Dije que ya no jugaría a enamorarlo y por ende no puedo estar comportándome como niña chiquita siempre que lo vea con alguien. Tengo que entender que el es libre de estar con quien quiera.
—Anoche estuve en tu habitación. —me mira sorprendido. —Vi que te demoraste en regresar y fui a ver si te había pasado algo y pues te vi durmiendo. ¿Pero sabes que más vi? —niega.—Sigues fumando Andreu.
—Ame, es solo por el estrés, uno de vez en cuando no tienes de que preocuparte no estoy enviciado. —le doy una mirada fulminante.
—Sabes que no me gusta que lo hagas, y aún así lo haces. Prometiste que no seguirías.
—Lo se. —baja la mirada.
—Tranquilo es tu vida y aprenderé a no meterme más en lo que no me importa pero que sepas que no me gusta para nada.
—Ey, tú puedes opinar en mi vida de lo que quieras y si quiero dejarlo. Te lo juro que te haré caso. Lo prometo.
—Ya lo prometiste una vez, que lo vuelvas a hacer no tiene validez. No quiero que lo dejes por mi, quiero que lo hagas por ti.
—Sabes que te extraño cuando se acaban las vacaciones. —me le quedó mirando.
—¿Enserio?—asiente.
—Si, es que no tengo a más nadie que esté como ladilla arriba de mi.
—¿Qué gran comparación?—sonrío.
—No te ofendas lo digo por la parte, buena. Nunca nadie se ha preocupado tanto por mi como lo has echo tú siempre.
—Supongo que te quiero demasiado.
—Vamos a darnos un baño, ya esté traje me esta dando calor. —propone.
—Vale.
Ambos salimos corriendo hacia el agua, él con su tabla y yo con estas ganas de volverlo a besar que me hacen mucho peso.
Es inevitable lo bien que la pasamos juntos, después de estar totalmente agotados por jugar en el agua decidimos salir. Ambos caímos como piedras en la arena. Nuestros cuerpos mojados uno al lado del otro y nuestros rostros a milésimas de separación.
—¿Crees en las leyendas?—me comenta girando ambos nuestro rostro y quedando nuestros ojos puestos en los del otro.
Puedo sentir su respiración, su aliento suave a la perfección.
—Si...—respondo mientras mis ojos se pasean por sus labios.
—Cuenta la leyenda que toda persona que le pida un deseado al atardecer de esta playa se hará realidad. —susurra mientras cambia la vista hacia el cielo que sin antes notarlo está naranja.
—Mi abuela me había contado de eso.—afirmo mirando también al brillante y hermoso cielo.
Hubo un silencio por varios minutos pero nada incómodo, simplemente estábamos apreciando la belleza de la naturaleza. Mientras tanto en un pequeño movimiento que le hice a mi cuerpo nuestras manos se rozaron. El contacto de estas hizo que Ricitos cambiara la vista hacia mi nuevamente y esta vez juro que vi deseo en sus ojos. Quizás son estas inmensas ganas de que me vea así que me lo imaginé.
—¿Y si pedimos un deseo? —rompe el silencio mientras gira su cuerpo para quedar completamente de frente a mí.
No se por qué pero casa vez veo menos distancia entre nosotros, nuestras narices casi se rosan. Y el cosquilleo en mi estómago se hace mayor. Me quedo por unos segundos grabando cada parte de su rostro. Sus ojos tienen un brillo diferente.
—Vamos a hacerlo.—una pequeña sonrisa aparece.— Digo, que pidamos el deseo.
—Yo entendí.—dice coqueto.
El toma mi mano y me sorprendo. Pero no estoy tensa solo que no me esperaba que lo hiciera.
—A la cuenta de tres lo pedimos. —asiento.
—Uno...—comienzo la cuenta.
—Dos...—continua mientras miraba al sol que estaba a punto de desaparecer.
—Tres...—dijimos al unísono.
"Deseo que Andreu Masker se enamore perdidamente de mi"
Repetí con todas mis fuerzas hasta que el sol desapareció. Ambos ya habíamos pedido los deseos pero nuestras manos aún seguían entrelazadas. Yo no iba a ser quien rompiera el contacto pero al parecer él también lo notó.
—Creo que ya deberíamos irnos.—suelta mi mano mientras se sacude la arena de su traje.
—Si, pienso lo mismo.
—Podrías darte la vuelta un momento para retirarme el traje. —asiento y me giro.
Cierro los ojos por un momento y puedo imaginarmelo, tiene un buen trasero lo noté cuando lo vi desnudo, lastima que no lo vi de frente.
¡Qué haces Ame!
Soy una pervertida dios santo.
—Ya puedes girarte. —hago caso a sus palabras pero la imagen no ayuda a dejar de lado los pensamientos.
Solo está en boxers.
—¿No piensas vestirte? —niega.
—No estamos muy lejos de la casa y ya está oscureciendo. Además no es que esté desnudo. ¿Te molesta? —niego.
Trago saliva y trato de no pensar cochinadas.
—Mira que caracola más hermosa. —agarra de la arena una concha y me la da.—Te la regalo.
—Gracias, está muy bonita.—la observó mientras la tomo en mis manos.
¡Me ha regalado una concha! ¡Esto es romántico! ¡No pienso perder esta concha nunca!
Tal vez esté exagerando pero para mí este detalle significa mucho.
—Sabes que pienso tatuarme. —me quedó algo sorprendida y que no tiene nada que ver con el momento.
—Te verás sexi.—suelto sin antes pensar. —Digo, los tatuajes son sexis y seguro se te ve muy bien a ti.
—¿No crees que soy sexi sin tatuajes?
Valla preguntita.
—No he dicho eso, claro que creo que eres sexi pero los tatuajes te harán ver más sexy.
Se me queda mirando sonriendo por unos segundos.
—Tu también te verías más sexy si te haces uno. —me guiña el ojo.
¿Wtf? Primero que todo cree que soy sexi y segundo que todo cree que me vería más sexy con tatuaje. Osea que piensa que soy sexy igual lo que yo pienso de él.
Ya, calmate Ame. Actúa normal.
—¿Y dónde crees que me quedaría bien? —siento su mirada sobre mi, pero ya la oscuridad se hace presente y aunque estamos cerca no se ve nada con claridad.
—¿Puedo mostrarte?
—Si claro.
Siento como sus manos pasan por mis brazos como tratando de ubicarme. Luego va deslizando sus manos despacio hasta llegar a mis caderas y me agarra de ahí acercándome un poco a él.
¿Cómo se respira? ¿Alguien me lo recuerda?
Estoy en shock y solo dejo que sus manos sigan su transcurso. Siento como su mano se detiene en mi nalga derecha.
—Aquí.—susurra mientras me indica.
—¿En la nalga? —siento como aguanta las ganas de reír.
—Si, en la nalga. Para mi gusto se te vería muy sexy un tatuaje ahí.
Dice eso y sigue caminando. ¿Cómo puede?
No me queda de otra que seguir sus pasos.
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Unas vacaciones para enamorarlo ©
Ficção AdolescenteAmelia, hija de Anelim, Andreu y Dan hijos de Alexa y Dorian. Ambas familias son muy amigas y desde que sus hijos son pequeños van de vacaciones a una casa en la playa. Años tras años estos chicos pasan sus vacaciones juntos de pequeños Andreu y Am...