EPÍLOGO

4 1 0
                                    

Narrador omnisciente
6 años después.
En las calles transitadas de New york caminaba Charlie connor el gran artista del momento. Su arte había tenido un gran impacto  y reconocimiento en la sociedad.
Aquel hombre con postura recta, con aquel traje negro y con esas gafas oscuras que no daban acceso a sus ojos negros, abordo su avión privado con destino a la pequeña ciudad. Su viaje duraría unas seis o siete horas. Él éxito que había tenido le permitía darse ciertos lujos, ahora era un hombre exitoso e incluso salió en varias revistas y varios reporteros acechaban para preguntar más acerca  de este gran artista.
Hoy era 21 de junio, el día de la muerte de su amada pelirroja. Aún cuando habían pasado seis años la recordaba con exactitud, pero eso eran, solo recuerdos.
Ya no dolían los recuerdos, ya no dolía  ella.
Su vida ahora era estable, tenía todo lo que algún día se propuso.
Una vez que aterrizó el avión, subió a una camioneta y esta se dirijo a aquel cementerio.
Se estacionó la camioneta en el frío y desolado cementerio, suspiro, tomo las rosas Rojas y bajo. El clima nublado no ayudaba mucho con todas las emociones nostalgicas que cargaba Charlie.

Entre el montón de tumbas, la de aquella  pelirroja que algún día le robaba el aliento resaltaba por el peculiar color negro.
Se sentó sin importar ensuciar su caro traje, dejo las rosas y sonrio.
—¡hola pelirroja!—suspiro y volvió a coger valentía.—ha pasado bastante tiempo en el que no he venido a visitarte, pero dejame contarte todo lo que ha pasado después de tu partida, ha sido un largo viaje sin ti.
Se quitó los lentes y también el saco. Suspiro y volvió a hablar.
>> me he recuperado de mi adicción de drogas, me tomo casi dos años dejarlo pero lo hize, he terminado la carrera de artes y ahora tengo mi propia galería. Soy todo un hombre exitoso.—dijo orgulloso y sonriente, pero su sonrisa se borró cuando dijo lo siguiente.— ¿Sabes?, aún me pongo a pensar en que hubiera sido si estuvieras con vida, que hubiera sido de nosotros., pero eso es todo, lo que hubiéramos sido, pero que nunca seremos.
Lagrimas se deslizaron por las mejillas de Charlie.
Le era inevitable no hacerlo.
>>Ángel ya no es tan pequeño, ya tiene doce años y creo que te dolerá saber que casi no recuerda nada de ti. Susan, tu madre ha fundado su propia pasteleria y ha vuelto a vivir en California, Mary y  Alex cerraron su negocio y se mudaron a Los Ángeles.
Y algo que seguro te alegrará es que tus poemas y libros los   publique y han tenido mucho exito, pero tú no estas para verlo. Duele saber que no lograste convertirte en una gran abogada y que no pudiste realizar lo que algún día me confesaste.

Volvió a suspirar antes de volver a hablar.
>>y por mi parte ya te he dejado ir, pero créeme que en mi mente y corazón siempre estarás. Eres un preciado recuerdo, eres aquella persona que marcó mi vida.
La última promesa tuya fue sé feliz y puedo decirte que lo estoy empezando a ser.
Volvió a tomar aire para terminar decir lo que faltaba.
>>me he enamorando de alguien más, y eso me asusta. Ella es hermosa, me hace sentir bien, me brinda calma, es una hermosa pelinegra....se llama Rosi.

Charlie sé quedo unas cuatro horas sentado en aquella tumba donde yacía su amada pelirroja, aquella persona que le marcó una parte de su vida.
Algo que tenía en claro Charlie era no estancarse y seguir avanzando, así lo hubiera querido su pelirroja.
Como ella decía: siempre ponte como prioridad.

Salio del cementerio  y se subío a la camioneta. Su mente embriago el recuerdo de aquella noche donde bailo junto a la pelirroja.
oh vamos, recordarás esta noche cuando crezcas. Recordaras esta cómica escena y dirás "fue un día loco junto a la pelirroja".
Quien diría que el tiempo pasa tan rápido, que la juventud se extingue en tan poco tiempo.
Quien diría que ahora Charlie Connor ya no era aquel chico de 18 años sino que ahora era un adulto de 25 años.
Dicen que hay personas que marcan profundamente tu ser, que aún cuando crezcas y envejezcas recordaras aquellos momentos preciados, y una prueba de ello es Charlie Connor. Y es ahí cuando entiendes aquella frase "los momentos fuera de lo común en tu vida, son los que recordarás y contarás.
Charlie volvió a subir al auto y éste se dirijo de nuevo al aeropuerto y volvió a New York, ahora su verdadero hogar donde lo esperaba su amada chica, junto a sus  viejos padres.

Y aunque él no la vio, Tracy estaba ahí,  escucho todo, sonrió  y desapareció como un Rayo de luz. Ella ya estaba en paz, su pelinegro ya era feliz, aún cuando le tomó años recuperarse.
Porque no es de perdedores aferrarse a los recuerdos de una persona, sino que se trata de sanar, de aprender a  dejar ir.

4 años después
Beso con fervor a Rosi.
Nos separamos por falta de aire y sonreímos.
Después de una acalorada noche llega la mañana y tengo que levantarme.
una vez que estoy listo me miro en el espejo <todo un galán>
Camino hasta la cocina y me encuentro a Rose preparando unos deliciosos hotcakes. La sorprendo abranzandola y reparto varios besos por sus cabellos negros.
—ey cariño ya está el desayuno, así que apúrate no querrás llegar tarde.—me dice entre risas debido a las caricias que reparto en su vientre abultado.
Alzo las manos en rendición.
—oh está bien.—ayudo a Rose a servir los hotcakes y nos sentamos en el taburete.
—no quiero irme.—junto su mano junto a la mía.
Me tendría que ir por dos semanas a una exposición en Francia.
—yo tampoco quiero que te vayas, me siento sola cuando te vas, además tu hijo también se pone triste.—hace un puchero.—pero comprendo que tienes que trabajar.
Le doy un beso.
—créeme que yo tampoco quiero irme, pero trabajo es trabajo.—suspiro y doy un sorbo al café.
Pronto tomaría un descanso del trabajo ya que tan solo faltaba un mes para el nacimiento de mi hija.
Anhelo tanto ese momento, en tenerla en mis brazos. Quien diría que pronto me convertiría en un padre de familia.
Poso mi vista en los ojos marrones de Rosi. Sus ojos brillan y me sonrie con la boca llena de comida.
Automáticamente sonrio, adoro verla con su vientre abultado, es tan adorable.
Después de terminar de desayunar recojo mi maleta.
—me tengo que ir chaparrita.
Ella se acerca y trata de rodearme con sus brazos. Termino cargandola.
—te amo charlie ¿entiendes?, así que regresa cuanto antes.—toca su vientre.—aquí te estaremos esperando.
Sonrio y uno nuestros labios.
—yo también te amo chaparrita.
Entre besos y besos nos apartamos y abro la puerta.
Era un martirio alejarme de Rose.
■■■
Regreso a casa exhausto, pero ver a Rose me alegra.
Una vez que sus ojos se encuentran con los míos salta de alegría y  viene hacia mi.
—¡llegaste!—exclama eufórica.
Reparte varios besos en mis mejillas y labios.
—aquí estoy chaparrita.
Después de platicar y cenar nos acostamos y pongo play a una película de terror.
Las favoritas de Rose.
Rose se recuesta en mi hombro, cuando termina la película empieza a mirar por todos lados.
—¿dime qué no hay monstruos aquí?.—río y ella hace un puchero.—¿qué es gracioso eh?
Se aparta de mi, no contesto y empiezo a hacerle cosquillas.
—¿seguro que no hay monstruos?—dice entre risas.
—que no pesada.
De repente Rose cambia sus risas por una cara de dolor.
—¡eh creo que es hora!—me desconcierto hasta que salgo de mi trance cuando Rose vuelve a hablar.—¡ya va a nacer el bebé, rompí la fuente!
Con tan solo esas palabras hace que me aparte de inmediato y busque todas las cosas necesarias.
Estoy nervioso, cojo las llaves del auto. Cargo a Rose entre mis brazos.
—respira chaparrita.—le digo después de ver sus gestos de dolor.
—duele, carajo.—rápidamente me subo al elevador.
Una vez llego al estacionamiento abro la puerta del carro y subo a Rose.
Tiro la maleta en los asientos traseros y de inmediato me subo al asiento del conductor.
Mientras manejó entrelazo mis manos con las de Rose.
—todo saldrá bien cariño.—la ánimo y ella sonrie débilmente.
Una vez llegamos al hospital la llevan a una camilla.
En el labor de parto la mano de Rose aprieta la mía.
—¡puja, puja cariño, pronto tendremos a una pequeña pelinegra!—trato de alentarla y ella solo me mira de reojo.
—eso es lo que estoy haciendo.
Vale, no soy tan buen alentador.
Después de un tiempo escucho los chillidos de un bebé.
Es mi hija.
Volteo a mirar a Rose y sonreímos emocionados.
—su bebé nació sano, pueden cargalo.—escucho la voz de la doctora.
La emoción abarca todo mi ser cuando me entragan a mi beba.
Se la enseñó a Rose y ella empieza a llorar de emoción.
—es nuestra bebé.—dice emocionada.
Le beso su frente.
—es nuestra bebé.—respondo con entusiasmo.
Acaricio la mejilla de mi pequeña y ella abre sus precioso ojos negros.
—tengo miedo charlie, que tal si no seré una buena madre.—pongo un dedo en sus labios.
—serás una excelente madre.—ella sonríe.
—y tú un excelente padre.
—ahora somos una familia.—vuelve a hablar.
—eres mi esposa, eres mi presente y futuro Rose. Eres todo para mí.—mis palabras hacen que ella vuelve a llorar.
—te amo charlie.
—te amo chaparrita.
Besos sus labios.
Esta es una nueva etapa para ambos, pero de algo estoy seguro....ahora somos una familia.

                 Fin


El valor de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora