Capítulo 26: Duele

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Narra Amara

-        Señorita anatomía, llegamos – Siento unas palmaditas en mi hombro junto a la voz de Aries,  que me incitan a abrir los ojos, que no recuerdo cuando cerré.

-        ¿Cuándo me dormí? – Le pregunto, entre bostezos, todavía ensoñada.

-        Inmediatamente entramos a la carretera, incluso aproveché de pasar a dejar a Maycke – Reviso mi regazo y efectivamente no tengo el transportador – Lo recibió tu mamá.

-        Muchas gracias Señor Secoya – Aries me ayuda a desabrocha el cinturón, bajamos del coche y ya en el restaurant, el cartel de cerrado nos recibe en la entrada.

-        ¿Ahora qué? – Me mira.

Le sonrío a mi novio, con la mayor naturalidad que logro encontrar en mí y le sujeto la mano, para guiarlo, pero sobretodo para recordar que todavía está conmigo, caminamos unos metros y rodeamos el edificio hasta la puerta trasera, saco las llaves de mi bolsillo para abrir una puerta de metal que nos permite la entrada a la cocina, ya ahí es solo seguir el pasillo hasta lograr encontrar la escalera.

Cuando visibilizo la escalera y comenzamos a subir por ella, me preparo emocionalmente para decirle a Aries la noticia, no quiero guardarlo, mentir por omisión, no quiero ensuciar nuestra relación y ninguno de los dos merece enfrentar la ansiedad de los secretos.

Entramos y ya en el lugar, Aries se sienta en el suelo, reposando su peso en la pared, abriendo las piernas, permitiendo que encaje entre ellas y apoyar el peso de mi cuerpo en el calor de su pecho, mientras me abraza por la espalda y nos fundimos en el silencio de nuestra compañía.

-        Aries tengamos sexo – Le propongo, como la cobarde que soy, intentando aplazar la conversación, evitar el problema y no hacerle cara a la realidad.

-        No tenemos preservativos – Dice y me acaricia los hombros con pequeños masajes.

-        Da igual – Él detiene sus movimientos, yo me volteo para enfrentarlo, sentándome sobre mis rodillas y demostrarle la seguridad de mis palabras – Estamos limpios de ETS y tengo puesto el DIU.

-        Amara, no – Dice y a pesar de sus palabras me besa, rodeo su cintura con mis piernas, él debe separarse de la pared, para permitir que pueda posicionar cómodamente mis piernas a su espalda, en conjunto sujeto su cuello con mis brazos, mi mano se hunde en su cabello y cuando siento sus manos bajar por mi cintura, pienso que se meterá en mis pantalones, pero en realidad aleja mi cuerpo haciedo presión en mi cadera – Fue la primera regla que impusiste y no la pienso incumplir. ¿Qué pasa con ese 0,1% al que siempre le temiste?

-        No importa Aries, solo follame por favor – Le suplico.

Te lo ruego, necesito olvidarlo todo, solo sentirte, entonces él sonríe y  baja su mano a mi entrepierna, frotando mi clítoris con la palma de la misma, una presión frustrante que nos separa por mis bragas y pantalones. Muevo mi cintura para apaciguar mi orgasmo y me corro sobre él. Pero a pesar de toda la euforia del momento, el vacío que golpea mi pecho no cesa. Así que busco desesperadamente bajarle los pantalones, pero él sujeta mis muñecas y me detiene.

-        Preciosa, no te follaré sin preservativo – Me dice de forma dulce, rompiendo mi ultimo intento inmaduro e impulsivo.

-        ¿¡Tan malo sería que quedara embarazada?! – Tal vez si me embarazara, obligadamente tendría que quedarme, no abría nada más que pensar, ni decisión que tomar.

-        Amara, sería lo más hermoso tener un hijo contigo, pero no así – Me sonríe de forma triste – No de forma precipitada.

-        Por favor aries, hazme el amor – Esta vez mis suplicas, suenan con la voz rasposa y no es hasta que siento el saber salado por mis labios que me doy cuenta que estoy llorando.

Cuando nos miramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora