las cartas

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Abro la puerta débilmente. Mis manos tiemblan. No es fácil venir al lugar donde vi morir al amor de mi vida.
Su cuarto prevalece tal y como estaba hace días. De repente todo se siente frío sin ella. Recorro toda la habitación y me detengo en su escritorio.
Reviso los cajones y en el tercero me encuentro todos los dibujos que le regale, algunas fotos de nosotros dos, en otros cajones encuentro el cuadernillo donde escribía y me sorprende ver otras hojas sueltas, las sujeto y me detengo en la hoja que dice mi nombre.
Cierro los ojos por un momento, sujeto la hoja y camino hasta llegar a su cama. Su olor a mora azul aún prevalece en la habitación.
Me tapo con sus sábanas y empiezo a leer.
Querido charlie:
Más bien es mi pelinegro.
Lo siento tanto por ser una cobarde que no puede ser fuerte. Sé que me corregiras por decirme cobarde a mi misma.....pero ya no puedo más, toda mi vida se ha resumido en dolor, pero te puedo asegurar que los momentos junto a ti fueron los más felices en mis dieciocho años.
Mientras escribo esto las lagrimas caen con rapidez. No quiero romperte el corazón por lo que haré.
Muchos lo llaman suicidio, pero yo lo llamo practicar la eutanasia, he elegido la muerte como fin del dolor. 
Tal vez te preguntes porqué lo hago, te aseguro que nunca pensé en morir. Pero aquella noche donde dos chicos me sujetaron con violencia y me hicieron perder el conocimiento, para después despertar con la ropa hecho un desastre y en una habitación desconocida fueron el punto que desencadenaron mi caída.
Las lagrimas resbalan de impotencia y aprieto los puños de tan solo imaginar aquella noche.

Nunca me sentí tan mal hasta ese momento, por eso recurrí a las drogas, las cuales por momentos me hacían tener mi mente en blanco. Lo siento tanto por dejarte solo, y no quiero que te culpes por toda esta situación. No te dije nada sobre lo que pasaba porque aquellos tres chicos que me violaron....   algún día fueron tus amigos, tal vez me odiaras por lo que escribiré a continuación, pero.... pensé que no me creerías. Como tampoco me creyeron cuando fui a denunciar que fui violada, como tampoco mi madre me  apoyó y eligió a Sebastián.
Eso termina por romperme. Pero no la culpo.
¿Su madre lo sabía y no hizo nada?... aquella mujer que ahora llora cada día por la muerte de su hija. No lo puedo creer.
Te quiero, te amo pelinegro. Pero cuando te sientas listo, déjame ir, no te aferres al dolor de mi muerte. Aún cuando nose que hay después de la muerte, te aseguro que me encantaria verte siendo un gran artista...pero sobre todo, siendo feliz, siendo tu mismo y no perdiendo tu esencia.

¿Pero cómo puedo ser el mismo con todo esta situación ?, no puedo ser el mismo pelirroja, no sin ti.
No cuando has marcado una parte de mi vida.

Te dejo esta carta, porque estoy segura que vendrás a buscar respuestas....lamento no tener la valentía de decírtelo de frente, pero me derrumbaria más de lo que ya estoy. También lamento ignorarte y evadirte por días.
Te confieso que la muerte ahora se volverá mi salvación. Si existe la vida después de la muerte espero reencontrarme contigo y estar junto a ti.
Siento cambiar de pronto el tema, pero quiero pedirte un último favor.....no quiero que Ángel siga sufriendo lo mismo que yo, espero puedas pedir la ayuda de tus padres, la misma que debi pedir desde el principio.
- con amor tu pelirroja.
Sé feliz mi pelinegro.

Abrazo la carta y trato de controlar mi respiración.
También leo algunos poemas que ha escrito y las lagrimas caen a gran velocidad.
Me envuelvo en sus sábanas y dejo que su olor me embriague.
Pierdo la noción del tiempo. En la mochila que traia empiezo a guardar todo de ella;
Sus postics de bandas y escritos.
Algunas fotografías.
Los dibujos.
Su cuadernillo de poemas.
Y algunas sudaderas con los logos de bandas de los años 90 o más bien de la banda simple plan.
La corona que le regale.
Y también  su cerular que está estrellado y que termine encontrando en una esquina.
Después de todo, estoy seguro que sus cosas las terminarán botando.
Cojo la hoja con el nombre.
Para mi madre.
Más bien para Susan.
Miro por última vez la ventana apreciando la luna y el recuerdo de Tracy fumando aparece en mi mente.
Todo me recuerda a ella.
Ella ha dejado un gran vacío y dolor.
Entro en la habitación del hermano de Tracy y lo encuentro dormido.
—cumplire mi pelirroja.—murmuró para mi mismo.
Bajo las escaleras y me encuentro a la madre de Tracy sentada en el sofá. No puedo creer como una madre no apoye a su hija, el tan solo verla me incomoda.
—tenga.—la sostiene con desconcierto, pero lo hace.
—yo....sé que tu eras el novio de Tracy, aún cuando ella no quería decirme, un día sin querer me dijo de ti.—empieza a hablar. Después de todo no habíamos cruzado tantas palabras.
No contesto y solo le indico que lea la hoja escrita por Tracy.  Cuando termina de leerlo abraza la hoja y termina cayendo de rodillas con lagrimas resbalando sus mejillas.
—no, no...mi pequeña, todo esto es mi culpa, nunca fui buena madre. Deje pasar muchas cosas. No la apoye, no la cuide, no cuando me lo pidió, y ahora ya no está...ya no esta mi pequeña—
Quisiera decirle que una parte de su sufrimiento fue por su culpa, pero tampoco puedo juzgarla, cuando ella también fue víctima y aún lo sigue siendo.
No sé que decir.
—creo que en la carta que escribo Tracy le da la respuesta para que ella pueda perdonarla. Estoy seguro que ella le pidió que dejara a sebastian y empezara de cero siendo una mujer independiente—estoy por salir, pero salen de mi bocas las siguientes palabras.—no puedo creer como una madre es capaz de encubrir y no hacer nada cuando su propia hija le ha contado que ha sido...violada. No la conozco del todo, no la he tratado., pero creo que de nada sirve llorar ahora, cuando usted sabía lo mal que la pasaba Tracy.
Sus ojos verdes llorosos me miran con culpan. Y de sus labios brotan un grito desconsolado, sabiendo perfectamente que he dicho la verdad.
La miro por una última vez y salgo de la sala.
Vuelvo caminando con la mirada pérdida y un nudo en mi garganta.

Se supone que dentro de una semana cada uno iría a la universidad de sus sueños.
Me pongo los audífonos y pongo play a la canción the night wet me.
Soy tan patético que pongo una canción que me recuerda tanto a ella. A todas las noches que solíamos encontrarnos en el parque, en mi casa o en la cascada.
Y ahora entiendo "la vida es impredecible".
Ahora entiendo el valor de la felicidad.
Miro el cielo con nubes oscuras, pronto siento las gotas de lluvia, pero las ignoro y sigo mi camino.
Llego hasta el parque y me siento en el columpio y luego me balanceo varias veces sintiendo que estoy cerca de mi pelirroja.
Para cuando llego a casa estoy empapado de agua. Mi madre al notarme se levanta y de inmediato la abrazo.
—madre duele mucho su ausencia, duele mucho que ella no esté aquí.—me dejo caer en el piso.
Mis lágrimas caen con fuerza.
—entiendo tu dolor.
Niego con la cabeza.
—no, no lo entiendes, cada mañana siento el mismo vacio y a cada maldito instante su recuerdo embriaga mi mente. Así que no digas que me entiendes, cuando no sabes cuán doloroso es notar la ausencia de alguien a quien amas.
Mi madre se aferra a mi.
—y no sabes cuán doloroso es para mi ver a mi hijo en este estado.
  Me quedo callado.
Escucho la puerta abrirse y una vez que mi padre se da cuenta de la situación se une a nuestro abrazo.
—no estas solo hijo.—me repiten varias veces mis padres.
Controlo el llanto y limpio mis lágrimas.
—tengo que confesar la verdad.—me separo de ellos.
—¿a qué te refieres charlie?—pregunta mi padre.
—la verdad sobre la vida de Tracy.
Mis padres se miran entre ellos para después asentir con la cabeza.
Después de irme a duchar y cambiar, los tres nos encontramos en la sala y empiezo a relatar todo sobre lo doloroso que vivía Tracy. Por cada palabra que digo veo el asombro en los rostros de mis padres.
Logro ver como mi padre aprieta sus puños cuando mencionó a Sebastián y sobre mis amigos. Por último les enseño la carta que me dejo como evidencia de la supuesta violación.
Veo como mi madre empieza a volver a sollozar y el rostro de mi padre se ha tornado rojo.
—esto es muy grave, esos hijo de puta deben pagar por todo el daño a la inocente tracy.—habla mi padre después de unos segundos.
Mi madre me abraza.
—haremos justicia charlie. Su muerte no será en vano.—asegura con firmeza mi madre.
Asiento débilmente.
Mis padres vuelven a abrazarme y siento un poco de alivio.

El valor de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora