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―Eso no es malo, es normal ahora te cueste encontrarte ―contestó el Doctor Lion―. Sobre todo, teniendo el historial que tienes acerca de los acontecimientos que te han sucedido y tu historial familiar, he de recalcar, repito, recalcar que no ha sido tu culpa, Olivia.

Y me reí, me reí porque dolía mucho como para ponerse a llorar.

―Muchos acontecimientos hubieran sido distintos si yo hubiera sido diferente ―dije cruzándome de brazos.

―¿Quieres mejorar, Olivia? ―dijo el Doctor seriamente.

Tragué con fuerza y asentí.

―Entonces acaba con esto, cuando acabe esta situación no vas a estar nada bien y lo sabes, llevas años detrás de lo de tu madre y una vez sepas todas las respuestas y haya acabado todo, sentirás un vacío porque tu propósito siempre fue averiguar todo ―dijo el Doctor.

No llegué a pensar mucho en el después porque jamás pensé que hubiera sucedido todo tan pronto y ahora estaba aterrada, tenía un remolino de emociones distintas que se mezclaban entre sí.

―Olivia ―me habló el Doctor―. Cuando acabe todo, volveremos a vernos y empezaremos un tratamiento, unas rutinas, veré cómo puedo ayudarte en esta situación, no es malo dejarse llevar a veces por la venganza, son sentimientos que siempre reprimimos, el problema es que nunca te has dejado llevar por el corazón y estás teniendo una situación de miedo.

―¿Y qué aconseja entonces? ―inquirí yo.

―Que el corazón es el arma más letal que vas a tener ―dijo el Doctor Lion recogiendo sus cosas.

Se despidió de nosotros con un gesto y se fue, hizo bien, aquí iba a haber una cacería y no iba a ser nada agradable.

―¿Cómo estás? ―dijo Hunter sentándose a mi lado y tapándose con la manta.

―Mal ―admití.

―Ariel una vez me dijo que los problemas de uno a uno ―dijo mirando a la nada―. Creo que eso deberíamos a hacer.

―Nos van a venir a borbotones los problemas ―dije apoyándome en el respaldo del sofá.

―Nada que no podamos solucionar, Olivia ―se giró a mirarme.

―Soy un manojo de emociones, Hunter, no sé por qué sigues aquí ―dije secamente.

―Porque no te define tu impulsividad, no te define un trastorno, no te define tu pasado, te define lo que desees hacer de ahora en adelante, tus acciones a partir de ahora ―dijo firmemente―. Y ya da igual lo que me digas porque me he enamorado de tus demonios, acepto tu infierno y prometo ayudarte a convivir con esa parte de ti y hacerla más amena.

―¿Dispuesto a convivir con demonios? ―dije mirándolo.

―Soy el demonio vestido de seda, no cualquier infierno me quema, bonita ―dijo con una sonrisa ladeada.

Negué con la cabeza y la apoyé en su hombro, cerrando los ojos mientras él me acariciaba el pelo.

―Olivia, simplemente Olivia ―dijo él dándome un beso en la coronilla.

―¿Puedo ser simplemente Olivia? ―dije apenas en un hilo de voz.

―Eres simplemente Olivia, nada de etiquetas.

Pasamos la tarde con Ariel viendo algunas películas en el sofá, espachurrados entre mantas, cojines, comida basura y una Andrea echándonos la bronca por ello, pero ahora mismo nos importaba nada.

En algún punto de la madrugada me quedé dormida, bueno, los tres estábamos en poses extrañas tumbados en el sofá, al despertarme a las cuatro de la mañana no entendí cómo podíamos habernos dormido así, deberíamos haber dormido bien y estar descansados para poder enfrentar el día.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora