09| Telescopios y post-its

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Había salido a caminar. No quería pensar más en todo lo que estaba sucediendo. Sabía que para cuando llegara a la casa de los Sink, estos me harían muchas preguntas.

Y una de ellas sería: ¿Viste a Katherine?

Y no, no quería responderla, porque si lo hacía, lloraba.

Y la verdad es que no me apetecía llorar frente a sus padres.

Sabía que ya tenía que volver para cenar. Tampoco quería preocuparlos.

Volví a casa de los Sink, era un barrio rico. Nadie se sorprendía de que ahí viviera la famosa Kath Sink, pero si se sorprendían de que yo llamara a su puerta, algunos hasta se reían disimuladamente.

Aunque más se sorprendieron cuando la mismísima Kath Sink me abrió la puerta, aunque no sabría decir quienes estaban más sorprendidos, si los vecinos millonarios o yo.

Probablemente ellos sorprendidos y yo nervioso.

-Pasa- dijo con una voz apagada.

La miré unos segundos, esa no era mi Kate. Ni siquiera era solo Katherine. Era Kath Sink. Kath si se hubiese reído al ver que tenía un diario, no como Kate, que ella también quiso uno. La dejé de mirar y reaccioné.

-Gracias- agradecí, aunque no sé de dónde saqué la voz.

Entré a la casa y no me dio tiempo a reaccionar.

- ¡Alex, cuanto tiempo! - me abrazó Katherine, sonriendo. Había cambiado totalmente el modo, cosa que me pareció extraña.

Aunque también admito que esa sonrisa me había llenado el corazón.

Pero nada más ver a sus padres sentados en el sofá mirándonos sonrientes, lo entendí.

Kate me había abrazado porque sus padres le habían obligado.

Cuando se separó, pude ver una chispa de tristeza en sus ojos, aunque no le di importancia, era imposible que Katherine estuviera triste al verme.

- ¿Qué tal, Alex? Hemos estado mucho tiempo sin vernos- preguntó, sonriente.

No sabía de donde sacar la voz, estaba nervioso.

-Ehh, bien, bien- sonreí tímidamente- y...., ¿y tú?

-Genial, muy bien- siguió ella.

-Me alegro.

-Bueno, eh, ¿quién quiere cenar? - propuso Harry, notando que la incomodidad aumentaba cada vez más.

Nadie respondíamos, hasta que Olivia, con un poco de molestia, habló.

- ¿Por qué no habláis? ¿Os ha comido la lengua el gato de la señora Tomlinson? - preguntó, mirando a su hija.

-Francamente es imposible que el gato de la vecina les haya comido la lengua, ese gato no ha visto la calle en su vida. - bromeó Harry- a la señora Tomlinson le da miedo que su gato se ensucie sus terroríficas y valiosas patitas- habló, dirigiéndose a mí con un tono bromista.

Yo me reí, acompañado de Olivia. Katherine sólo sonrió, bajando la mirada al suelo, incómoda. No tenía ganas de reír, al igual que yo, aunque lo hice por no sonar maleducado.

-Te escucha la señora Tomlinson decir eso y te trae galletas caducadas- bromeó la señora Sink.

Eso me hizo recordar cuando en Guelph la señora Munson nos dio galletas caducadas sin querer, diciéndonos que las hacía ella. Miré a Katherine, para saber si se acordó de lo mismo que yo.

La misma Luna (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora