Brillo en la oscuridad

12-Confuso

Hace mucho tiempo que Jean sentía que su memoria no estaba bien.

Los recuerdos podían ser un peligro si no se tenían bien armados. Jean muchas veces se sentía irritado porque su mente había decidido que tenía que borrar algunos de ellos.

Su papá había dicho que era una manera de protegerse, él solo pensaba que era una debilidad que en algún momento le iba a jugar en contra, no importaba cuan bien se sentía no saber que odiaba el tacto de personas desconocidas.

Tampoco no recordaba bien a la mujer que le dio la vida. Y Por la cara que ponía su papá quizás ella no fue una buena mamá con él.

Jean sabía de dónde venía, él sabía que el lugar era húmedo y sucio, a veces lleno de polvo, podía recordar la sensación de respirar polvo en cada inhalada, él podía recordar el sabor a la comida que sabía a tierra.

Él podía recordar el frío que hacía cuando dormía afuera o en la humedad que sentía en el cuerpo cuando hacia un poco más de calor.

En una parte de su cerebro le hacía recordar perfectamente bien que nadie lo quería en ese lugar.

Abajo.

En la tierra.

También a veces sentía en un día particularmente malo, donde sus sueños jugaban una mala noche, donde su cerebro luchaba por no hacerle recordar, y él luchaba para recuperar esos recuerdos. Él podía sentir muchas manos en su cuerpo, manos que a veces se acercaban a su cuello o sus brazos, a veces apretaban particularmente fuerte.

Despertaba...

Solo quería vomitar.

Odiaba sentirse avergonzado.

Odiaba no saber el motivo por que debía sentirse tan avergonzado.

Odiaba esa sensación de muchas manos que quedaban en su mente.

Odiaba no saber de qué defenderse.

¿Cómo se supone que lucharía si no sabía con quién tenía que pelear?

Él recordaba utilizar el cuchillo y salir huyendo, pero él no recordaba el motivo por que había decidido luchar.

Él recordaba tener una madre, pero no recordaba nada de ella, no había una cara, no había un recuerdo particularmente bueno. Cada vez que intentaba recordar algo de ella. Solo sentía asco.

Quizás un poco de miedo.

Había decidido perder el interés de alguien que quizás no había hecho nada más que darle la vida. Su papá no habla mal de ella, solo cada vez que la nombraba la mirada de él se oscurecía. La cara de su tía Hange era seria, y Mike olfateaba como si algo se hubiera podrido.

Pero alguien que Jean no quería olvidar, se sentía realmente molesto cuando su memoria solo podía recordar un sombrero. De color gris. Una voz algo burlona. Manos que no le producían asco, sino que había sido quizás el primer tacto gentil que había tenido, incluso si era osco y brutalmente fuerte.

No había... Dobles intenciones en ese tacto.

Su mente había decidido dejar tan claro ese primer tacto. Que a veces lloraría en silencio porque no podía recordar más.

Amaba su nueva vida. Pero le hubiera gustado tener a esa persona también en su vida.

Jean sabía que no era normal, él lo sabía.

Cuando acompañó a su papá al pueblo, y vio muchos niños jugando, y como un niño solo se cayó porque lo empujaron.

Jean hubiera golpeado a esa pequeña mierda.