24| Seis meses después. Extra I

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Hace unas semanas compré mi propio apartamento en Toronto, me iba a mudar allí en cuánto terminaran de arreglar una tubería.

El padre de Katherine acababa de fallecer. Estaba en mi habitación corrigiendo posibles errores de La misma Luna cuando mamá me avisó. Tragué saliva, eso significaba que Katherine volvía.

-Alexander, falleció por causas naturales, el entierro es mañana a las siete, debes cerrar la librería a esa hora. Por favor, asiste al entierro. - me pidió mamá- sé que Katherine te ha hecho daño, hijo...pero su padre siempre ha sido muy amable con todos. Se merece una despedida.

Su voz rota y los ojos llorosos me hicieron reaccionar. Debía ir al entierro, por mucho que no quisiera encontrarme con Katherine.

-Está bien, iré. - dije, agachando la cabeza y volviendo a corregir.

Mamá se quedó en la puerta, mirándome.

- ¿Que escribes? - se animó a preguntar, a pesar de no poder hablar bien debido a las ganas de llorar.

-Se llama la misma luna- contesté, mirándola, esperando su reacción. - no lo estoy escribiendo, lo estoy corrigiendo, pronto lo enviaré a alguna editorial.

-Bien- hizo un amago de sonrisa.

Desapareció por la puerta, dejándome reflexionar sobre lo que acababa de pasar. Lo que iba a pasar. Odiaba estar terminando de corregir el libro de la misma luna, odiaba estar dándole un final hermoso, odiaba poner a Katherine cómo la buena, pero lo estaba haciendo, porque soy un idiota.

Katherine vendría, me hablaría. Porque claro, ella piensa que volveríamos a estar como antes. Pero está muy equivocada. No pienso darle nuevas oportunidades. Le di las suficientes hace tiempo y lo único que eso provocó fue que me hiciera más año.

Cuando volvió a Nueva York, todo se arregló en un mes. Y ni siquiera cumplió con su palabra de que, si todo mejoraba, volvería. Pero eso no me importaba, porque no la hubiese dejado volver a entrar en mi vida Solo que ella, aparte de egoísta, es mentirosa. Y me duele decir eso de Kate, pero sigue sin madurar, y ya es grandecita.

Cerré el ordenador, de repente, las ganas de corregir habían desaparecido.

Me vestí con un traje negro. Papá y mamá ya estaban en el entierro cuando llegué. Mi hermana, Helen, había vuelto de su universidad para el entierro. Tiene un novio, al que también se trajo y el que no pintaba nada aquí. Pero aquí estaba, en el funeral de un desconocido para él.

Quedaban cinco minutos para empezar, y aún Katherine no había llegado. No me gusta insultarla, pero si llega tarde al propio funeral de su padre, sí que es idiota.

Le dimos el pésame a Olivia, la pobre estaba desolada, e incluso buscando a su hija, a la que no encontraba.

Dos minutos antes de que empezará el funeral, Katherine se presentó. Tenía los ojos rojos, parecía que había pasado toda la noche llorando sin dormir nada.

-Perdona, mamá, no tenía fuerzas para levantarme de la cama y venir. Esto me duele muchísimo- la escuché decir, las lágrimas cayeron por su rostro.

-A todos nos duele, mi pequeña, gracias por presentarte- su madre la abrazó.

Odio admitirlo, pero la echaba de menos, la herida aún estaba curándose, es normal que le eche de menos y la quiera de vuelta. Pero me niego, me niego a volver a empezar.

Pudo notar que la estaba mirando, porque me miró de vuelta. Intentó sonreír, pero solo le salió una sonrisa triste.

Ni siquiera intenté sonreír, solo me quedé mirándola, sin mover un solo músculo.

La misma Luna (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora