Después de la conversación que tuvimos, me fui y ayudé a las chicas con lo poco que faltaba.
Básicamente lo que hicimos fue limpiar la habitación donde ensayaremos.
La noche fue espectacular, decidimos ir a lo de Jean todos juntos y nos divertimos mucho. Andreu estaba algo distraído, se que dice que no le afecta lo de Karen pero lo conozco suficiente como para saber qué tiene rabia por dentro, no le gusta perder el control y tengo algo de pena por yo causarle ese sentimiento de enojo. Aunque yo moví los hilos si ella no hubiera accedido a besarse con Sebastián nada de esto estaría pasando, es una zorra.
Por lo que tenía entendido debía venir a buscar sus cosas, pero no lo ha hecho.
Se ve tan mono, así perdido en sus pensamientos. Me permite observarlo detalladamente, cada centímetro de su rostro, su pelo castaño encrespado y sus labios entreabiertos.
Ya estamos en casa, todos duermen. A excepción de mi.
Miro el techo desvelada, pensando en cual será mi próximo movimiento, en sí está bien esto de querer tenerlo.
Osea soy mujer, me valoró como para saber qué rogarle a un hombre no está bien, pero en mi defensa no lo he hecho. El no sabe mis intenciones, ni todo lo que he hecho y planeado para estar a su lado.
A veces quiero rendirme, dejar de lado esto que siento por él pero se me hace imposible.
¿Por qué es tan difícil alejarse de la persona que amas? Si sabes que no está bien, que te estás lastimando con cada paso que das, pero aún así lo sigues intentando. Ya lo había escuchado una vez, la mayor adicción de un ser humano era otro ser humano y Andreu Masker era mi adicción.
Miro hacia la ventana y puedo ver las estrellas, son perfectas y tan brillantes que deseo tanto ser su estrella.
Me levanto de la cama algo frustrada por el gran remolino de sentimientos y de pensamiento que tengo en mi interior. Siempre me pasa lo mismo, por eso odio pensar.
Bajo las escaleras ligeramente para no hacer ruido y no despertar a nadie. Voy en busca de un baso de agua, abro la nevera y la vierto en un baso. Me doy un sorbo de ella mientras dejo que está se despliegue por mi tubo digestivo dejando una sensación de frescor a su paso.
Dejo el baso de agua en el fregadero y me disponía a subir a mi habitación hasta que lo vi.
Como un pequeño destello, lo veo recostado en una de las tumbonas de la piscina.
Como un imán que me atrae me dirijo hacia el. Estándo a pocos pasos de el puedo notar el cigarrillo que tiene en su mano.
—¿Desde cuándo fumas?—pregunto horrorizada.
—¿A caso importa?—evade mi pregunta mientras suelta el humo que tenía retenido en su boca.
—¿Desde cuándo?—insisto.
—Desde que mi vida es una mierda. —niego.
—Nada por lo que estés pasando es motivo suficiente para hacer esto. —sonríe.—¿Te divierte?
—¿Y si me muero por hacer algo y no puedo?—alza una ceja.—No tienes ni idea Ame, necesito relajarme y esta es la mejor forma.
—No, no tengo idea de nada porque no me cuentas. —me acuesto junto a él mientras le boto el pedazo de cigarro que le quedaba. —¿Qué tal si empiezas a explicarme y así pueda entenderte?
Él deja salir un gran suspiro, como si estuviera conteniendo una bomba atómica.
—No puedo. —alzo una ceja.
—Entonces no puedo entenderte y creeme que quisiera hacerlo, quisiera poder comprender que te tiene tan atormentado como para poner un puto cigarro en tu boca.
—¡Es la vida!—exclama.—Es una puta mierda.
Lo miro confusa, trato de descifrar que esconde pero no veo más que temor. ¿Miedo? ¿A qué le teme?
—¿Qué pasa con la vida? Ella es así, estar bien, al otro día mal, hoy estás arriba y mañana abajo. Deberías acostumbrarte a eso porque a esto que llamás mierda es lo único que tenemos y si no nos sentimos vivos ¿Qué nos queda?
—Exacto. —saca otro cigarrillo de la caja y hace por prenderlo, cosa que se lo impido.—¡Deja de arrebatarme los cigarrillos!
—¡Deja de fumar!—le doy una mirada fulminante.—No se que demonios te pasa Andreu pero no quiero esto para ti y mientras esté yo cerca no permitiré que te metas otra cosa de esa en la boca.
—Eres muy peleona ¿Lo sabías?
—Porque me importas.—todo quedó en silencio por milésimas de segundos pero para mí fue una eternidad. Sus ojos en los míos, y yo maldiciendo está bocaza que tengo.
—¿Te importo?—niego y luego asiento. —¿Si o no?
—Claro que lo haces ¿por qué no lo harías? digo, te conozco desde pequeños y te quiero y...
—Tu también me importas.—me calla.—Y mucho.
—Pero nunca me habías dicho que me querías hasta hoy en la tarde. —susurro con miedo a la seriedad que pueda llegar esta conversación.
—No todo el que te quiere te lo dice, por qué a algunas personas les cuesta Ame. A mi me cuesta.—comenta mientras se sienta en la tumbona y yo permanezco acostada. —Pero te cuido, me preocupo por ti y te presto atención y esas también son formas de decir que me importas.
Asiento. No lo había pensado de esta forma, siempre estuve tan enfrascada en hacer que me quisiera y me viera que nunca me detuve a pensar que ya él lo hacía.
—¿Recuerdas la otra noche?—lo miro y veo un poco de brillo en sus ojos. —La noche en la que te emborrachaste. —iba a contarle todo, el beso y a declararle mi amor pero se puso todo raro.
—¿Sabes qué? Ya es algo tarde y mañana tengo que levantarme temprano para ir a Breken me esperan niños para regañar.—sonríe y luego me mira serio.
Realmente no lo comprendo, si hasta ahora estaba muy tranquilo y no tenía sueño.
—Ademas tu también, tienes que ir a la práctica. —asiento.
—Si claro.—me levanto y el hace lo mismo.
Después de quedarnos unos segundos mirándonos el decide adelantarse y empieza a avanzar hacia la casa.
—Andreu. —el se gira.—Dame la caja.—estiro mi mano y sonríe terminando por poner la caja de cigarrillos en ella.
—Buenas noches enana.—sonrío.
—Buenas noches crespitos.
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Unas vacaciones para enamorarlo ©
Novela JuvenilAmelia, hija de Anelim, Andreu y Dan hijos de Alexa y Dorian. Ambas familias son muy amigas y desde que sus hijos son pequeños van de vacaciones a una casa en la playa. Años tras años estos chicos pasan sus vacaciones juntos de pequeños Andreu y Am...