23.Marcharse.

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Hizo una mueca de fastidio cuando escuchó a al idiota gritar en la rama del árbol.

El día anterior cuando llegó Eren de su paseo con su padre, había sido convencido que el señor Grisha viera su salud. Había sido pesado y medido, le agrado saber que había subido un kilo desde la última vez que lo pesaron, como también le gustaba saber que había crecido un centímetro.

Cuando Jean había respondido unas preguntas que le hacía el señor Grisha, el hombre parecía muy de acuerdo con las indicaciones que le había dejado la tía Hange. Pero cuando Jean le preguntó dónde estaban las pesas... Parecía que el hombre no sabía nada.

—¿Por qué unas pesas Jean? —El hombre lo miró con curiosidad... ¿Quizás Jean no debió decir eso?

¿Metió en problemas a su tía Hange y papá?

—... Yo...—Jean miró de reojo a Armin, pero el niño estaba conversando con el ruidoso de Eren.

—¿Tus padres te obligan a cargar cosas? —Jean frunció el ceño a eso. Si bien en su examen había cargado esas pesas, no había sido obligado. No es como si pesara realmente. Y el tono de la señora Carla de nuevo sonaba como si su familia estuviera mal.

—... No... Ellos preguntaron... Amablemente—Jean asintió enojado—tía Hange pregunto amablemente. Dijo que quería ¿Medir? —Jean intento recordar—, ya que soy fuerte como papá.

—¿Cuánto puedes cargar? —el Señor Grisha parecía más relajado, pero la señora Carla seguía con la mirada preocupada.

—No lo recuerdo—Jean hizo una mueca.

—Bien, entonces ¿Crees que puedas cargar un par de libros? —el doctor pregunto.

Jean asintió.

Sentía que no debía confiar esa información, ya que la cara del señor Grisha dejo de ser amable para lucir serio cuando puso otro libro en sus manos, o más bien en la pila. En este momento tenía una pila de libros que ya había pasado la altura de su cabeza... Jean sentía que no pesaban nada.

—... Grisha ya basta, harás que le caigan los libros en la cara—La señora Carla empezó a quitar los libros.

—Jean ¿Cómo se llama tu padre?

—¿Por qué quiere saber eso? —Jean dijo con sospecha—¿Por qué debería importarle?

—... No es nada—Señor Grisha intento sonreír...—Ve a jugar con Eren y Armin—Jean hizo una mueca.

Eso había sido ayer.

Ahora... Se encontraban con Eren de nuevo. Había sido arrastrado por Armin para que fueran los tres a la colina, mientras Eren estaba en la rama demostrando que no se podía caer, Armin lo miraba preocupado.

—¡Eren te vas a caer!

—¡Vamos Armin! No seas un cobarde súbete—Jean puso los ojos en blanco. Estaba intentando leer el libro que Armin había dejado en el suelo. Con poco éxito, ya que aún le costaba juntar las jodidas letras.

En todo sentido Yaeger era un niño, demasiado apasionado, y convicciones que no parecían refutar. Tenía esa maldita personalidad de querer salvar a los desvalidos y ser un idiota sin pensamientos.

Temerario.

—¡Ey! ¡Jean, porque no subes arriba! —Jean intentó ignorarlo—Jean.

—Eres molesto—Jean susurro. Escuchó un sonido ofendido.

Dejo el libro de lado para mirar al idiota. Estaba sentado en la rama, lo miraba con... Reto, Jean apretó un poco los dientes, por esa sonrisa de come mierda.

Brillo en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora