08| El comienzo del fin

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Ya era la hora.

Eran las ocho menos cuarto de la mañana.

Estaba en el aeropuerto, junto a mis padres, Helen, Adele y los padres de Adele.

Adele y sus padres tenían el viaje en avión a las ocho y media, media hora más tarde que yo.

-Es increíble, cucaracha, con tu edad no me dejaban irme a Nueva York sola- negó con la cabeza.

-Porque tú no tenías una amiga allí- dijo mi madre.

-Pero me podía haber ido igualmente- se encogió de hombros.

-No me fío de ti cuando hay gente que no te conoce a tu alrededor- se rio mi madre, dándole palmaditas en la espalda.

Helen se rio, dándole la razón.

-Por favor- me pidió Adele- hazle razonar.

-Lo intentaré. - sonreí a medias.

-Lo conseguirás- rectificó Adele.

Le sonreí, y la abracé. Su abrazo fue reconfortarle. Me daba seguridad y confianza.

-Vamos, que se te hace tarde- dejó de abrazarme, dedicándome una sonrisa.

-Más vale que te vea pronto- sonreí.

-Tranquilo, que para navidades ya me tienes aquí otra vez- siguió sonriendo.

-No me libro de ti, ¿eh? – bromeé.

-No, olvídate de librarte de mí- se rio.

Negué con la cabeza, divertido, y le di un último abrazo. Ya llevaba unos cuantos, pero me daba igual.

Finalmente, me despedí de mis padres, de los suyos y de mi hermana.

Subí al avión, y tenía los nervios a flor de piel.

Le mandé un mensaje a la madre de Kate, Olivia, diciéndole que ya había cogido el avión. A los minutos, me contestó diciendo que como Katherine no sabía que venía, no estaba en casa, y que posiblemente llegaría en la mañana.

Me resultaba extraño que Katherine no tuviera ya una casa, o un casoplón. Aunque no le pregunté a Olivia.

"Solo son dos horas de avión" "Solo dos horas". Me dije, cuando a mi lado se sentó un chico pelirrojo, de ojos verdes y más alto que yo. Parecía intimidante, hasta que empezó a hablarme estrepitosamente. No estaba de humor. Si me hubiese pillado en otras circunstancias quizás si me alegraba de poder hablar con alguien.

-Eh, hola, soy Marc- se presentó al sentarse- parece que nos ha tocado sentarnos juntos- se rio.

Le di una sonrisa falsa. Estaba siendo un idiota, pero no me apetecía hablar. Estaba enfadado, y practicando en mi mente como presentarme ante Katherine.

-Yo Alexander.

- ¡Alexander! - exclamó mi nombre, lo que hizo que muchos lo miraran con mala cara, él, al darse cuenta, se tapó la boca- un gusto, Alexander- susurró.

-Un gusto- dije, sacando un libro de una bolsa.

- ¿Lees? - me preguntó.

-Si- dije, secamente.

-Yo también.

Asentí, metiendo las narices en mi libro.

-Y bueno, Alexander, ¿qué te trae por este avión?

No había cosa que odiara más en el mundo que me molestaran cuando estaba leyendo o escuchando música. Cerré el libro con un golpe seco.

-Voy a Nueva York a hablar seriamente con Kath Sink- solté, como si fuera lo más normal.

La misma Luna (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora