Capítulo II: Odisea Inmortal

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[Días Antes del Torneo Parabellum. Territorio Hinduista]

El sol se elevaba en el cielo, iniciando un nuevo día en un tranquilo reino de la antigua India. Los habitantes comenzaban sus actividades diarias, y pronto las calles se llenaron de gente haciendo todo tipo de labores. El ambiente estaba tan tranquilo, que el temblor que surgió de repente en la región los asustó a todos. Lo más extraño era que ese terremoto no era normal: en realidad eran temblores momentáneos y de diferentes grados.

No era un terremoto natural: era algo más, y parecían venir del otro lado de la montaña más cercana. Todos los habitantes del reino tenían sus teorías sobre lo que sucedía, pero la verdad es que ninguno de esos humanos llegaba siquiera a imaginarse lo que estaba sucediendo en el otro lado de esa montaña: ciertos ángel pelirrojo y diablesa gótica se encontraban en medio de un feroz combate, contra diez demonios Rakshasas con cuerpos mecánicos, en medio de una destrozada jungla.

Como todos los Rakshasas, tenían cuernos en la cabeza y de sus bocas sobresalían colmillos intimidantes. No obstante estos medían cerca de diez metros de alto, sus ojos brillaban de un color verde y sus cuerpos eran de un reluciente metal color obsidiana, el cual era capaz de resistir los golpes físicos del dúo ángel y diablesa.

De modo que estos no tuvieron más elección que liberar más poder del que pensaron. Y en el caso de la diablesa, ésta tuvo que usar los hechizos de su poder: Ventus Infernum (Vientos del Infierno).

¡¡Ventus Infernum: Storm of Lust!! —conjuro Naamah, sonriendo como una completa desquiciada, mientras arremolinaba en sus manos un viento rosa con rayos púrpuras.

Acto seguido la diablesa voló directo hacia un grupo de cuatro Rakshasas mecánicos, a la vez que giraba sobre si misma a una velocidad tan alta, que en menos de un segundo el viento tormentoso de sus manos se mezcló con el viento generado por sus giros, creando así un pequeño tornado rosa con descargas eléctricas púrpuras, junto con Círculos Mágicos del mismo color con letras en latín que hacían referencia al Segundo Círculo del Infierno Israelita.

Y como si se tratara de un taladro, Naamah atravesó el torso de los cuatro Rakshasas mecánicos en una rápida sucesión, con una velocidad casi igual a la del mismo rayo. Luego de eso ella voló de inmediato hacia arriba, anulando su torbellino eléctrico rosa, y así esquivando una serie de láseres verdes disparados desde las palmas de un Rakshasa mecánico de cuatro brazos y con grabados luminiscentes en el cuerpo.

¡Ventus Infernum: Frost of Treachery! —conjuro Naamah esbozando una sonrisa burlona, y apuntando hacia arriba con la uña de su dedo medio izquierdo.

Encima de la diablesa se forma un Círculo Mágico morado oscuro, con trazados en latín que hacía referencia al Noveno Círculo del Infierno Israelita. Y de dicho círculo emergió una lluvia de picos de hielo hechos de magia oscura, las cuales se destrozaban y desaparecían al impactar contra la piel metálica del Rakshasa. No obstante llovían tantos que por un momento obstruyeron la vista del demonio mecanizado, de manera que éste no pudo percatarse a tiempo de que aquello fue solo una distracción.

Ventus Infernum: Scourge of Wrath —conjuro Naamah en un susurro siniestro, estando ahora detrás del Rakshasa mecánico para darle el golpe final.

En la palma de la mano derecha de Naamah se formó un Círculo Mágico de color rojizo, con grabados en latín que hacían referencia al Quinto Círculo del Infierno Israelita. Y desde ese círculo se manifestó una corriente de sangre hecha de magia pura, la cual fue desde el antebrazo de Naamah hasta más allá de la mano, llegando a medir lo suficiente como para envolver el colosal cuello del Rakshasa mecánico, y ser sostenido desde el otro extremo por la otra mano de la diablesa.

Immortalem: Duelo de DeidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora