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No había palabras para describir lo que era el sentimiento, pero, si tuviéramos que acercarnos a lo que sentía Monty, podríamos decir se sentía igual que un enorme ancla de barco atada a la garganta cuyo peso se enfocaba en el pecho.

La culpa es un enorme peso de conciencia que puede quedarse para siempre, no importa si intentaste esconderlo en un cajón mental o bajo la alfombra, no puedes evitar su existencia para siempre. Pero, no se le podía culpar por haberlo estado evitando, considerando la enorme cantidad de cosas que habían estado pasando desde hace unos meses: pasando desde la locura desatada con la ruptura en la brecha de seguridad, hasta el cambio de ambiente y de percepción en un cuerpo nuevo que requería de nuevas atenciones.  

Pero verlo aquí, ahora, al recuerdo de lo peor que ha hecho en su existencia hasta el momento, era simplemente demasiado para poder mantener las apariencias. Odiaba tener más conciencia, más emociones. No parecía el momento adecuado para tenerlas, por qué no sabía como actuar.

—Monty ¿Estás bien? Luces pálido, lagartijita —habló Sun Drop con divina preocupación en la mirada, tomando del brazo a Monty, mientras la sorpresa y las preguntas, es decir, toda la atención de los habitantes de la casa, se dirigía hacia Freddy.

Se le veía cansado, con el cuerpo lleno de suciedad y degastado, las luces en sus ojos parpadeaban, indicando que su energía se agotaba. El oso entró a la casa, guiado por el padre de la familia y la más pequeña de la casa. Detrás de él, Monty pudo ver dos figuras más, pero más bajas y menos angostas: dos humanos, un niño de cabello café que reconocía a la perfección y cierta guardia de seguridad que tampoco sería fácil de haber olvidado.

—¿Cómo le duró la batería tanto tiempo? —cuestionó Cath al tiempo que revisaba la parte interna del pecho de Freddy.

—Con esto —enseñó Gregory un aparato color amarillo con tres puntas de metal, como un aparato para hacer trenzas pero más complicado—. Fueron un par de coches que tendrán que ir con el mecánico después.

—Doctor —habló el oso. Técnicamente, si, el hombre al que le hablaba tenía un doctorado—. Hemos buscado por mucho tiempo a alguien con sus habilidades, para que nos ayuden. Este cuerpo... es robado... Y me rechaza.

El mecanismo para guardar regalos cerró en las narices de Cath y se retorció como si intentase liberarse de algo.

—Puedo notarlo —comentó la ingeniera. Pero entonces, algo no cuadró bien—. ¿Cómo nos encontraron?

Freddy pareció entender de inmediato su angustia, pero estaba muy cansado para hablar, así que buscó con la vista por el cuarto y su mirada se enfocó en Moon y en Sun que acompañaban en silencio a un Monty nervioso.

—Vimos como uno de ellos acompañaban a la niña a la escuela —se adelantó Vanessa, ahorrándole el esfuerzo al animatrónico que desfallecía—. A Sun para ser específicos.

Sun pensó que había algo muy diferente en Vanessa. No se parecía en nada a la guardia de seguridad que recordaba. Parecía, de alguna forma más... humana. Era difícil de explicar. Seguía pareciendo seria y hasta cierto punto tan ruda como una mujer valiente lo es, pero había una chispa de bondad que siempre sintió que se opacaba por algo más.

Quizá su trabajo de guardia en aquel entonces había tomado más de ella de lo que parecía.

Por otro lado, Gregory... A Gregory prefería no analizarlo demasiado, o terminaría notando que había algo realmente mal con ese niño. 

No sonreía, no tenía demasiada expresión en los ojos y solo se dedicaba a escuchar mirando con atención a los humanos que lo rodeaban, más que a las máquinas.

Eclipse Reptiliano =Glittergolf History=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora