Capítulo 28: La distancia

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Narra Amara

El tiempo parecía detenerse mientras nos abrazábamos, traté de grabar cada detalle en mi memoria. Con un nudo en la garganta, me aferré a mi maleta mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse nuevamente, las ruedas de mi maleta resuenan en el bullicio del pasillo hacia mi sala de embarque, el tiempo transcurrió sin yo percibirlo, sea como fuera ya mi decisión estaba hecha, Estoy subiendo a un avión a miles de distancia de donde quedaron mis sentimientos.

¿Habrá visto la carta? ¿Qué sintió Aries al leer la carta? ¿Me odiará?

Jamás te odiaría.

Debería, tiene que olvidarme y seguir adelante. Hoy debería ser su gala, su día y lo arruiné, no lo podré acompañar ahora ni nunca, quiero renunciar a este viaje, mi futuro es con él y lo sé profundamente en mi ser. Estoy al tanto que mi decisión tiene un sentido de deber conmigo misma, que no podemos depender emocionalmente de él y que estos son mis planes desde pequeña, no los puedo cambiar por un hombre que apareció en mi vida.

¿Quién dice que no?

Siento mi pecho apretarse, mi respiración es dificultosa mientras busco mi lugar y cuando ya estoy en mi asiento las lágrimas se deslizan por mi mejilla. Lo amo, en serio lo amo, quiero volver, me arrepiento, esto no es lo que deseo ahora, él no es un simple hombre que apareció para desaparecer, como si lo usará por mi salud mental y lo pudiera reemplazar, él es mucho más que eso y tengo miedo, quiero volver, quiero abrazar y besar a Aries, sentir la electricidad de su mirada en la mía nuevamente.

-        ¿Esta bien señorita? – Alzo la vista y tengo a la azafata mirándome con preocupación - ¿Necesita asistencia?

-        No estoy bien – Admito y se siento bien decirlo, emociones que no demostré hasta que él llegó a mi vida con su sonrisa y ojos verdes, ignorando el recuerdo explico mi respuesta – Pero nada físico, gracias por la preocupación.

Ella sonríe y saca de su bolsillo un chocolate junto a pañuelos de papel. Los acepto, agradezco y con una última mirada de empatía, sigue avanzando. En la soledad que me pesa, decido abrir un libro de mi bolso de mano, mientras espero que el tiempo pase y pueda llegar rápidamente a mi destino. Es entonces cuando antes de caer dormida, recuerdo una frase de Mario Benedetti que cala en mi psiquis "Me gustaría que estuvieras acá conmigo, donde mi insomnio anhela tenerte y donde mi corazón grita que no quiere perderte".

Narra Aries

No sé qué la hizo amarme cuando, yo ni siquiera me he aprendido amar y si algún día descubro que es, prometo no cambiarlo jamás. La recuperaré no tengo dudas, así que, recogiendo los pedazos de mi corazón que se repartieron con la despedida, abro la puerta y me encuentro a mi cuñado reposando sobre el lavamanos frente a los baños.

No es tu cuñado.

Nico me observa, se acerca lo suficiente para envolverme en sus brazos, acompañándome y vuelvo a llorar, con miedo y dolor.

-        La amo – Nico frota mi espalda y me siento como un niño pequeño que requiere compañía porque se ha perdido, pero la realidad es que estoy perdido, frente a un camino y destino dudoso.

-        Ella te ama, esto no es una separación – Se aleja, pero sus manos sujetan mis hombros, para obligarme a mirarle – Ahora iremos a prepararte para la gala de esta noche, hazlo por ti y por ella.

-        ¿Ella? – ¿De que sirve hacerlo por ella si no está para verlo? Él sonríe.

-        Viene Francesco Sansone - Escuchar aquel nombre me entrega algo de sentido para mis futuras acciones.

Cuando nos miramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora