Capítulo XIX: Imparable vs Inamovible (I)

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[Habitación del Equipo Buda]

Mientras tanto en la habitación de los líderes del equipo contrario, tanto Zeus como Odín estaban intentando no parecer aterrados por la tremenda demostración de poder de Buda, y por la hazaña de Rudra de haberlo detenido sin problemas. Por otro lado, los humanos japoneses estaban negándose a creer lo que veían.

—¡Esto no tiene que ser así! ¡No puede serlo! —decía Ajichika con las manos en la cabeza, enloquecido por la frustración y la confusión—. ¡Ese insignificante y patético dios no debería ni ser capaz de tocar a Buda! ¡Debería ser el más débil de todos!

—Ja... ja... ja... jo... ji... je... ja... ja...

De repente una risa hizo eco en la habitación, sobresaltando a los presentes, ya que no pertenecía a ninguno de ellos; era la risa de alguien más. No era una risa divertida o "genuina", sino falsa y burlona, que pertenecía a un hombre viejo de voz gruesa, con un antinatural eco.

—Rudra... el Señor de la Tierra, la encarnación de las fuerzas más salvajes de la naturaleza, el Rey de todas las criaturas vivientes de la existencia, el ser más poderoso de entre los seres poderosos... ¿el más débil de todos? Y yo pensaba que mis chistes eran malos...

Decía el nuevo individuo en la habitación, mientras su tono parecía mezclar un falso humor divertido con uno quera de disgusto genuino.

Todos miraban a los lados buscando la fuente de la voz, y el primero en hallarlo fue Hermes, quien al mirar por novena vez el fondo, entre los dos tronos, se dio cuenta de que había aparecido de forma repentina alguien, que sin duda no había usado la puerta; era una persona bastante alta (2, 00 m), de constitución bastante delgada, vestido con una túnica de sacerdote judío de color negro y azul. Tenía la piel blanca, los labios negros y los ojos azules. Además su cabello, negro como el carbón, era largo hasta la barbilla y levitaba de forma antinatural. Y poseía unos pequeños cuernos negros en la frente.

Era una de las tantas formas del Rey Demonio Israelita, quien junto con la Reina Demonio Leviathan, el Rey Demonio Belial y el Señor Oscuro Lucifer, dirigían y administraban el Infierno del Panteón Israelita; era la entidad primordial demoníaca conocida por muchos nombres y apodos, siendo el más popular Satanás ("Mi Enemigo").

—¡¿Qué...?! ¡¿Cómo entraste aquí maldito engendro?! —exclamó Zeus levantándose de su trono para ver de frente a la entidad demoníaca.

—Siéntate Zeus —dijo Odín viendo la ventana del frente, con notable nervios y temor en su mirada—. Si valoras tu propia vida, te aconsejo que no lo provoques...

—Escucha a tus mayores, niñito —dijo Satanás con las manos en las caderas y agachándose un poco para ver a Zeus, ya que era mucho más alto que éste último.

Zeus estaba por responder en un arrebato iracundo. Pero solo por el valor que sentía por su propia vida, se tragó la ira y se sentó otra vez en el trono; esto relajo bastante a Odín y Hermes.

—Se ve que el tigre todopoderoso te golpeo bien fuerte la cabeza. Antes no habrías hecho ni caso al consejo de un "rey bárbaro" —dijo Satanás con un tono satisfecho, para luego proceder con acercarse, hasta detenerse en medio de ambos tronos.

Entonces la entidad empezó a moverse con lentitud, como si fuese a sentarse. Y en efecto; al mismo tiempo se manifestó del suelo una neblina oscura, que al rato se solidifico, convirtiéndose en una especie de sillón, con picos y diseño uniforme, hecha de un material semejante a la obsidiana, en la que Satanás se sentó a gusto, como si fuera lo más cómodo del universo.

Immortalem: Duelo de DeidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora