4 •Pastillas•

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Amarré mi cabello, algunos mechones quedaron sueltos e intenté darles un lugar detrás de mi oreja. La pantalla de la laptop está encendida, veo mi reflejo, mientras espero la conexión de la Dra. Colorado. Llevo unos 10 minutos esperando.

—¡Buenos días, Emma! —su voz es una caricia para mi alma, escucharla me hace sentir paz y sonrío de inmediato en cuanto la veo detrás de la pantalla. Su cabello esta suelto, es de tes blanca, y tiene unos lindos ojos verdes, su edad ronda los 30. —Lamento hacerte esperar, tenia otra llamada en línea —asentí

—Buenos días —contesté con una sonrisa, ella la corresponde y entré abre sus labios para decir algo

—¿Cómo has estado?

—Bien, mi viaje estuvo bien, mi familia bien, volví a entablar una conversación con Claris —está atenta a todo lo que sale de mi boca —También vi a María —ladea su cabeza hacia un costado y cambia su postura, mira hacia arriba, rebusca palabras.

—¿Cómo te ha hecho sentir eso? Referido a tu abuela, primero —respiro profundamente

—Bien, ella me golpeo, pero bien —elevó una ceja con sorpresa —no estoy enojada por eso, siento que lo merecía

—¿Sientes que merecías que tu abuela te golpeara?

—En parte... solo ha sido una cachetada —me reacomodo en el asiento y trato de mirar hacia otro lado —supongo que todos tienen formas diferentes de afrontar las situaciones —apretó sus labios —es mi abuela, no voy a molestarme porque me golpeo —asintió —¿puedes dejar de verme con esa cara?

—¿Con que cara te veo, Emma?

—Con esa expresión de desaprobación

—No pongo ninguna cara, tú estas hablando y te estas expresando, es así como sientes que es la situación y está bien, sabes que no te juzgo —restregué mis ojos —¿Tu familia?

—Bien, hicieron una bienvenida con flores y un pastel —sonrío al recordar lo divertido de ese día —hubo música y discos de vinilo, estuvo bien

—¿Quiénes estaban?

—Jacobo, mi mamá y Adeline

—¿Los demás? —odio que sepa todo mi entorno familiar, pero es a quien le he contado todo.

—Esteban, está en un viaje de la secundaria y Adri, no lo sé —asintió —no hablamos y quizás nunca lo hagamos, no me siento mal por eso en realidad, es neutral.

—Me gustaría que intentes arreglar esa relación —tragué saliva —llamarlo e invitarlo a salir, un café quizás o simplemente a caminar, Adri, tiene sus motivos para estar enojado y me gustaría saber porque... ¿no te gustaría saber porque está, tan molesto por lo que hiciste? —asentí —inténtalo, Emma, no puedes perder nada.

—Lo intentaré

—Muy bien, ¿y con, María? ¿Hablaron? —niego y deslizo mi mirada hacia afuera de la habitación, el pequeño escritorio que Jacobo colocó para mí, está enfrente a la ventana y este, me da una vista más amplia hacia el exterior, los automóviles pasando, las personas deslizándose por la acera.

—La vi, cuando salí de la casa de Claris, fueron unos minutos que se sintieron como miles y ella estaba regando el jardín delantero, la enfermera de mi abuela grito mi nombre y miró hacia la dirección en la que yo estaba, hicimos contacto visual pero no paso nada... solo fue una mirada —suspiro y recuerdo cuando le llevé los papeles a mi madre —lo mismo sucedió el día que mamá me pidió que le alcance unos papeles, solo fue un leve movimiento para estar atenta, pero no se giró a verme ese día.

El aroma de las mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora