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En Mayfield hacía más de cincuenta años que reinaba el desastre... Siempre se cuenta la historia de padres a hijos, como si de una costumbre se tratase.

Nadie sabe la procedencia de las bandas, del cómo se originaron, hay algunos que dicen que han estado aquí desde los inicios del planeta y que pasan de generación a generación.

Por ello, tenemos tres grupos, la gente catalogada como normal o común (la mayoría al acabar el curso se van de la ciudad a por una vida mejor, otros quieren entrar en las bandas), después tenemos las dos grandes bandas, rivales desde tiempos inmemorables... Demons, una banda gobernada por la bandera negra y gris con unos cuernos rojos en medio, una banda que tenía como líder a Malcolm Clark, quien tenía un hijo y próximo en llevarla, Hunter Clark; Insomnia, la otra banda gobernada por la bandera negra y verde oscuro, con unas estrellas en el medio de ella, liderada por Ronan Martin, quien tenía una hija y próxima en llevarla, yo, Olivia Martin.

Rivales desde nacimiento, Hunter y yo jamás nos hemos llevado bien, ya desde pequeños nos han inculcado quienes estábamos destinados a ser y cual era nuestro lugar, desde luego no era ser gente próxima, quitando eso... Hunter era insufrible, si tenía más ego rozaría las estrellas, la gente decía que era preferible tenerlo de tu parte que, contra ti, si supieran que nosotros vivimos una batalla año tras año y así hasta que la muerte llegue a nosotros...

La muerte, un tema que es muy presente en nuestras vidas, a la universidad no podemos llevar ningún arma, pero es conocedor que solemos llevar mínimo una navaja escondida porque nunca sabes qué puede pasar; quitando eso, en cualquier momento podemos morir, en cualquier momento puede haber una batalla campal y perder gente tanto de tu bando como del contrario, gente incluso fuera de las bandas es afectada.

Sé del tema porque se llevaron a mi madre.

Mi madre murió cuando yo tenía siete años, tengo ese recuerdo demasiado vívido, aunque hayan pasado catorce años.

Un día cualquiera, mi padre me vino a buscar al colegio como cada tarde, me trajo un bizcocho de manzana que preparaba mi madre una vez por semana, al llegar a casa entre migas de bizcocho y un zumo de piña, todo se redujo a la nada, había un dedo en la encimera, con una uña pintada en un tono verde muy oscuro, el de mi madre, había una nota que ponía: "a veces los daños colaterales los tiene que sufrir la gente que más nos importa".

» Habían secuestrado a mi madre, estaba segura que mi padre sabía el motivo, pero yo entonces era muy pequeña, aunque desde pequeña te inculquen unas normas, seas parte de la banda y todo eso, somos demasiado enanos como para enterarnos de todo el asunto, todo se lleva más a escondidas alegando que debemos conservar un mínimo de infancia e inocencia, o al menos en Insomnia.

» Fueron dos meses en los que no supimos nada de mi madre, mi cumpleaños era el dieciocho de diciembre, cada noche les pedía a las estrellas que me devolvieran a mi madre, que me viera cumplir mis siete años, no pensé que cierta parte se cumpliera.

» En la puerta de nuestra casa, nos encontramos a mi madre tirada en el suelo, con un dedo menos, magullada, herida, con un disparo en medio de la frente, ese día yo cumplía siete años y ese día fue el día que vi a mi madre muerta.

» Los forenses no lograron pruebas acerca de quien andaba detrás de aquello, mientras le explicaban a mi padre lo que sabían, yo puse la oreja, mi madre había sufrido maltrato físico, de ahí todas las heridas solo que la causa de la muerte fue únicamente el disparo.

» Mi padre juró destruir a la persona que hizo tal atrocidad, a pesar de que mi madre era la mujer del líder de la banda, era la que más alejada estaba de todo, sabía de armas, de combates, era una mujer muy inteligente en cuanto a estrategias se trataba, era el corazón en un mundo donde reinaba más el poder que el sentimiento de querer.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora