—Bien y ahora que somos una familia libre de vicios al menos por un rato.—habla Dan mirando a sus padres.—¿Cómo haremos el ritual hoy?
—Bueno, ya las cajas están hechas, por cierto no me han dicho como me quedaron. —sonríe Alexa.
—Están preciosas amor mío.
—Si mamá te quedaron bien. —reafirma Dan a su padre.
—Gracias.—se coloca la mano en el pecho como agradecimiento y continúa.—Desde ya pueden ir colocando las cartas apenas las tengan listas. Las entrega la haremos justo después de la seña que está preparando mi queridísima amiga Anelim y ya cada cual la leerá donde y cuando le plazca.
—¿Qué estás cocinando mamá?
—Es sorpresa pero les aseguro que les encantará.
—Eso suena tentador.—comenta Dan.
Veo de reojo a Andreu y está nuevamente con la botella en la mano y ni cuenta nos habíamos dado, está muy callado.
No se que está pasando por su mente pero les aseguro que nunca lo había visto así. Tal vez no debí mover los hilos para que las cosas entre el y Karen terminarán así. Debí ponerme en su lugar y pensar en cómo se sentiría. Ahora me siento demasiado mal al verlo sin esa linda vibra que lo caracteriza, está demasiado callado y extraño.
Después de estar un rato compartiendo y charlando decidí subir a mi habitación y comenzar las cartas de una vez.
Ya las tengo todas o bueno, casi todas.
Aún no logro terminar la de Andreu, ya la he escrito cinco veces pero no me convence. En algunas soy muy intensa, en otra demasiado fría, luego hablo solo pura porquería y en otra casi le doy a entender que quiero tener tres hijos con él.Esto se me hace tan difícil.
—Joder.—suelto un gruñido mientras me agarró del cabello.
—Deberías calmarte.
Levanto mi vista y ahí está. Parado en el marco de mi puerta mirando fijamente mi cara de idiota.
Agarró rápidamente y recojo todas las cartas, principalmente la de él y las coloco en la gaveta de la mesita de noche.
—Pasa.—digo después de todo.
—¿Qué te pasa Ame?
—¿A mi? No, a mi no me pasa nada. —niego rápidamente. —Mejor hablemos de lo que te pasa a ti, porque es más que obvio que te pasa algo.
Veo que se acuesta en mi cama colocando su cabeza en mis piernas. Sus ojos miran fijamente los míos y desde el punto de vista en la posición que estamos sus labios entreabiertos se ven demasiado sexis.
—No lo sé. —habla al fin.
—¿Cómo que no lo sabes?
—Si, exacto. Estoy como vacío, no se que hacer, ni a donde ir.
—Lo lamento tanto.
—Si deberías de hacerlo porque es tu culpa.—lo miro horrorizada, no puedo creer que ya sepa todo lo que hice.
—¿Perdona?
—Si Ame, tú eres la culpable de que no sepa lo que estoy sintiendo. —su vista está fija en el techo y sus manos están entrecruzadas en su pecho. —¿Recuerdas que me dijistes que te gustaba alguien?
Tragó saliva y asiento.
—Pues me pasa igual que a ti, no quiero sentir esto que siento y nisiquiera entiendo cómo es que todo se ha intensificado de un día para otro.
¡Mierda! Apenas salgo de una zorra y ya estás pensando en otra. Ai ricitos no me lo estás poniendo nada fácil.
—¿Y que tiene que ver eso conmigo?
—En que... —respira y coge aire.—Tienes razón no tiene nada que ver contigo pero esperé que pudieras ayudarme como también estás enamorada.
—¿¡Estás enamorado!?—exclamo y pregunto a la misma vez, estoy alarmada.
—No lo sé, vale. No se que estoy sintiendo solo se que es demasiado fuerte.
Siento como el nudo va creciendo en mi garganta. Creo que algún día tendré que aceptar que Andreu Masker no es para mí. No podré seguir inventándome planes para separarlo de todas las chicas con las qué esté, y menos si se que realmente está enamorado de alguien más, no podrías hacerlo eso.
—Ame.—veo que cambia de posición y se sienta frente a mi. —Te has quedado callada, necesito que digas algo.
Tragó en seco y respiro nuevamente tratando de esconder mi dolor.
—¿Y ella te corresponde? —supongo que esta será mi única esperanza de que ese amor no llegue a ser.
—No lo sé.—baja la mirada.
—Entonces creo que deberé darte el mismo consejo que me diste aquella noche. —aunque no lo parezca estoy muy dolida al darle consejos a mi Crush para que conquiste a su chica cuando estoy muriendo porque esa chica sea yo. —Debes decirle, confesarle lo que sea que estás sintiendo y si no te corresponde pues es una idiota, porque cualquier chica moriría por estar con un chico como tú.
—¿Y tú?—me mira curioso.—¿Y tú quisieras estar conmigo?
Su pregunta me tomó por sorpresa.
¿Qué le diría? Que no quisiera, que muero por estar con él. Que es el amor de mi vida y que no haya nada que desee más que ser tu chica.
Obvio que no podría decirle eso.
—El punto aquí es que logres ser feliz, así que no tengas miedo y pregúntale a la chica que realmente te gusta y no pierdas más tiempo aquí conmigo, anda ve.
—Tienes razón, en algún momento lo haré, supongo.—se levanta y se va.—Ame, gracias por escucharme.
—Por nada.—bajo la cabeza mientras veo como sale de mi habitación.
Soy una tonta.
No vale la pena que de todo de mí por una persona mientras esa persona no hace más que otra cosa que pensar en alguien más.
Me levanto y cierro la puerta para poder llorar. Las lágrimas salen de mis ojos en señal de todo el dolor que vengo cargando, recordando la conversación y lo lindo que brillaban sus ojos.
¡No es justo!
Yo quiero que sus ojos brillen así por mi, que sienta por mi, pero cada vez me doy más cuenta que no puedes hacer que nadie te ame, que los sentimientos no se pueden imponer y que las cosas por más planes que hagas nunca saldrán como esperas si la otra persona no te corresponde.
Me siento mal, tan mal que quiero irme tan lejos como pueda de esta casa, lejos de él para no verlo y poder pasar mi dolor en paz.
Después de todo esto creo que lo de escribir su carta se ha simplificado, solo pondré lo que una amiga cómo yo podría ponerle.
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Unas vacaciones para enamorarlo ©
Roman pour AdolescentsAmelia, hija de Anelim, Andreu y Dan hijos de Alexa y Dorian. Ambas familias son muy amigas y desde que sus hijos son pequeños van de vacaciones a una casa en la playa. Años tras años estos chicos pasan sus vacaciones juntos de pequeños Andreu y Am...