Capitulo Veintiocho

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Bien, solo habían pasado seis horas, treinta y dos minutos y catorce segundos desde que marqué a mi mate y mi madre le dio su sangre para salvarlo.

Solo seis horas, treinta y dos minutos y veinte segundos.

No es mucho tiempo, es completamente normal que él siga inconsciente, ¿verdad?

Okey Julieta, respira, adentro afuera, adentro afuera, adentro afu...

¡¿PORQUÉ AÚN NO DESPIERTA?!

Juro que si me quedo calva por el estrés haré que Jace se deje crecer el cabello y después me lo done para hacerme una peluca.

Podía sentir a Casiana retorciéndose en mi pecho y su angustia sumada a la mía estaba empujándome lentamente a un estado de paranoia inexplorada.

Mi salud mental pendía de un hilo tan fino en estos momentos que me sorprendía que Rafael no se despertara únicamente para pedirme que me quedara quieta y lo dejara dormir en paz.

Tome un par de bocanada de aire antes de decidir que no podía seguir así, me mantuve ocupada antes dándome una ducha, poniéndome ropa cómoda, y desenredándome el pelo, pero las pequeñas actividades no me mantenían distraída lo suficiente ya.

Así que obligue a mi cuerpo a relajarse, me metí bajo las cobijas de la cama donde mi mate estaba acostado y solo empecé a contar sus pestañas una por una.

Unos quince minutos después cerré los ojos y convoqué imágenes de todo lo que había pasado, una tras otra aparecieron como si fuera una película.

No pude soportar el hecho de ver la sonrisa de mi pareja en mis recuerdos pero no en la realidad así que los volví a abrir solo para encontrarme con la mirada verde de Rafael que lucía tan cansado como confundido.

-¡Despertaste!-. Grite mientras me sentaba de golpe en la cama.

Él siguió mi ejemplo con más calma, probando sus extremidades como si le fueran ajenas.

-Te dije que estaría bien hermosa, ¿Acaso dudaste de mis palabras?-.

-Pues considerando el estado medio muerto que tenías cuando mi hijo mayor te trajo a nuestra casa entonces diré que sí, cualquiera hubiera dudado de tus palabras-. Hablo mamá desde la puerta donde estaba recargado en el marco.

Mis mejillas ardieron por la vergüenza y solo podía rezar que no hubiera visto mi pequeña crisis.

-Alpha-. Se inclino de manera respetuosa Rafael ante mi madre y ella le sonrío divertida.

-Mira, que tan bien entrenado te tiene mi hija-.

-¡Mamá!-. le grite indignada pero ella solo se río mientras se acercaba.

-Solo digo la verdad Julieta- su sonrisa desaparece y ahora se encuentra muy seria- ¿Cómo te sientes cachorro?-.

Rafael la ve con incomodidad.

-Tengo diecinueve casi veinte- se defiende y se ve tan tierno con ese puchero- Pero me siento bien Alpha, un poco entumecido pero eso es todo-.

Me lo quiero comer entero.

Mamá camina hasta quedarse a lado de él, ladeando la cabeza para verlo con ¿cariño?

-Soy demasiado vieja para verte de otra manera cachorro- repite y escucho quejarse a Romeo en mi cabeza- ¿Julieta te ha explicado lo que sucedió?-. pregunto y Rafael me voltea a ver confundido.

Me aclaro la garganta y fulmino a mi madre con la mirada ignorando la de mi mate.

-Se acaba de despertar y no tuve oportunidad-. me defendí y ella solo asintió.

Ojos Color de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora