Capítulo XXVII: Poder de los Inmortales

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[Torneo Parabellum: Sala de Planificación del Equipo Cuzco]

Después de la batalla entre Rudra y Buda, que culminó con la victoria del primero, se dio inicio a una pequeña pausa para arreglar la Arena de Duelo, y preparar el escenario del próximo combate, el cual sería en una galaxia dentro del Keterloka: una galaxia llena de planetas oceánicos, volcánicos y desérticos, con lunas de hielo y de magma.

Por otro lado, los líderes del Equipo Cuzco ahora mismo se encontraban en otra habitación: una sala especial para discutir en privado con los luchadores de su equipo. La sala estaba iluminada con algunas lámparas de aceite de estilo tailandés, y contaba con algunas sillas y muebles como para un máximo de doce invitados, aparte de una mesa y un enorme pantalla de vidrio negro.

También había una pequeña mesa frente a un sillón, en la cual se encontraba una caja metálica blanca con líneas brillantes de color verde. En la parte superior de la caja se hallaba una serie de botones, junto con un orificio en el que estaba incrustado un cristal triangular del mismo color verde. La caja tenía detrás un cable que conectaba con un Espejo Transmisor rectangular en la pared. Y al frente las líneas formaban la palabra "Playbox 2".

Por supuesto era una caja para jugar juegos virtuales. Y en esta ocasión, en el sillón frente a la mesa con la Playbox, se encontraba sentada Naamah, cruzada de piernas y sin sus alas visibles, con el control de la Playbox en ambas manos.

El control era un aparato con una forma bastante cómoda para sujetar, que además tenía ocho botones circulares, dos pequeñas palancas de mando para los pulgares, cuatro teclas arriba de los botones, y otros cuatro botones pequeños en medio. Todo estaba ordenado de manera que pudiera ser fácil y rápido de manejar por los pulgares, y los dedos índice y medio.

Mediante control remoto, Naamah usaba el aparato para manejar el Playbox, cuyo juego virtual se podía visualizar en el espejo transmisor: era un juego sobre guerreros de diferentes Territorios Mortales luchando entre sí con variados estilos de lucha.

—¡Ja, ja, ja! ¡Como extrañaba esto, y el Inmortal Combat! —decía Naamah con alegría infantil, mientras presionaba los botones del control remoto con una velocidad absurda, que impresionaba mucho el hecho de que el aparato no se rompiera en sus manos—. ¡Muchas gracias querido primo!

—No hay de qué. Después de tanto estrés, necesitabas relajarte un poco —decía Israel una sonrisa feliz, estando él sentado al lado de ella en el mismo sillón, también con las alas escondidas.

Los demás se encontraban sentados en diferentes sillas en la sala, cerca del ángel y la diablesa. Discutían un tema serio con Israel, sobre la próxima ronda; necesitaban saber si el próximo peleador de su equipo estaba de acuerdo con el cambio de escenario, en caso de que necesitasen hacer un cambio de último momento, o dejar tal cual el orden de los combates programados.

Hace unos minutos habían enviado a Geir para avisar al peleador sobre la reunión de emergencia. Sin embargo éste devolvió a la joven Valquiria con un mensaje: no tenía problemas con el cambio de escenario, y como tal seguía dispuesto a participar en el próximo combate.

A Cuzco no le pareció mal la idea de seguir con los combates programados, al menos de momento. Así que eligió dejar participar al próximo peleador. Una vez dictaminado esto, la charla fue interrumpida por Naamah, quien deseaba agradecerle al ángel pelirrojo por haberle dado una Playbox 2 con uno de sus juegos favoritos; aunque había una razón valiosa para ello.

"Al menos así se mantendrá tranquila y distraída, mientras discutimos sobre el torneo", pensó Israel mientras se rascaba la cabeza.

—¡Ejem! Como íbamos diciendo... —decía Brynhildr para volver a captar la atención de todos, a excepción de la diablesa—. Ahora que sabemos que el siguiente inmortal en pelear no tiene problemas con el nuevo escenario, entonces no hay razón para cambiarlo por otro del equipo.

Immortalem: Duelo de DeidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora