Capítulo XXIV: Moksha y Nirvana (III)

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[Universo Keterloka]

Muchos textos que han logrado ser preservados hasta llegar al siglo 21 de la Era del Séptimo Buda, han descrito el arma definitiva del Panteón Hinduista.

Un arma que al ser invocada, libera una bola de fuego e innumerables destellos de truenos. Y cuando es usada, toda la naturaleza tiembla; los cielos se incendian, los glaciares se derriten y las montañas se rompen. Y se recomendaba que sólo se usará contra oponentes débiles, porque si el golpe erraba, podría destruir toda la creación, o en el menor de los casos, dejaría un atroz radio de destrucción en el que las condiciones climáticas empeorarían, y no crecería vida hasta pasado billones de años.

Fue el arma creada y utilizada por el Primordial Hindú; un Astra bautizado como el Brahmastra, una de las tres primeras armas celestiales en ser forjadas.

Y también se ha descrito el arma distintiva del dios más antiguo que ha pisado el Mundo Mortal, durante la Era de los Primeros Mamíferos. Un arma que, según los textos del Rigveda, es la que descarga los rayos en las tormentas. Es el Astra que simboliza el cargo del feroz dios pelirrojo como un Señor de la Caza. Y además era su arma distintiva como lo era el arma de otros dioses: un arma que, al igual que su dueño, evolucionaba con el paso de las épocas, adaptándose al poder de su portador y al de los enemigos de corazón maligno que combatía.

Y tras siglos de constantes peleas, el arco adquirió un poder propio que superaba al de cualquier arma semejante; tales como el Mjolnir de Thor, el Rayo de Zeus, el Vajra de Indra, o el Hacha de Perun.

Cuando el poder de ambos Astras fue usada por su actual portador, serían conocidas desde entonces como el Trishula Samsara y el Dhanush Hara. El Astra de fuego capaz de extinguir la vida y a cualquier ser sin importar su nivel de poder, y el Astra de rayo capaz de erradicar a cualquier tipo de mal sobre las tierras, los cielos y los océanos.

Siendo armas de tal inmenso calibre, Rudra solo usaba sus sombras para pelear contra un oponente armado. Y solo usaba las reales cuando tenía que luchar contra seres de categoría universal, como lo era en este caso con Buda.

Rupadhatu: Lokanam Chakram —recito Buda, una vez más alzando el dedo índice izquierdo hacia arriba. Y entonces de su espalda se formaron otros dos pares de brazos hechos de energía Prana blanca, las cuales tenían el dedo índice apuntando en diferentes direcciones.

Al rato, en cada dedo índice levantado, a una considerable distancia encima, apareció una galaxia traída desde las cercanías del universo. Y cada una de esas galaxias, como la anterior, obtuvo bordes filosos de color blanco.

¡Transformación Gigante! —recito Rudra, manifestando un resplandor blanquecino por todo su cuerpo, producto de una alta concentración de energía Maná.

Entonces el dios-tigre, junto con sus armas, empezó a crecer de forma exponencial, hasta tener un tamaño mayor que el de un planeta. Lo siguiente que hizo fue arrojar su tridente, el cual voló por voluntad propia alrededor suyo, mientras crecía todavía más. Su tamaño dejó de crecer cuando paso volando por debajo del dios-tigre; momento en que éste descendió, y por el nuevo tamaño del tridente se sujetó del mismo usando las patas.

Acto seguido el dios-tigre voló a través del espacio, parado sobre su propio tridente volcánico con un equilibrio prodigioso, usándolo como una tabla de surf, mientras preparaba el arco para disparar. Hizo la acción de preparar el disparo, y de ambas puntas del arco se manifestó una línea dorada eléctrica, la cual genero una flecha de relámpago.

Immortalem: Duelo de DeidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora