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Otro día normal como usualmente en la casa de la bella familia que había acogido a aquellos animatrónicos. El padre de las dos pequeñas tenía su día de descanso. Había pasado dos meses y medio desde la llegada de Monty y Sun y Moon, los animatrónicos del Pizzaplex en los que los mayores de las familia han estado trabajando.

A diario compartían tantos momentos. Y con el cambio de las estaciones, los meses pasaron. Las hojas de los árboles cambiaban su tono verde a una gama de colores cafés y amarillentos. El fresco en el aire aumentaba. El verano llegaba a su fin dando paso al otoño.

Había llegado una fecha especial.

—... Y que cumplas muchos años. Que los cumplas feliz —Cantaron a coro para la más pequeña.

La pequeña Mary tenía una sonrisa tierna e infantil en el rostro, iluminado por las velas del pastel de chocolate y fresas, relleno de su crema de merengue favorita. Ocho velas, ocho primaveras en este mundo. Toda una vida por delante.

La acompañaban su hermana y su padre, así como sus tres agregados amigos animatrónicos, quienes se habían vuelto parte de la familia y, contra todo pronóstico, estaban enamorados y más unidos que nunca.

Monty tenía dos polos opuestos a los que amar y que lo amaban. Su tierno Sunshine estaba que brillaba de la alegría, casi dando saltitos, muy inquieto sin poder contener su entusiasmo por la pequeña fiesta de cumpleaños de la niña. Por otro lado, Moondrop era algo más serio, de brazos cruzadas y sonrisa ligera. Aplaudió un poco al término de la canción y regresó los brazos a su posición.

—¡Feliz cumpleaños, pulga! —la felicitó de nuevo Monty cuando la niña sopló las velas— ¿Qué deseaste?

En los meses que habían pasado, algunas mejoras se les habían agregado, la voz robótica fue reemplazada por una de más fluidez, los movimientos también resultaban más gráciles y finos y las expresiones en su otro más reales.

—¡Eso no se dice! Es la regla de los cumpleaños.

Interrumpió el Sol tan pronto como Monty acabó de hablar.

La cumpleañera rio un poco, mientras con su padre empezaban a cortar rebanadas de pastel que ponían en platos.

Comieron un poco de pastel, entre platicas ligeras. El padre de la pequeña había tomado tiempo de su trabajo para invertirlo en su nena. Rin había cubierto dos puestos por demasiado tiempo.
Y, hablando de Rin, la menor de la familia sirvió la rebanada más grande a Monty.

—Me dará un coma diabético.

Le dijo el caimán, que, a pesar de su comentario, comenzó a comer.

—Necesitas mucha energía, se baja la glucosa. En algunos años deberán cuidar mucho más de eso —respondió la hija mayor de la familia.

—Haz hecho un trabajo realmente asombroso —comentó su padre—. Será la cúspide de la ingeniería cuando estén completados.

—Por cierto, Rin —interrumpió de repente Moondrop— ¿Cómo van nuestros diseños?

Hubo un leve silencio, solo roto por el sonido de la vajilla chocando entre sí cuando la pequeña Mary quitaba el betún de el plato con el tenedor para luego llevarlo a la boca.

Algo de tensión, Rin parecía pensativa.

—Los verán después.

Dijo por fin.

—Oigan ¿Por que no abrimos los regalos? Mary, ¿Quieres empezar a abrirlos?—. Sundrop odiaba los silencios incómodos como nada más en el mundo.

-¡Si! —respondió entusiasmada la pequeña Mary, bebiendo de su leche y bajando de la mesa para ir por las cajas, seguida del Sol.

Monty volteó a ver a la Luna "Algo nos oculta" le decía con la mirada, y el otro entendió de inmediato.

Mary y SunDroop regresan entusiasmados con los regalos y la pequeña empezó a abrirlos uno a uno; había ropa, calcetas con dibujos de dinosaurios, una gorra que dictaba la leyenda "Fuera de Servicio", una muñeca de bailarina y, de parte de los androides, un equipo de dibujo para nivel escolar y un tren de vapor armable. Todo a gusto de la pequeña y muy adorable cumpleañera.

—Puede que ya no tengas edad para la guardería —agregó Sun cuando la niña lo abrazaba-. Pero siempre será un honor y un placer cuidar de ti y estar contigo, pequeña amiguita ¡Espero seguir para ti muchos, muchos, muchísimos años más!

La familia de Mary enterneció ante las palabras. Eran palabras tan dulces.

Edward se enfocaba en guardar las cajas y envoltorios para reutilizarlos después.

—¡Yo te ayudo!

Mary fue con él. No le molestaba. Este estaba siendo, sin duda, un cumpleaños espectacular.

Monty miró a SunDrop y le tomó una mano con dulzura.

—De verdad que te entusiasman las fiestas de cumpleaños.

—¡Claro que sí!¡Son muy especiales! —declaró el Sol mientras se aproximaba a tomar la otra mano de Monty hasta encontrarse frente a frente unidos mediante el tacto.

—¿Es por qué es Mary? No tiene nada de malo decir que es así.

—De hecho —habló el Sol cambiando un poco la expresión—, usualmente nadie nos hablaba para las fiestas de cumpleaños en el MegaPlex.

—¿Y eso por qué? Ustedes son geniales. Quisiera una fiesta temática con ustedes.

Monty hablaba con una seriedad que no era posible ante aquellas palabras. El Sol tuvo problemas para ver si lo decía de forma "sarcástica", pero tampoco era así. Era más un aire verdadero, bondadoso, que le hizo sonreír y acalorar el rostro.

—S. S. Si, si, bueno... Había algunos rumores y no les agradábamos a los padres —habló atropelladamente Sun—. Además, los niños de los que éramos sus favoritos, eran tan pequeños que supongo que los padres preferían dejar a qué crecieran para tener los recuerdos por más tiempo... Ya sabes.

Terminó con una leve risa que solo sonó triste.

—Bueno —respondió Monty-, ahora ya no tienen que preocuparse por eso. Ahora son los únicos y favoritos para más de dos niños, incluido yo.

Sun estaba apenado, habiendo olvidado su antigua tristeza.

—No lo dices en serio. No eres un niño.

—Luna cree que me comporto como uno.

—¡Si lo haces! —gritó Luna desde la cocina donde lavaba los platos. Tomó de inmediato una toalla de manos después de cerrar el grifo y después de secarse las manos se dirigió hacia los otros dos—. Hace rabietas, le gustan los cuentos y que le canten para dormir. Es como un niño mimado.

—El niño mimado de ustedes, mis hermosos astros —contraatacó llenó de cariño viendo esas bellas sonrisas que se dibujaban en las cara de ambos. No pudo evitar el reflejo de dirigir el hocico hacia la nariz de la Luna y hacerle un beso nariz a nariz, para luego hacer lo mismo con el Sol, quien pasmado se quedó quieto unos segundos, pero luego correspondió amable y amorosamente.

En ese momento sonó el timbre. La pequeña Mary fue a abrir la puerta con su padre a pocos metros a su izquierda. Lo que había detrás de la puerta pidiendo por entrar, llegó como una imagen fuera del foco de la realidad. La voz de Mary llamó de inmediato la atención de Monty hacia aquella figura.

No había palabras, solo miedo, solo petrificación de cada músculo semi mecánico de su cuerpo. Solo el recuerdo de dos narices chocando entre ellas como expresión de amor, mientras la pequeña clamaba entusiasmada.

—¡Freddy!

Eclipse Reptiliano =Glittergolf History=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora