Capítulo 23: Suegros

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Narra Aries

-        Los saldré a distraer – Ambos observamos mi ahora inexistente erección, a causa de la sorpresa - Ve al baño, coge ropa, definitivamente debe haber algo tuyo ahí y sale del baño como si estuvieras de invitada.

-        ¿Invitada? – Susurra, me observa adolorida, pero indiferente dice – Entendido.

-        Señorita Anatomía – La jalo del brazo y la observo intensamente, con toda la sinceridad que le puedo transmitir – Te presentaré como mi novia, solo no quiero que se percaten de las ganas que tengo de follarte o será un momento muy incómodo para todos.

-        Okay – Dice manteniendo una sonrisa, se vuelve a mí y con una sonrisa divertida comenta.

-        Gracias preciosa – Río, me aseguro que mi erección haya desaparecido y salgo del cuarto, topándome con mis padres de frente, Amara se esconde detrás de la puerta, fuera de la vista de ellos.

-        HIJO – Me observa mi madre, se comienza a acercar, pero la detengo, en cambio yo me dirijo a ella y camino a la cocina para que inconscientemente me sigan. En ese momento Amara corre al baño.

-        Hoy les voy a cocinar, aunque estoy con una invitada que quiero que conozcan – Aviso inmediatamente, en voz un poco más alta de la normal para que Amara logre escuchar – Aunque ahora está en el baño.

-        ¿Una novia? – Alza la ceja mi madre y sonríe.

-        Sí – Sonrío y ella se ríe, volteando a ver a mi padre quien se encuentra a su espalda; Este no ha dicho ninguna palabra desde su llegada.

-        Hola hijo – Me observa y recorre mi vestuario – Veo que estuviste practicando ese baile tuyo.

-        Sí – Digo tenso, escuchando la desaprobación en sus palabras – He estado practicado pole sport.

-        ¿Y tu novia sabe que haces eso? – Pregunta con la ceja alzada.

-        SÍ, sí lo sé – Aparece Amara repentinamente a mis espaldas, respondiendo a la pregunta – Y me parece increíble – Agrega. Luego de callar a mi padre con su comentario, comienza a presentarse educadamente – Es un gusto conocerlos a ambos, soy Amara – Ella les sonríe dulcemente.

-        Eres muy bonita – Dice mi mamá observándola de pie a cabezas.

-        También muy inteligente - Agrego, haciéndole cariño en la mano a Amara quien, aunque no lo demuestre, debe estar muy nerviosa.

Con el tiempo he aprendido que Amara tiende a rascarse los costados de la uña con los dedos de su misma mano, hasta romper la piel y sangrar, son heridas pequeñas que la gente no ve pero yo he aprendido a notar. Por muy pequeño que sea, se hace daño y acaricio su mano para que no lo siga haciendo, a su vez para calmarla recordarle que estoy para ella.

-        Antes de continuar las presentaciones ¿Les parece si les servimos la cena? – Mis padres asienten expectantes – Espérenos en la mesa por favor, vamos pronto – Ellos se van a sentar, susurrando palabras entre ellos.

Hacemos los panqueques en silencio, pero yo la abrazo constantemente a Amara por la espalda, para transmitirle tranquilidad y seguridad, con el paso de los minutos parece funcionar, porque ya no siento la rigidez, ni la tensión de su cuerpo.

-        Te amo – Le susurro – Nada hará que ese sentimiento cambie – Continuo susurrando, mientras acaricio su cabello – Ni siquiera  la opinión de mis padres.

-        Te amo – Susurra en respuesta y me muestra los platos acabados.

Teniendo todo listo, con Amara nos dirigimos a la mesa en la cual mi madre ya preparó los servicios, ella se sentó junto a mi padre y nosotros de frente. Servimos jugos de naranja y panqueques con crema de maní. Nos observamos en silencio, hasta que mi madre decide romper el silencio.

Cuando nos miramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora