noches de delirio

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Estoy por apartarme, pero el pelinegro me sujeta de la cintura y vuelve a besarme.
Río después de apartarnos.
—perdón, pero eres adictiva.—me recuesto en su hombro.
Cierro mis ojos disfrutando de su aroma varonil.
Después de unos minutos salimos del aula y nos dirigimos a sentarnos a una mesa. 
Divisó a la castaña en una mesa de la esquina, avanzamos hasta llegar a ella.
—hola.—saludamos los dos.
Sonrie con las mejillas infladas, ya que esta comiendo por lo visto una ensalada.
Tanto el pelinegro y yo comemos unas frutas. Los minutos siguientes son de temas triviales.
—estoy empezando a hacer ejercisio.—habla Melany.
—oh que bueno, te aconsejo que no te rindas y tengas perseverancia tanto en hacer ejercicios y trata de alimentarte mejor.—menciona Charlie.
—tiene razón Charlie, la clave de todo es la perseverancia.—le aconsejo.
La castaña sonrie y alza los pulgares.
—lo haré, estoy decidida a mejorar para sentirme bien y también para estar con buena salud.
Sonrio.
Todo iba bien, hasta que escucho esos comentarios.
—el trio de idiotas, el nerd cobarde, la gorda y la rara.—continuo comiendo.
—solo ignoremolos.—habla melany.
Volteo y me llevo la sorpresa de ver al grupo de ex amigos de charlie junto al trío de rubias, ellos nos observan con burla.
Empiezo a oír como empiezan a hablar mal de charlie.
Le agarró su mano.
—¿estas bien?.—parece perdido.—contestame por favor.
—¿esos eran mis amigos?.—dice en voz baja.
—ya veo porque decía Tracy que no valían la pena.—dice Melany con enojo.
El pelinegro sonrie.
—lo bueno es que ya no lo son Mel.
No digo nada y me mantengo en silencio. Después de todo me he acordado de como era antes, cuando incluso estuve en un grupo parecido a esos seis.
Bebo el jugo y trato de seguir la conversación sobre visitar un circo que recién ha llegado a la ciudad.
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Los pequeños edificios resaltan entre las calles poco transitadas. Fumo el ¿tercer cigarrillo? Tratando de mantener la calma.
Ni la temperatura baja cala mis huesos. Y a decir verdad, estoy un poco baja de peso.
Observo el reloj y son las 3:45am.Adiós dormir.
El insomnio como cada noche invade mi sueño.
Regreso a casa y me dirijo a la habitación de mi pequeño Ángel.
Lo vislumbró dormir plácidamente.
¿Hasta cuándo acabaran los golpes?.
Duele ver sus hermosos ojos verdes que no entienden la situación de los gritos. No quiero que pase lo mismo que yo, no quiero que borre esa sonrisa genuina.
Me acurruco entre las sábanas y sus manitas me abrazan.
Las noches se convierten en mi delirio, porqué es cuando el dolor sale a flote, es cuando me quiebro, es cuando puedo quitarme la máscara de ser fuerte, es cuando puedo dejar que las lagrimas resbalen.
De repente el recuerdo junto al pelinegro invade mi mente y sonrio. ¿cuándo lo dejé entrar en mi vida?. Al principio tenía miedo de dejarlo entrar a mi vida, pero como no hacerlo, cuando él es tan único y no puedes encontrarlo en cualquier lugar.
Llevo varios días sonriendo como tonta  y también no me he atrevido a volver a besarlo. Aunque hay más tensión cuando nos encontramos.
Me dirijo a mi cuarto y me dejo caer en mi cómoda cama. Sin embargo los pensamientos me atormentan, así que elijo continuar leyendo el libro El mismo error.
La lectura me encanta, es una forma de salir de este mundo, es una forma de evadir todo.
¿Quien imaginaría que simples letras tienen tanto significado y pueden robarte todo tipo de emociones?.
También conecto mis audífonos y dejo que la canción Demons-imagine dragons  Se escuche.

■■■■■
Saco el pequeño cuadernillo y el pelinegro muestra curiosidad.
Para mi mostrar lo que me gusta es algo que solo las personas indicadas deben saber. No cualquiera puede entrar en tu vida y saber todo de ti.
—te enseñare un poema, lo escribí ayer... es un poco triste.—comento.
—déjame leerlo.—responde, le paso el cuadernillo.
Miro el parque solitario tratando de evitar la mirada del pelinegro. Veo los pequeños edificios rodear este parque, y aún me sorprende que rara vez nos encontremos con personas por este lugar.
Sin embargo el empieza a leerlo en altavoz.
—las madrugadas son mi delirio, las lagrimas resbalan en silencio, la música compensa mis sentimientos....ahora comprendo que el dolor de una persona, se puede convertir en su mejor obra de arte.

Su mirada, esas miradas que no quiero recibir.
Lastima.
No quiero lástima, solo quiero ser escuchada, solo quiero que alguien me comprenda y entienda.
—¿porqué lo último?.—pregunta después de un incómodo silencio.
—como dice, el dolor puede ser tu mejor obra de arte....en mi caso, del dolor salen hermosos poemas.
Sin decir más, el pelinegro me abraza tan fuerte.
—no estas sola ¿entiendes?, tal vez no quieras decirme lo que te atormenta, pero déjame decirte que nunca estarás sola.
Dejo escapar algunas lagrimas, éstas empañan mi vista. Estoy lista para hablar de lo que me atormenta. Ya hay suficiente confianza y sé que el no me juzgará.
Guardo silencio durante unos minutos, respiro profundo y vuelvo a hablar.
—es mi padre.—comento en un susurro.
Me da una mirada de no entender.
—él es quien provoca mi dolor.—me cuesta hablar y aparto mi mirada.
—¿tu padre?.—tartamudea.
Asiento y dejo caer de nuevo las lagrimas traicioneras.
Nadie está alrededor y me volteo para que mi espalda quede frente al pelinegro.
alzo con cuidado la sudadera negra y dejó que vea las heridas y marcas.
Muestro mi lado frágil. Estoy mostrando mi tormenta. Estoy mostrando mi realidad y mi sufrimiento.
Siempre he sido de aquellas personas que mantendrán su dolor bajo el silencio. Aún sin importar si estoy sangrando por dentro.
Hago mi cabello largo de lado para darle mejor vista.
Las yemas de sus dedos empiezan a tocar cada cicatriz.
Todos los recuerdos llegan y me torturan.
Algunos recuerdos y años de mi vida son difíciles de recordar, y solo puedo ver pequeñas imágenes., pero de algo estoy segura, siempre hubo y sigue habiendo dolor.
—no lo puedo creer, no, no.—tartamudea después de unos segundos.
—este es mi sufrimiento charlie, esta soy yo sin máscaras.—digo en un susurro.—este es mi mundo de dolor.

El valor de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora