Capitulo Veinticinco

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El hecho de que estuve a punto de morir escalando la montaña, el cansancio de estar despierta, el dolor de mis músculos por someterlos a un ejercicio tan pesado, todo quedo de lado ante mi necesidad de llegar con Rafael.

Fui la primera de mis hermanos al entrar a la cueva, mis ojos se tardaron precisos segundos en adaptarse a la oscuridad, casi a ciegas corrí por los largos túneles que estaban pobremente iluminadas por unas pocas antorchas, siguiendo el eco del sonido de agonía de mi pareja.

Los pasos de mis hermanos resonaban a mis espaldas, pero no me preocupe por ellos, sabiendo que estarían siguiéndome de cualquier manera.

Cuando alcance el final del túnel me detuve de golpe por la impresión, pues claramente un asentamiento en forma de panal subterráneo se entretejía en el corazón de la montaña.

Era asombroso como todo se contactaba entre si por caminos de piedra, puentes colgantes, y más maravillas arquitectónicas que no podía iniciar a detallar.

Mis ojos escanearon el lugar sacudiéndose la impresión, concentrándome en el edificio que ocupaba el lugar central.

Desde donde estábamos se podía ver todo el movimiento que estaba ocurriendo dentro, no deteniéndome a tomar un respiro seguí con mi camino para llegar a las enormes puertas dobles que cerraban el lugar.

Gruñí con ímpetu al aumentar mi velocidad y prepararme para el impacto.

-¡Julieta espera!- Grito uno de mis hermanos pero no alcanzo a detenerme.

Mi cuerpo se encogió como una bola de impacto estrellándose directamente contra el material con suficiente fuerza para romperlas y abrirlas.

Caí con muchísima dureza contra el piso, clavándome pedazos de madera, gracias a la diosa el material no era muy grueso para romperme algo pero si lo suficiente para dislocarme el hombro a juzgar por el dolor que me recorrió el brazo izquierdo y la humedad de mi frente que me confirmo que también me había abierto la cabeza.

-Estas jodidamente loca- escupió Jack llegando a mi lado mientras me ayudaba a ponerme en pie, Julian y Jace ya estaban protegiéndonos de los vampiros que estaban cerca- Esto te va a doler pero necesitas ese brazo- advirtió mi hermano y sin esperar mi respuesta me ayudo a recolocarme el hombro.

Deje salir un pequeño quejido pero las cuchillas de mi mamá ya estaban en mi manos lista para desgarrar los cuellos de quien se me atravesara.

Jace y yo los distraeremos, ustedes dos vayan por sus parejas y nuestro hermano a la de ya

Nos dice Julian por el vínculo y no necesita repetírnoslo para que Jack y yo sigamos los sonidos de más pelea junto con el aroma de nuestros mates a toda velocidad.

Los pasillos de la edificación parecen estar hechos para ser un laberinto, pasamos por muchas habitaciones cerradas, de reojo observo como las puertas están atrincheradas o atascadas evitando que los vampiros salgan.

Lo cual explica por que hay tan pocos chupasangre en nuestro camino, pero a juzgar por el sonido de la madera crujiendo y rechinando con los gritos de enojo del interior eso no duraría mucho.

Escaleras, rampas y un sin fin de cuerpos después finalmente llegamos a la entrada de lo que parece un salón de baile de un castillo antiguo.

Arrinconado contra un pared el lobo de mi pareja trata de quitarse de encima a tres vampiros mientras esquiva como puede a otros cinco que no dudan en hacerle todo el daño posible, del otro lado la pareja de mi hermano en su forma humana pelea con al menos una docena de sanguijuelas.

Superados claramente en número no nos detenemos a pensar cuando cada uno corre en diferentes direcciones para ayudar a nuestra respectiva pareja.

Los vampiros notan nuestra presencia antes que los lobos, pero al menos por mi parte lo hacen demasiado tarde, dos de ellos yacen en el piso con cortes profundos que atraviesan desde su espalda baja hasta sus hombros antes de que se giren hacía mi para atacarme.

Ojos Color de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora