Había terminado la peor parte, organizar todas mis cosas. Ahora solo quedaba disfrutar de estas vacaciones. Salí rápidamente de la habitación ya necesitaba darle un vistazo al mar.
Bajé hasta la terraza y ahí se encontraban todos, al parecer solo faltaba yo. Dan como siempre de acuático ya estaba en la piscina, Andreu acostado en una de las tumbonas con sus gafas oscura impidiendo ver su hermosa mirada. Los adultos por su parte estaban en el bar tomando unos tragos.
Nadie me presta atención así que continúo mi camino hasta sentir la arena en mis pies.
El olor a mar se hace más cercano, el ruido de las olas bailando a su ritmo hace que me sienta en paz. Sigo caminando hasta que el agua llega a mis tobillos, es tan relajante. Miro al cielo y observo varias gaviotas y el sol resplandeciendo. A veces quisiera ser como él, que sin importar nada nunca deja de brillar.Luego de disfrutar el momento busco una de las tumbonas cercanas a la playa y la coloco debajo de una sombrilla. Realmente quiero pasar un rato aquí, me apetecía mucho observar el mar. Me hacia pensar; ¿Cómo algo tan imperfecto es tan hermoso?
Porque si de imperfecciones hablamos el mar está en esa lista. ¿Saben cuántas especies de peces aún es desconocida? ¿Los lugares más profundos del mar que los humanos no son capaces de llegar?
Es realmente atrayente.
—¿Molesto?—niego con la cabeza al ver a crespitos acercarse.
Se acuesta a mi lado, la cercanía era tanta que nuestras pieles rozaban. Su vista se centra en el mar y podría jurar que estaba teniendo los mismos pensamientos que yo hace un momento.
—Es hermoso. —asiento con la cabeza sin cambiar mi vista de el.
—¿Estás bien?—pregunto al ver sus ojos perdidos en el mar.
—Podría estar mejor. —su voz sale débil, como si no tuviera ganas de hablar.
—Sabes que puedes contar conmigo. —le hago saber lo mucho que me importa y que siempre estaré aquí para escucharlo.
—Lo sé, eres la hermanita hembra que nunca tuve. —sus palabras hacen que mi corazón se rompa en mil pedazos.
Una sequedad se apodera de mi boca y siento como el nudo de mi garganta se hace cada vez más grande. No respondo, no podía hacerlo. Sentía que con solo intentarlo iba a llorar, no podía evitar sentirme como lo estaba haciendo.
El parece no darse cuenta porque su vista sigue enfrascada en las olas del mar, tan salvajes. La marea estaba revuelta.
—¿Te has enamorado alguna vez enana?—después de un largo silencio entre ambos y de yo batallar tanto para no llorar vuelve a hablar.
Si, de ti.
Su pregunta hace que quiera confesar, pero se me hace imposible. No podía, no sin saber que él tan siquiera siente algún tipo de sentimiento romántico hacia mi.
Dejo que mis pensamientos invadan mi mente. ¿Cómo pude ser tan ridícula al pensar que podría enamorarlo? Me he enfrascado tanto en querer que sea mi novio, que no me he puesto a pensar en que no quiero sentirme que estoy luchando por algo que ni siquiera existe.
—Si.—respondo al ver que al fin centra su vista en mi. Estamos tan cerca que puedo sentir su respiración, nuestra piel junto a la otra, y si tan solo me moviera un tin nuestros labios podrían tener un pequeño contacto.
Deseaba con que fuera así, quería sentir lo que sentí en el sueño. Pero cada minuto que pasaba podía jurar que nada sería como lo soñé.
—¿Duele cierto?—quedo boba tras su pregunta. Nunca antes lo había visto así.
¿Quién te ha dañado mi crespitos?
—Supongo que el amor duele, si. —suspiro y dejo mi vista posada sobre sus labios. —Duele cuando no es correspondido, incluso cuando lo es suelen a ver momentos de dolor. Nada es perfecto.
Creía en el amor bonito, en ese que tanto leía en los libros. Los de las películas. Soñaba que alguien me amara como Demon amaba a Elena en The Vampire Diaries. Quería mi romance adolescente y lo quería con él, Andreu Masker; mi crush.
Pero tal vez no era mi momento no era mi amor. Tal vez debería desistir.
Jamás me paré a pensar en que esto podría salir mal. Que no bastaba con que pusiera de mi parte para enamorarlo. El amor va más a aya de un simple plan, o una estúpida niña con ganas de enamorar a un chico. Debería ser mutuo, quería que lucharán de la misma manera por mi. Sentirme que me eligen, sin forzar.
—No debería ser así. —comenta llevando su vista al cielo y colocando sus brazos bajo su cabeza. Rompiendo todo tipo de contacto que tenía conmigo. —Creía que había encontrado el amor sabes. —dice casi en un susurro.
Lo miro incrédula, sabía que iba a doler todo lo que tenía por decir, pero aún así quería escucharlo. No es que fuera masoquista, es que necesito centrarme. Es bueno luchar pero también es bueno saber hasta cuando. No iba a perderme por nadie, lo amaba, pero más me amo a mi.
—Era la chica perfecta, fue amor a primera vista. Nadie me había provocado tantos sentimientos, cuando estaba junto a ella no sabía cómo reaccionar, cómo actuar. —una sonrisa sale de sus labios y mi corazón por dentro llora. Siempre quise que hablara así de mi. —Pero al parecer ella no sentía lo mismo por mi. —esto último lo dice con un tono más bajo. Le duele y mucho.
Podía entender su tristeza, porque yo estaba sintiendo justamente lo mismo que él. El amor duele, si que duele.
—Ya te llegará la persona correcta, nadie en su sano juicio te dejaría ir. —digo sin medir mis palabras. —Es una tonta.
—Gracias enana.—deja un beso en mi frente y me abraza.
No dije nada, pero me disfruté el momento. Sabía que está era la única forma en que lo tendría, un amigo, un hermano. Simplemente tenía que aceptar que jamás me vería de la forma en que la ve a ella, o la que yo lo veo a él.
ESTÁS LEYENDO
Unas vacaciones para enamorarlo ©
Novela JuvenilAmelia, hija de Anelim, Andreu y Dan hijos de Alexa y Dorian. Ambas familias son muy amigas y desde que sus hijos son pequeños van de vacaciones a una casa en la playa. Años tras años estos chicos pasan sus vacaciones juntos de pequeños Andreu y Am...