su dolor

10 3 0
                                    

"Maduraste por todo lo que te ha tocado vivir, no por tu edad"
-Tracy byrne.

CHARLIE CONNOR.
miro las marcas de algunos cortes. Su eslpada pálida hace que se remarquen.
Un nudo en mi garganta se instala.
¿Su padre?¿ el tal Sebastián? Le hace esto a su propia hija.
Estoy en shock. Ahora comprendo el valor y sentido de su tatuaje.
–¿te duelen?.—le pregunto.
—siempre he vivido con ello, que ya no duelen tanto, pero aún no me me acostumbro ni quiero seguir viviendo con ello.—presiento que se refiere a toda la situación de violencia.
Sin querer terminan resbalando algunas lagrimas en mi rostro. No, no puede ser.
Ella no...
No espere esto.

—¿has tenido un héroe?.—vuelve a hablar.
—supongo que si.
—Sebastián fue el primer héroe que se volvió un villano real, pero uno muy malo.
Siempre fui lista, y sabía que los  actos de  Sebastián estaban mal, pero me negaba a reconocerlo. Hasta los 9, exactamente aquel día en el que recibí mi primer golpe de muchos. Nunca lo olvidaré.
El silencio reina, no sé que decir. Sus ojos no me miran.
—yo....no sé que decir.—contesto nervioso.
Ella sonrie débilmente.
—solo no quiero lástima....solo abrázame, solo sostenme Charlie porque siento derrumbarme, porque siento que ahora mismo no soy tan fuerte, ni capaz de dejar de llorar.
Le bajo su sudadera negra y de inmediato la abrazo con cuidado. Por lo visto sus heridas ya no son recientes.
—es un hijo de puta, ¿cómo un padre se atreve a lastimar a su propia hija?.—hablo con un nudo en la garganta.  Pero Tracy ignora lo que dije.
—Sebastián siempre decía que no merecía nada, me prohibía muchas cosas, en ocasiones llegaba a encerrarme por días, otros días salíamos y veía a los niños comer de todo tipo de cosas.....siempre había querido probar el helado o chucherías como pizza, por eso ahora me doy lujo de comerlas.—habla muy bajo.
¿Esta es la historia detrás de amar el helado?...
—pero tan solo eras una niña.—contesto. Siento una punzada de dolor en mi pecho con su confesión.
—a Sebastián no le importó eso, tampoco le importan los gritos de mi madre.  Sebastián mato a la niña feliz que era. A él no le importa el sufrimiento de su propia familia.
— lo odio.—ignora lo que he dicho y me destroza lo siguiente que dice.
—estoy rota...¿no lo ves?.—me quiebro y se supone que tengo que ser su soporte.
—no lo estas cariño, solo estás herida....pero toda herida tiene curación.
—los golpes al alma no. Esos te marcan y viven contigo.—termina por decir con firmeza.
Sus sollozos me hieren. La acurruco entre mis brazos y dejo que llore y patalee con el fin de que saque su dolor.
—¿Ese es dolor que esconde tu hermosa sonrisa mi preciosa pelirroja?.—asiente.
Tracy suspira tratando de calmar su respiración acelerada. Sus ojos empañados de lagrimas serán una viva imagen del dolor.
Este es el primer anochecer donde mi fuerte pelirroja deja mostrar su dolor.
—charlie dime que soy fuerte por favor.—su petición me destroza.
Beso su cabello repetidas veces.
—eres la chica más fuerte que he conocido. Llora y saca todo tu dolor, que yo estaré junto a ti.
—¿no te irás?.—me pregunta.
—claro que no, prometí siempre estar junto a ti.—respondo con  seguridad.
—¿junto a mi?.
—junto a ti pelirroja.
Ella se aferra a mi, sus lágrimas mojan mi blusa, pero eso no importa.
Cuando se tranquiliza un poco vuelvo a hablar.
—podríamos denunciarlo, mis padres podrían ayudarte.
Ella niega con una sonrisa burlona.
—ya te dije es el jefe de policía en esta pequeña ciudad.
Me quedo estático, sabiendo que la situación se complica.
—cuando tenia 15 años fui a la estación de policía, le pedí ayuda a alguien que no fuera mi padre.... pero no hizo nada y en la tarde recibí una golpiza que hizo que ni siquera pudiera levantarme.
No, joder.
La fragilidad en sus ojos me parte el corazón.
Solo era una niña.
Solo es una adolescente.
La abrazo de nuevo, queriendo transmitirle que siempre estaré a su lado.
—¿no dirás nada ok charlie?.—me pregunta mirándome fijamente.
Me quedo callado.
Sin respuesta.
Esto es muy grave, pero ¡joder! ¿qué debo hacer?.
Tengo que decirlo, ella no puede seguir viviendo en un mundo de dolor.
—¡prometelo charlie!, de nada servirá denunciar, cuando nadie prestara atención, cuando nadie me creerá, ni siquiera Susan se atreverá a decir la verdad. Así que no hagas nada.
—¡pero podemos mostrar tus heridas, tus marcas!¡tenemos pruebas Tracy! ¡déjame ayudarte, tú no debes seguir en este entorno violento!—respondo en altavoz.
—¡eso no será suficiente para la policía! ¡si en California no hicieron nada, menos aquí!, por favor no digas nada.
No contesto y ella se aparta. Se seca las lagrimas y está que punto de irse, pero la vuelvo a abrazar.
—esta bien.—contesto.
—soy tan egoísta por ponerte en esta situación. Yo lo siento charlie, ¿cómo puedes quedarte aún conmigo?, soy todo lo dañino a ti ¿cómo puedes estar sosteniendo a una mierda de persona?.—la sujeto de las manos.
—Tracy de alguna manera has entrado en lo profundo de mi ser, y puedo decirte que eres una chica tan única, que no merece por todo lo que estás pasando.—le limpio las lagrimas.—estoy aquí contigo porque ahora eres una parte de mi corazón, eres el motivo de mis sonrisas. Y sobre todo, estoy aquí porque me interesas, porque te quiero. Ahora es mi turno de decirte, quisiera ponerte en una cajita de cristal para evitar todo aquello que te dañe
Sus lágrimas siguen cayendo con velocidad y algunas mías tambien.
—y-o te quiero Charlie, gracias por todo.
—yo también te quiero. y no, no eres una mierda de persona, ¡eres la chica más fuerte, más genial y más interesante!
Dicho eso me vuelve a abrazar.
—no quiero ser un monstruo, no quiero convertirme en Sebastián.— dice tartamudeando,  depósito algunos besos en su cabello.
El nudo en mi garganta aparece de nuevo.
—no eres ni serás un monstruo. Eres la chica que solo se resguarda del dolor, pero te aseguro que tú no eres la mala de la historia.

El valor de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora