Capítulo XLIII: Skanda vs Thor (III)

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[Arena de Duelo].

Una vez más el estadio volvía a resonar con los gritos del público que apoyaba al luchador que los representaba. Y al mismo tiempo, se estremecían las paredes por las ondas de choque generadas cada vez que Thor usaba el martillo para bloquear los devastadores golpes de Skanda. Aunque también el solo movimiento de los ataques de ambos creaba ondas de viento, de los cuales el más débil tenía suficiente potencia para destrozar todo un continente.

Aparte, entre el público había quienes seguían sorprendidos por ver a Skanda participando en un evento de lucha como este.

—¿Por qué Skanda aceptaría participar en este torneo? —pregunto Murugan bastante confundido y sorprendido de ver al mencionado dios hindú allí siendo un peleador.

—Puedes preguntárselo a sus padres —sugirió Ganesha viendo de reojo las primeras filas de las gradas que estaban detrás de ambos, de las cuales en una se encontraba la familia de Skanda.

Primero estaba un hombre indio bastante alto (2, 00 m), con una piel dura como el metal y roja como el fuego, y de cuerpo robusto con mucha masa muscular. Parecía rondar por los 25 años. Tenía el cabello largo, erizado en forma de llama y de color dorado con patillas largas. Sus ojos carecían de pupila e iris, pero resplandecían de color azul cual llamas.

Vestía con un pantalón negro, sujetado con una protectora de cintura, hecha con metal Akasha de color carbón y con detalles naranjas. También traía brazales con hombreras puntiagudas del mismo metal, un guirnalda de flores alrededor del hombro derecho y el costado izquierdo, y como extra llevaba un rosario de semillas rudrakshas alrededor de la muñeca izquierda.

Era el Dios Mensajero del Panteón Hinduista, Rey de los Príncipes del Fuego y Guardián de los Mortales; era el Dios Hindú Asura del Fuego, Agni Tejas.

A su lado estaba una mujer indonesia de tamaño semejante, y también de un cuerpo tan musculoso que la hacía lucir robusta, además de que tenía pechos grandes y cintura delgada. Tenía la piel clara, largo cabello negro con algunos mechones, ojos rojos, labios rosa, un delineado rojizo bajo los ojos y una marca roja bindi en la frente. Llevaba un vestido muy llamativo por sus colores vivos de rojo, naranja y amarillo, junto con trazados de estilo llameante, y adornos dorados como brazaletes y aretes.

Era la esposa de Agni, madre de Skanda y sirvienta de las esposas de los siete sabios Saptarishis; era la Diosa Hindú Deva de las Ofrendas, Manyanti Svaha.

—¡Por culpa de esa mujer, eso es lo que pasa! —respondió Svaha cruzada de brazos y teniendo un semblante furioso, sobresaltando al joven Murugan por la forma hostil con la que respondió.

—Siendo más exactos, en realidad Skanda fue en persona a unirse al Equipo Cuzco para ayudar al pueblo eslavo —explicó Agni de una forma más tranquila, pero también preocupado, y teniendo la espalda un poco inclinada, el codo derecho encima de la rodilla del mismo lado, y la mejilla derecha apoyada en la mano de dicho lado.

—Pero no sería así, ¡si su esposa no fuese discípula de la Reina Loba Dziewanna! —agregó Svaha con más furia en sus palabras—. ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué Skanda tuvo que elegir como esposa a una mujer como esa?! ¡Por qué no pudo elegir una doncella o una guerrera, como lo hicieron sus hermanos Pavaka y Pavamana?! ¡Aceptaría como nuera incluso a una Rakshasa o una Yaksha, todo menos esa diosa que solo le ha traído problemas!

—Tranquilízate amor mío. Nuestro hijo tomó su decisión y, nos guste o no, hay que respetar lo que decidió —decía Agni enderezando la espalda y dirigiendo la mirada hacia su esposa, bastante apenado de la actitud de ella.

Immortalem: Duelo de DeidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora