Capítulo "Once"

54 17 13
                                    

Hablar con Ame me ha hecho bien, creo que tiene razón. Nunca sabré si ella me corresponde si no le pregunto directamente, no como hace un rato. Sino serio, de una forma más formal.

Si tengo miedo, si. Mucho miedo a que no me corresponda y que nuestra amistad y nuestra hermandad se vea afectada por todo esto.

No quiero arruinar esto que tengo con ella.

Pero el que no arriesga no gana, y creo que podré entender mejor estos sentimientos cuando sepa que ella piensa al respecto.

Necesito volver a besar sus labios, necesito entender porque me pasa esto con ella, y si a ella le pasa igual.

Creo que hoy es el momento adecuado para expresarme a través de la carta. Aunque no la pondré en su caja y se la daré personalmente porque quiero estar ahí cuando la lea, ver su reacción y sus gestos.

Primero que todo comenzaré pasándole un borde rojo a la hoja, así quedará más bonita.

Prendo un cigarrillo y me acerco a la ventana pensando en que le pondré. Inhalo y exhalo el humo mientras miro al mar, las olas que son tan rebeldes como ellas, a la haré a que me hace recordar su piel. Al cielo pintado de naranja adornando la tarde como ella la vida de todos con esa sonrisa tan hermosa. Miro la hoja y voto el cigarrillo por la ventana.

Enana, es complicado poder expresar en un papel todo lo que pasa por mi cabeza en estos momentos, pero creo que es mejor ir por partes. Recuerdo perfectamente la noche en que nos besamos. Si, lo sé te mentí cuando lo negué pero no sabía cómo hacerte frente y preferí callar. Lo recuerdo como si fuera hoy, cada segundo de él está grabado en mi mente. Luego está todo esto de la chica que me gusta y pues no sé cómo te lo tomarás pero esa chica eres tú, si se que es una locura pero no puedo evitar sentir esto que estoy sintiendo por ti. Tal vez ni te has dado cuenta pero muero de celos cuando le sonríes a tu celular y se que no es conmigo, me dan celos saber qué te guste un chico y ni siquiera tener la más mínima idea de quién es. Se que no soy nadie para velarte de mi hermano, pero no sabes la rabia que me da que estés bailando con él, yo quería ser tu pareja y poder pasar más tiempo juntos. Tal vez suene un poco loco y quizás un poco toxico también que te diga todo esto de un momento a otro pero fuistes tú la que me animaste a declararme. Escribiendo estas líneas el miedo crece porque se que dentro de unas horas leerás todas estas palabras y me aterroriza tu respuesta. ¿Qué pasaría después? Si no me quieres de la misma forma que yo a ti cómo podríamos seguir, no podría mirarte con normalidad después de saber todo el papelazos que haré expresando mis sentimientos y al final no ser correspondido. También me asusta si tú reacción es positiva. Si igual sientes algo más que un cariño de hermano por mi. ¿Qué pasaría? ¿Nos haríamos novios? ¿Cómo se lo tomarían nuestros padres? Son muchas las dudas que invaden mi mente pero supongo que cada una de ellas se responderán por si solas después de esta noche. Y ahora que has leído hasta aquí quiero que me mires a los ojos y respondas: ¿Sientes lo mismo que yo?

Bueno y así fue como quedó la carta, la verdad las palabras me salieron una detrás de otras. La envuelvo y la coloco en mi mesita de noche para guardarla más tarde en mi bolsillo.

Vuelvo a mirar por la ventana y ya se nota el frescor de la noche acercándose. El aire frío llega hasta mi cara dejando una sensación de paz en mi interior. Miro a la ventana de al lado y ahí está, perdida en sus pensamientos. Su vista al mar y su pelo negro moviéndose al compás del viento.

—Deberíamos un día de estos ver juntos el atardecer. —se sorprende al verme.

—No sabía que estabas ahí. —me mira por un segundo y cambia su vista al frente pero pude notar que ha estado llorando.

—¿Por qué has estado llorando enana?—mi mandíbula se tensa, si me entero de que ese chico le hace daño se las tendrá que ver conmigo.

—No es nada, es el aire el que me puso los ojos así.

—No se por qué tienes que mentirme, sabes que haría cualquier cosa por ti y si alguien te ha hecho daño lo haré pagar.

—No tienes ni la más mínima idea de nada ricitos.—niego.

—No, no la tengo y si no me explicas nunca podré entenderte.

—Sabes qué olvidalo.

¿Se ha cabreado conmigo? Si solo quería ayudarla.

Ha cerrado su ventana y me ha dejado hablando solo.

Fantástico lo que me faltaba.

Me ducho ya que cada vez falta poco. Me coloco unos jeans oscuros junto con un pulóver gris y por encima una chaqueta, la noche se está tornando fría. Me paso los dedos por mi pelo haciendo con los chorongos se definan un poco más y me echo perfume. Cojo la carta y le doy un último vistazo antes de guardarla en mi bolsillo. Agarró todas las demás y bajo las escaleras colocando cada una en su caja correspondiente, excepto la de ella como ya había pensado.

—Esto huele delicioso.—habla Dan acercándose a la mesa donde ya Anelim se encuentra.

—Concuerdo totalmente con mi hermano.—esta sonríe.

—Les dije que les iba a encantar.

En unos minutos la mesa se llenó de todos los integrantes de la familia. Y por supuesto ella está radiante, tiene un vestido rojo vino que hace que sus ojos resalten. Aunque apenas no me mira, por supuesto yo tampoco hago mucho esfuerzo en hablarle pero creo que me está evitando.

La cena estuve exquisita y fue divertido ver como mi padre por poco se come cuatro platos. La verdad amo estos momentos así, dónde estamos todos presentes y juntos.

—Bueno muchachos es hora de leer las cartas así que vamos todos a por nuestras cajas.—dice mi madre emocionada.

Todos caminamos en dirección a la sala, agarró la caja con mi nombre y ahí están. Veo que todo están abriendo sus cartas pero Ame a salido al patio trasero.

Perfecto.

Le sigo y me siento a su lado.

—¿Por qué no me has dado una carta?—me pregunta molesta.

—La tuya la tengo en mi bolsillo.—alza una ceja.—Primero leeré la tuya y luego te doy la tuya.

—Esta bien, como quieras.

Andreu Masker, que te puedo decir que ya no sepas, que eres más que un amigo para mí, eres como mi hermano. Gracias por estar ahí siempre que te he necesitado, me hace muy feliz tener una personas como tú en mi vida, con la que puedo contar sin importar nada. Te deseo lo mejor y que la chica que te gusta te corresponda y seas muy feliz. Te quiero mucho, tú enana.

¿Ya? Esto ha sido todo, un hermano. Así es como me ve.

Levanto la vista y me está analizando, finjo una sonrisa y pienso en mi carta. No puedo dársela, no después de ver que solo me ve como un hermano para ella.

—Ya está, ahora dame la mía que quiero leerla. —estira la mano.

Meto mi mano en mi bolsillo y tocó la carta, mi corazón se me acelera.

—Hay que tonto he sido, la he dejado en mi habitación. —miento.

—Pero si me habías dicho que la tenías ahí.

—Tal vez me hice la idea de que la guardé y no lo hice. Voy a buscarla. —esta asiente.

El pecho lo tengo comprimido, me duele. Me duele que todo tenga que ser así. Pero me tendré que olvidar de ella, no puedo seguir creyendo que algún día seré correspondido cuando en su carta ya me lo ha dejado todo claro.

Unas vacaciones para enamorarlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora