11| Celos

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A la mañana siguiente, Katherine volvió a hablarme como si ayer no hubiese estado esquivándome todo lo que quedaba de día después de comer. Al parecer, no solo me había ignorado a mí, sino también a sus padres. Según Olivia, a veces necesita pensar solo en ella, y no quiere hablar con nadie.

Después de comer, Olivia y Harry se fueron de casa, solo quedábamos Katherine y yo en ella. Vi el momento perfecto para hablar, necesitaba aclarar cosas con ella sin que unos paparazzi puedan acosarla.

Subí a su habitación, donde se encontraba. Estaba escuchando música mientras ordenaba su escritorio. Llamé a la puerta tres veces, aunque estaba abierta no quería pasar sin su consentimiento. No me oyó. Decidí acercarme a ella, estaba de espaldas y con los cascos, era obvio que no estaba escuchando que llamaba a la puerta.

Le di dos toques suaves en el hombro. Y se asustó. Dio un respingo y pegó un grito. Se quitó los cascos rápidamente y se giró para ver quién le había dado aquel susto. Efectivamente era yo.

- ¡Dios, Alexander! Me has pegado un susto, no te esperaba aquí- dijo, mientras paraba la música en su teléfono y desconectaba los cascos.

-Perdón- me disculpé, sonriendo. Ella hizo un gesto para restarle importancia.

- ¿Qué ocurre? - preguntó, expectante.

-Sólo quería hablar- tragué saliva, probablemente su expresión cambiara y se volvería más fría.

- ¡Claro que sí! ¿De qué hablamos? ¿Música? - preguntó, pensando otro tipo de conversación muy distinta a la que yo le estaba proponiendo- justo hace un rato que estaba escuchándome una canción que...- paró al ver que yo pronuncié un no, entrecerró los ojos y me observó- ya sé, quieres que hablemos de las travesuras que hacíamos de pequeños- sonrió- que bien te conozco, eh- alardeó, riéndose.

-No es eso, Katherine- pronuncié, mientras bajaba la mirada. Ella tragó saliva y su expresión cambió totalmente. Pasó de estar feliz y enérgica a estar deprimida. En menos de un minuto.

-Bueno, si tú quieres...- balbuceó.

-Por favor, Katherine, necesito saber por qué me dejaste de hablar de un momento a otro, lo pasé mal. Pensaba que nunca iba a saber más de ti, y eso que no me perdía ninguna de tus noticias, pero ya no te veía igual, estabas muy cambiada en la televisión. - solté, con un poco de melancolía.

-Alexander...- me nombró en un suspiro.

-Katherine...- la repetí, con un suspiro, al igual que ella.

-De verdad, lo siento muchísimo, lo repetiré las veces que hagan falta. Pero no puedo decírtelo. Arruinaría mi carrera. - declaró.

- ¿Tan segura estás? - pregunté, apretando los labios.

-Sí, estoy segura. Lo tengo totalmente prohibido. - contó, sin mostrar tristeza ninguna. Aunque debería. Que tuviera algo tan simple totalmente prohibido era extraño. Detrás de eso había algo peor, seguro.

- ¿Y quién va a saber que me lo has contado? - pregunté, intentando que soltara la verdad.

-La verdadera pregunta es: ¿quién sabe si cuando te lo cuente, lo sueltes tú a la primera persona que veas? No puedo arriesgarme a eso. Sería de masoquista contártelo. Y lo vuelvo a repetir: lo siento. - escupió, mirándome fijamente a los ojos.

Apreté más fuerte los labios, evitando llorar. Me había dolido, sí. Que mi mejor amiga de la infancia, la chica por la que he estado enamorado desde que tengo memoria no confíe en mí, quema.

- ¿En serio, Katherine? - pregunté, con la voz temblorosa- ¿En serio que no confías en mí?

-Lo siento- bajó la mirada.

La misma Luna (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora