Capítulo 5: Comienza el espectáculo

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Narra Amara

La maldita alarma no dejaba de sonar, molestandome con el ruido que hacía retumbar mis oídos, así que la apagué sin pensar demasiado.

Ni siquiera tengo clases tan temprano.

Han pasado 3 semanas desde aquel evento en el autobús y no hay día en el cual no sueñe con los ojos verdes de Aries, que me duerma y me despierte pensando en su mirada o recordando la sensación eléctrica que recibe mi cuerpo cuando nos miramos.

Esta noche no fue diferente, mientras me hundo en el recuerdo que he creado, sin poder retomar mi descanso, una voz molesta atraviesa el silencio.

-        ¡Bruja! – Escucho a Nico gritarme, creo que es demasiado temprano para ser molestada ¿Serán las 8:00 am?  realmente no tengo dudas que cuando se cayó por el tobogán de la plaza a los 8 años, le dejó secuelas.

Querrás decir cuando lo tiraste.

Detalles irrelevantes.

-        ¡¿Qué quieres ratón de pantalla?! Despiértame a las 08:30, si quieres trabajar como mi alarma personal. –  Realmente no soy una buena madrugadora, tal vez es porque estudio hasta la noche y necesito mantener mis 8 horas de sueño.

-        Bruja, son las 09:00 am -Se ríe, disfrutando mi confusión horaria- Uno que viene en buena fe, ayer me dijiste que ibas a salir... pensé que esto pasaría y te comento que no vuelvo a ser buen hermano si me recibes así – Advierte Nico antes de cerrar la puerta con un resoplido fingido de indignación.

-        Si, sí. Cierra la puerta al salir. – Le dije antes de escuchar la puerta cerrarse.

Son las 09:00 am.

Sí, son las 09:00 am.

¡¡SON LAS 09:00 AM!!

Ya entendí, son las 09:00 am. ¡SON LAS 09:00 AM!

Ridícula.

Me levanté más que ligero, corrí al closet para sacar mi ropa preparada el día anterior. Me decidí por un pantalón cargo café, un crop top negro y un bléiser corto blanco encima, para finalizar unas plataformas negras. Aunque el tiempo que me tomó aquello, no es ni la mitad de lo que me tomó desenredar y disminuir el frizz de mi cabello. Me lavé los dientes y me comí unas mentitas, antes de salir corriendo de mi casa.

Siempre preparada para todo.

Tal vez.

Ahora nos estamos entendiendo.

Rápido corrí y alcancé un taxi, el cual frenó de golpe, ya que por poco me atravieso en la calle delante del carro. Porque no le iba a dar la oportunidad de que siquiera pudiera pensar en pasar de largo.

Fue un trayecto corto hasta el teatro de la ciudad, el cual estaba en el centro y debo confesar nunca había visitado, las entradas son costosas y yo no disfruto las multitudes.

Cuando puse un pie fuera del taxi, no pasé desapercibida. No me considero una mujer extremadamente bella pero me han dicho que mi actitud, mi seguridad y mi neutralidad facial son llamativas. Además, la fila de la sección VIP esta bastante vacía ¿Estaré llegando tarde?. La entrada se encontraba al costado del edificio, era una puerta pequeña en comparación a la entrada principal, aunque no perdía la elegancia. Para poder ingresar, había que mostrarle el código a un guardia musculoso de dos metros, que llevaba un traje negro, tenía un aspecto muy imponente y algo intimidante.

En el momento que mostré mi código, el guardia elevo una ceja en lo que supondré expresa sorpresa. ¿Será por qué es primera fila?
Ya dentro descubrí que no cumplía ninguno de los requisitos de vestimenta, aunque no eran obligación legal, era una presión social que nadie ponía en duda a mi al rededor.

Cuando nos miramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora