Capitulo "Treinta y uno"

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Recogimos a Dan en la orilla de una de las tantas calles. Nunca había estado en esta parte de la playa. Se veía misteriosa y sombría, aquí todo decía peligro.

En cambio al llegar al bar todo cambió, se veía colorido, muchas personas y la música se escuchaba desde el parking. Dan me da mi carnet falso y lo observo, parece real.

—Bien, que comience la noche. —habla Andreu caminando hacia la puerta donde se encontraban dos hombres vestidos de negro de gran estatura, musculosos y en el pulover el logo del bar. Sin duda alguno eran los de seguridad.

Nosotros lo seguimos y hacemos justamente lo que hace él. Es mi primera vez en un bar.

Estos nos piden nuestros carnes y por supuesto les mostramos los falsos. Se me queda mirando por unos segundos y mi corazón dejó de latir. Sentía que me iban a descubrir.

Para mí suerte.

—Pasen.—cometan estos devolviendo nuestros carnet de identidad.

A Andreu y Dan si los revisaron pero a mí no, supongo que me ven cara de chica buena.

Al entrar la música hace eco en mis oídos, desde afuera no parecía que estuviera tan alta. El lugar está lleno de personas y muy bonito todo. Hay buen ambiente. Seguimos a Andreu hasta llegar a la barra, todo está lleno de bebidas y un camarero digno de admirar.

Un trigueño, con su brazo izquierdo lleno de tatuajes y una mirada penetrante.

—¿Desean algo?—pregunta sin apartar la vista de mi.

—Pon tres tragos de tequila. —este comienza a servir los tragos y le responde a Andreu.

—Van a empezar fuerte. —Andreu ni le prestó atención o creo que no lo escuchó al estar la música tan alta. Yo sí, porqué aunque no lo escuchara tenía mi vista en sus labios y deduje lo que dijo.

Este nos alcanza un poco de sal y unos trocitos de limón. Observo como Dan y Andreu se lo beben y luego les copio.

¡Mierda! Si que es fuerte esto. Hago una mueca a la que Dan sonríe.

Me percato de que Andreu no me haya visto, luego dice que soy una aburrida. Este tiene su vista en la multitud.

—Bueno hermanito ¿estás preparado para perder la apuesta?—Dan sonríe y niega.

Siempre está sonriendo, realmente lo admiro por eso. Ambos salen en dirección a la pista de baile y yo me quedo sola.

Perfecto lo que me faltaba.

Me siento en una de las banquetas justo al lado de la barra y fijo mi vista en el trigueño mientras esté prepara tragos sin parar. Yo me siento un poco mareada, quizás no debí beber ese trago tan fuerte. Y más que no estoy acostumbrada a tomar alcohol. Todo en mi interior me decía que algo saldría mal.

Busco con la mirada a Andreu y lo veo cerca de una rubia y ambos sonríen. Sabía que iba a doler. Trago en seco y cambio mi vista. Si no veo nada, no siento nada.

—Ponme otro trago.—grito para que el trigueño pueda escucharme y este sonríe.

—¿Tequila cierto? —asiento.

Pues este segundo me lo bebí mejor. Supongo que uno le va tomando la técnica. No habían pasado unos tres minutos que ya todo me daba vueltas.

¿Por qué tendré que ser tan floja? Yo misma me reclamo y trato de aparentar estar bien. Me bajo de la banqueta y me toma un poco de trabajo equilibrarme. Camino como puedo en dirección al baño, necesito esconderme Andreu no me puede ver así.

Unas vacaciones para enamorarlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora