Brillo en la oscuridad

30.-Abuelo Arlert.

Jean dio un bostezo, mientras Levi ajustaba los botones de la blusa de su mocoso. Se había levantado una hora antes para acordar que iban a hacer.

Resulta que Hange y Erwin lo iban a acompañar "Para que no se alterara", bufo hastiado, él podía controlarse no era un maldito animal que debía tener una correa.

—Tengo sueño—Jean se quejó—No podemos dormir un poco más

Levi llevo su mano hacia la frente del niño para levantar un poco su pelo, el mocoso tenía rostro alargado, lo bueno que sus mejillas estaban engordando un poco.

—Tomaremos tu desayuno y después iremos al pueblo, tengo que hablar con ese anciano para ver si es de fiar.

—Pero por qué tan temprano—Jean se quejó—Tengo sueño

—No tengo todo el día, niño—Levi rodó los ojos y lo ayudo a lavarse la cara—tengo informes atrasados como también entrenamientos que supervisar a los cuales le di a mi escuadrón.

—Solo vamos a ir un rato—Jean parecía desilusionado—Quería hablar con Armin.

—Si el viejo es de fiar, puedes hablar con él.

Levi le entregó una toalla diminuta para que el niño se secara, Jean tenía los ojos hinchados y algo rojos.

No podía culparlo, el niño había tenido una pesadilla llorosa y casi su mocoso había entrado en lo que Hange le dijo que era un ataque de pánico. Según Hange a veces los hombres que sobrevivían a los titanes volvían con esas secuelas.

Jean había estado aferrándose, mientras sollozo sobre que no lo tocaran, y tampoco lo dejara solo.

No pudo evitar sentir que su garganta se cerraba con preocupación, y como solo podía dar pequeñas palmaditas en la cabeza del niño para calmarlo. No había funcionado, Jean había pasado casi toda la noche hipeando y estremeciéndose.

No le quedó más remedio que despertar a Hange para que lo ayudara, sin quitar que también con llanto lloroso de Jean había despertado a su escuadrón y Erwin que parecía preocupado. Había intentado tocar a Jean... No salió muy bien.

—¡Nooo! —Jean jadeo asustado cuando Erwin intento tomar su mano—No, no, no, no. No te vayas, no me toques. No te vayas.

Al final tenían casi todo el maldito castillo despierto, mientras Hange intentaba que Jean hiciera respiraciones con Jean para que su hijo se dejara de llorar.

—No me devuelvas, —Jean murmuró con los ojos llorosos—No me dejes ahí.

—Nunca te voy a dejar—Levi murmuro entre pelo de Jean. —Estaré ahí... Siempre cuando me necesites.

Hange se acercó con un vaso de agua... Y azúcar.

—Ayudará a hidratarse, está empapado en sudor—Hange dijo con simpatía intentando buscar la mirada de Jean. No se había intentado acercar más de lo debido, incluso Hange parecía saber cuándo podía forzar a Jean al contacto—Esto va a saber muy bien Jean. ¿Oye? ¿Puedes mirarme?

Su hijo salió de su escondite de su cuello miro a Hange con los ojos llorosos, se alejó para tomar un sorbito de agua y sollozar.

—Quieres hablar del sueño, cariño—Erwin dijo de manera cariñosa acercándose.

—Estaban ellos—Jean murmuró —Me apretaban el cuello, y no podía respirar... Ella me regalo. Nadie me esperaba, no había nadie. Nadie.

Jean volvió a sollozar.

En algún momento Jean se había vuelto a dormir, pero de vez en cuando podía sentir a su niño temblar. Y buscándolo con su mano. Había decidido ir a dormir con él, en la misma cama. Trataba de no hacerlo, no quería que el mocoso se acostumbrara a bajar la guardia. Pero realmente no podía dejar a Jean solo llorando en la noche.