundo a uno de miedo.

- no te quiero cerca de él, Alexandra. - ordené. Estaba a punto de explotar.

- ¿o sí no qué? - retó, volví a azotar mi mano en el mismo lugar pero un poco más cerca de su cara, Alexa gritó asustada, solo bastaron unos segundos para poder observar que estaba a nada de llorar.

El peso de la culpa cayó en mi espalda haciéndome retroceder y dejando caer mi ballesta al suelo, estaba siendo igual que mi padre.

- yo no quise. - apenas pude hablar cuando ella me abofeteó.

- no llevamos ni una semana y ya quieres golpearme. - la miré triste. - no te quiero ver el resto del día, Dixon.

- Alexandra, lo lamento. No estaba pensando claro, yo, yo no quería hacerte daño, el enojo nubló mi pensamiento. - intenté explicar conforme la veía agarrar su mochila y algunas cosas.

- creo que aún no estas listo para amar, Daryl. - me quedé estupefacto, mi boca no podía conjugar palabras para responderle. Eso me había dolido. - tienes que confiar en mí, pero eso no se te da. Ni una de las dos, de hecho.

Scary Love | Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora