capitulo 11 La Decisión de Rimuru

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La luz de la luna se filtraba entre las cortinas, proyectando sombras suaves sobre la habitación en penumbras. El aire era pesado, cargado de una tensión sofocante. Las sombras danzaban lentamente sobre las paredes, como si la misma noche estuviera consciente del sufrimiento que se respiraba en el lugar.

Rimuru estaba sentado junto a la cama, su mirada fija en el rostro dormido de Milim. Su cabello rosado, normalmente vibrante, yacía sin vida sobre la almohada. Su piel, fría al tacto, contrastaba con la calidez que siempre irradiaba. El contraste entre su aspecto inerte y la vitalidad que solía mostrar solo aumentaba la preocupación de Rimuru, un peso creciente sobre su pecho.

Cerró los ojos un instante, buscando una respuesta que no tenía. Algo no cuadraba. Sí, Milim había gastado una cantidad descomunal de energía, pero su capacidad de recuperación siempre había sido asombrosa. Sin embargo, no podía ignorar el silencio que se había instalado a su alrededor, esa quietud impenetrable que no parecía propia de ella.

—Ciel, dime la verdad. ¿Qué está pasando con Milim? —su voz era baja, pero contenía una gravedad innegable, como si el mismo aire se hubiera vuelto denso con la duda.

La respuesta llegó de inmediato, como una sentencia.

—Actualmente, la señorita Milim ha recuperado el 40% de sus Magículas. Su cuerpo está restableciendo el equilibrio. Sin embargo...

Rimuru sintió que su pecho se encogía. Sus palabras no eran suficiente consuelo. Algo en su interior le decía que había algo más, algo más profundo que no se estaba viendo a simple vista.

—¿Sin embargo, qué? —su voz se rompió ligeramente, la tensión haciendo que cada palabra pareciera un esfuerzo.

Hubo un breve silencio antes de que Ciel continuara.

—He detectado anomalías en su flujo de Magículas. No es solo agotamiento. Su energía... está retenida. Como si algo la mantuviera atrapada en este estado.

Los dedos de Rimuru se crisparon. La verdad era más aterradora de lo que había imaginado.

—¿Significa que alguien o algo la está reteniendo?— la pregunta salió en un susurro, casi temeroso de la respuesta.

Ciel no respondió de inmediato. Incluso ella parecía estar analizando más de lo que podía entender en ese momento. La falta de respuestas claras solo alimentaba la creciente angustia de Rimuru.

Rimuru miró nuevamente a Milim. Su expresión era inmutable, su respiración apenas perceptible. Y sin embargo, una sensación punzante lo golpeó en el estómago. Ella estaba allí... y al mismo tiempo, no lo estaba. La Milim que conocía, la llena de vida, de energía y de risas contagiosas, parecía haberse desvanecido, reemplazada por una sombra que él no lograba comprender.

Si hubiera estado aquí antes... si hubiera hecho algo diferente...

Cuatro días atrás, la vio perder el control. Milim, la persona más fuerte que conocía, siempre segura y juguetona, gritando de agonía mientras su propio poder la consumía. Era una visión que aún lo perseguía, una imagen que no podía sacarse de la mente. El miedo que había sentido en ese momento, esa sensación de impotencia absoluta, regresaba con fuerza cada vez que pensaba en ello.

Nunca había sentido tanto miedo.

Mordió su labio con fuerza, reprimiendo el grito de frustración que amenazaba con escapar, un nudo apretado en su garganta. La impotencia era su compañera, y él no sabía qué hacer con ella.

Sin darse cuenta, tomó su mano. Estaba fría. Pero no sin vida. Solo... distante. Como si una barrera invisible la separara del mundo.

—Si puedes oírme... quiero que despiertes —sus palabras fueron un susurro, una plegaria perdida en la penumbra de la habitación. No había certezas, solo un deseo profundo de que su voz llegara hasta ella, de que alguna chispa de la Milim que él conocía aún estuviera allí, atrapada en la oscuridad.

𓆩♡𓆪 𝐷𝑜𝓈 𝑅𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐷𝑒𝓂𝑜𝓃𝒾𝑜𝓈 ¡¿𝐸𝒩𝒜𝑀𝒪𝑅𝒜𝒟𝒪𝒮?! 𓆩♡𓆪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora