Correr a lado de tu mate era una experiencia única según mis padres y mi hermano. Solían decirme que nunca te sentías más libre que en esos momentos, que todo el mundo podría estarse acabando pero tú no lo sentirías de esa manera.
Aunque mi primera vez con mi pareja no fue en la mejor de las circunstancias, aún así podía sentir ese aura de la que tanto hablaban.
Sentía la emoción en mis venas, la adrenalina en mi corazón, la felicidad en mi alma, la paz en mi ser. Me sentía completa, como si yo perteneciera a ese preciso momento donde la tierra golpeaba con fuerza mis patas, los arboles nos rodeaban y el aroma a bosque nos cubría. Si, yo pertenecía ahí y todo lo demás me pertenecía a mi.
Los treinta minutos se hicieron cuarenta ya que tuvimos que tener consideración por la rouge en el lomo de mi compañero. Los nervios hacían nudos en mi garganta y no me dejaban disfrutar totalmente del momento.
Pronto sentí el aura de la barrera que delimitaba el territorio de mi manada, y por la manera en que el humor relajado desapareció de mi mate supe que él también lo sintió. Dos presencias se acercaron a toda velocidad, no sé si porque me reconocieron o porque el aroma de ambos rouges les llamo la atención.
Deberías dejar de llamarlos así, estoy segura de que muchos encuentran ese término ofensivo
¿Y tú como sabes eso?
Porque Romeo me lo dijo.
¿Y quién es Romeo?
El lobo de Rafael por supuesto.
Me quise reír aunque no era la mejor situación.
¿Yo Julieta tenía un mate que se llamaba Romeo?, el mundo tenía un retorcido sentido del humor. Pero hice caso a mi loba he hice una nota mental para no referirme a los ro... Los lobos de esa manera de nuevo.
Quería iniciar esta relación bien, sin meter la pata más de lo que ya había hecho.
Los guardias ladraron en advertencia mientras otros nos gritaban que nos alejáramos. No habían reconocido mi presencia, tal vez porque estaba llena de sangre de Leonardo, la chica peliblanca y los rouge que nos atacaron hace rato.
Soy Julieta, déjennos pasar y avisen a mis padres que estoy de regreso.
Mande la orden mental y solo así dejaron de gruñir pero nos vieron desconfiados. El guardia que estaba en su forma humana se aclaro la garganta y se puso en medio de nuestro camino, por su color de ojos lo reconocí como un ex miembro de Golden Moon, diferenciar a ambos miembros de las manadas era sumamente sencillo.
-Señorita Julieta, no podemos permitir el paso a desconocidos sin permiso de alguno de los Alphas, Betas o la Delta-.
Gruñí molesta y me transformé, a lo que Rafael también gruño molesto, lo más seguro es porque estaba desnuda enfrente de otros machos.
-La hembra esta herida he inconsciente, te puedo prometer que no representa una amenaza para la manada. ¿Y acaso le estás prohibiendo la entrada a mi mate?-. Cuestione molesta y el guardia palideció un poco mientras tragaba saliva nervioso.
-No me atrevería a hacer eso, pero son instrucciones y es el protocolo, no podemos no seguirlas-. Dijo inseguro, mis ojos brillaron y mis colmillos se alargaron amenazantes.
-Déjenlos pasar, es una orden directa y más les vale recordar con quien están hablando. Puede que Julieta no sea la heredera de los Alphas, pero sigue siendo su hija, su rango esta por encima de los suyos, y este lobo no es uno cualquiera, sino que es su pareja de vida. La próxima vez que cometan un error de este estilo los mandaré al campo de entrenamiento un mes-. Una voz masculina sonó detrás de los guardias haciéndolos sobresaltarse mientras asentían y se hacían a un lado.
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Ojos Color de Luna
Loup-garouLibro II Cuando era una niña mis padres me contaban acerca del mundo, las aventuras que vivieron, los peligros que enfrentaron, los amigos que conocieron. Pero no había una historia que me gustara escuchar más que cuando se encontraron. Así que mien...