Capítulo 27: La despedida no es el fin

12 1 0
                                    

Narra Aries

Estos últimos días, han sido mortificantes, he ayudado a Amara a ordenar todo, fingiendo ignorancia, como si fuera un simple viaje y no una despedida, a su vez ella me ha acompañado en mis ensayos finales para la gala, sus bolsos están listos para mañana, mi traje de pole también esta preparado y hoy será nuestra noche de despedida. Decidimos pasar el día juntos acostados, con comida rápida, en mi cama y así ha sido, no hemos hecho nada más que acurrucarnos y disfrutar el contacto con el otro.

No quiero olvidar su calor, ni perder su olor en mi casa, realmente estoy afrontando todo esto, mejor de lo que esperaba y Amara... Ella me mira como si me sacara fotos al parpadear, tampoco quiere olvidarme. Esta separación es tan ridícula, pero me aterra decirlo en voz alta, porque siento que no estaría tomándole el peso suficiente a sus miedos.

-        Aries, bésame – Me pide Amara y cumplo lo que me pide, saboreo sus labios sin querer olvidar su gusto en mi boca – Aries, hazme el amor.

No necesita pedirlo de nuevo, mi cuerpo ruega por sentirla, aunque no es lujuria lo que me posee en estos momentos, es la necesidad de estar con ella, de que no me olvide, porque mientras yo lleno su cuerpo, ella llena mi alma.

Amara esta acostada boca arriba en la cama, abre sus piernas y permite que me arrodille entre ellas, me entrega el preservativo. Cuando me lo pongo, ella dirige mi pene a su vagina incitando a que la penetre, pero pauso el movimiento.

-        Mi señorita anatomía no te apresures – Me burlo de ella, y muevo mis caderas sin penetrarla, logrando que mi glande frote su clítoris y entre eso bajo una mano para asegurarme este lo suficientemente mojada para recibirme – Déjame tocarte y decidir – Efectivamente esta lista para mí, así que no nos hago esperar más y la penetro.

-        Aries, te sientes tan bien dentro de mí – Susurra entre gemidos.

Hago golpes largos lentos, viendo como se pierde en el placer, veo su cabello desordenado en la almohada, sus pechos que se mueven con el balance de mis embestidas, sus brazos que rodean mi espalda, sus piernas que envuelven mi cadera y sus ojos color miel, oscurecidos por el deseo, apoyo mi frente en la de ella, juntando nuestro sudor y no la beso, solo la observo sonreírme.

Ambos nos corremos en sincronía y yo me sigo moviendo, para prolongar su orgasmo y cuando ya cae rendida cerrando sus ojos, la beso. Esta noche, nos despertamos entre tantos para volver a hacer el amor y luego dormir sin soltarnos en ningún momento.

El otro día llega demasiado rápido, siento la luz del sol y las lágrimas amenazan con asomarse, pero me prometí no llorar, no nos haré esto más duro.

-        Amara hay que irnos – Le susurro y ella simplemente me abraza – Vamos a ducharnos.

Me levanto de la cama y no duro ni 5 segundos en pie porque piso algo que me lleva de cara al suelo, Amara se levanta rápidamente al escuchar el golpe y puedo ver sus ojos con lagrimas que estaba ocultando, pero su expresión tiste cambia completamente cuando me ve tendido en el piso. Ella se levanta de la cama y se para frente a mí, mientras una sonrisa se extiende por su rostro.

-        JAJAJAJAJAJAJ – Se ríe en mi cara – Amor, por favor ve con que te caíste.

-        Estoy bien, gracias por preguntar – Digo fingiendo estar ofendido, aunque no puedo ocultar mi sonrisa por verla reír.

-        En serio, mira lo que pisaste – Me indica risueña.

Cuando miro lo que pise, descubro que acabo de vivir la escena caricaturesca de la cascara de banana versión pornografica, porque me acabo de resbalar con un jodido condón usado. Ella se ríe sujetando su estómago, a lo que yo cojo el condón y se lo lanzo a la cara, haciendo un ruido de cachetada y ahora soy yo quien no puede parar de reír.

Cuando nos miramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora