1 •Volver•

1.8K 135 3
                                    

Las bienvenidas son, en conclusión, una mierda y una muy grande. 

No he dicho absolutamente nada desde que traspasé la puerta hace 5 minutos, mi madre me mira con felicidad, mi hermana Adeline sostiene en sus manos un pequeño pastel de chocolate y nuez. 

Y Jacobo tiene globos con mensajes positivos, coloridos y felices. 

—Pareciera como si me estuvieran dando la bienvenida al salir de rehabilitación por drogas —comenté en mi silencio, Jacobo suelta una risa incontrolable y mi madre golpea sus costillas con enojo. —solo bromeo —acomodo mi ropa e intento ocultar la incomodidad que me genera esta situación, se que lo hacen porque me quieren y lo acepto, pero esto es demasiado. —Es lindo verlos y agradezco que no esté toda la familia presente —dejo mi mochila sobre el sillón.

Los cambiaron, ya no son los que papá había comprado hace tiempo y la fotografía que estaba encima de la chimenea desapareció, supongo que mamá no ha querido ver más recuerdos desde el ultimo incidente hace 5 años...

Cómo pasa el tiempo, ¿no?

No he vuelto a casa desde entonces, vacaciones y demás los he pasado en el campus de la universidad, no me atreví a volver aquí, hasta hoy.

Tome la decisión de posponer mis estudios por un tiempo, la carrera ya no parecía ser algo que me gustara y lo que había comenzado por un placer, hoy, ya no lo es. Recibí el apoyo de mamá y de Adeline, cuando se los comenté por videollamada, fue duro llegar a esa decisión, pero es la correcta.

—Quitamos la foto hace tiempo, no hoy —asentí, no me importaba solo son fotos y el recuerdo de un padre fallecido no estaba ahí.

—¿Y la música? —pregunto, aunque a mi no me gusta esto, se que se esforzaron mucho por la decoración. Mamá esbozó una sonrisa, se sentía orgullosa de que no tratara mal el momento que había creado y seguro le llevó tiempo planearlo. —He visto bienvenidas mejores

—¡Iré por los discos de vinilo! —exclamó con emoción Jacobo.

Jacobo es el prometido de mamá, 5 años de relación y meses de comprometidos. Van a tener un hijo, mamá lleva 3 o 4 meses de embarazo.

El no vive aquí, tiene un departamento más cerca de la ciudad y Adeline me ha comentado que mamá no pasa mucho tiempo aquí, esta decidiendo que hacer con la casa.

—¿De verdad Jacobo? ¿Vinilo? —la voz divertida de Adeline se hace presente, estoy buscando el momento en el cual intervenir y decir algo, pero mi mente solo logra mantenerse presente. —Emma, dile algo es tu fiesta

—El vinilo esta bien

—¡Yes! —grita con victoria y se retira un momento, a los segundos ha regresado con un gran disco. Los observo, se ve y se siente como una familia.

Adeline me toma de la mano, arrastrándome hacia la cocina, detrás de nosotros mamá y Jacobo hablan sobre la canción que van a poner.

—¿Qué tal el viaje?

—Aburrido, cuatro horas aburridas —aprieta sus labios entre si y me mira apenada —siempre quise viajar en tren 

—¡Lamento tanto eso! —se disculpa de inmediato pero veo esa sonrisa maliciosa en su rostro y los entre cierro. —Olvidé comprar el boletó de avión a tiempo y cuando lo quise hacer ya habían cerrado el día 

—Si, no te preocupes —le sonrío —cuando tengas que viajar me avisas y te devuelvo el favor —niega y suelta una risa de sus labios

—Espero nunca necesitarlo —deja el pequeño pastel encima de la mesada, se dio la vuelta para buscar en los cajones un cuchillo. —Se que quieres descansar un poco, pero Camila, mi mejor amiga ¿La recuerdas?

—Si —una joven de 28 años

—Esta trabajando en un nuevo proyecto —corta una rebanada de pastel y la deja encima de una servilleta

—Tenemos platos ¿No?

—No voy a lavarlos —indicó —como te decía, está con un documental y busca un poco más de información sobre la depresión —clavé mis ojos sobre los suyos —No te estoy obligando a que lo hagas, solo necesitaba saber si te animabas

—¿Estas de broma?

—Te pagará por ello

—¿Por qué habría de exponerme ante una extraña de esa forma?

—Lo has hecho con tu psiquiatra

—Pero ella es profesional, no lo divulgará —llevé a mi boca un bocado de pastel, el chocolate tenia ese sabor peculiar de amargura que hacía de este momento uno peor. —No tengo ganas de hacerlo, lo siento Adeline

—Si, no hay problema, solo quería comentártelo, a lo mejor te serviría el dinero —sus ojos azules estaban oscurecidos y avergonzados, lo sabía por el rubor en sus mejillas. —Puedes pensarlo igual

No toqué más sobre el tema, no haría de mi condición un producto de pago y no me molesta que lo haya preguntado, me incomoda.

¿O es lo mismo?

No lo sé.

—¿Y mis demás hermanos? —noté cierta incomodidad con mi pregunta

—Adri... lo siento, yo intenté hacer que venga, pero no quiere —asentí con comprensión y mastiqué otro pedazo de chocolate

—Lo sé, yo lo sé, no te preocupes no es tu culpa

—Y Esteban, se encuentra en un campamento de verano junto con el instituto, durará hasta marzo. —su boca se entre abrió para buscar una gran bocanada de aire —Y sobre lo de Adri, es difícil

—Adeline, no tienes que decirme nada, yo estoy bien con eso, nunca tuvimos la relación que tienen ustedes y no me molesta que no hablemos. —llevo a mi boca otro pedazo de chocolate

—Solo... dale tiempo, le ha afectado mucho lo tuyo y cada uno lo ha procesado de diferente manera

Asentí.

Claro que toda la familia vivió diferente lo mío, fue Adeline quien me encontró colgada de las escaleras, mamá no estaba aquí, Adri estaba en la universidad y Esteban preparando alguna actividad de verano. Es completamente entendible, 5 años no es nada en tiempo, solo es un número y lo demás son recuerdos.

Ni siquiera la abuela me dirige la palabra, estoy suelta de la familia y obligaciones.

En fin, que lindo es volver a mi hogar. 



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El aroma de las mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora