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Cuando subí al cuarto estaba frustrada, demasiado quizá. Mi padre no sabía acerca de lo que Hunter había pedido y no creo que le hiciera mucha gracia, me caería una bronca monumental.

Me puse unos pantalones de chándal, un top de tirantes deportivo y una sudadera ancha encima, con mis guantes negros.

Cuando bajé las escaleras me encontré un ambiente muy tenso, no esperaba menos, no es que nos lleváramos bien y no teníamos intención de hacerlo ahora.

Todos teníamos constancia acerca de cómo actuaba Hunter, de sus juegos mentales, parece una tontería, pero si de verdad tuvieran que atacar, hablando era realmente un deleite, a pesar de ser enemigos, Hunter tenía un don de manipulación que fue adquiriendo con los años y le frustraba que conmigo eso no funcionara nunca.

―¿Nos vamos? ―dije de brazos cruzados mirándolos.

―Te diría qué remedio, pero eso lo dirías tu ―dijo Levi sonriendo.

Nos subimos al coche de Ariel, para ir todos al gimnasio, si me dijeran hace un día que estaría en esta situación probablemente me reiría en su cara.

Al llegar al gimnasio, primero calentamos un poco, vi que Hunter también se preparaba, intuía que él también entrenaría, aunque falta no le hacía falta, no solo porque estaba en perfecta forma física sino porque era la persona que más dominaba este terreno.

Estuve con Levi, me iba dando pautas que yo iba repitiendo con mucho sudor y esfuerzo, me quité la sudadera y la tiré a un lado, noté la mirada de Hunter muy cerca de mí, aunque nos distanciaran unos metros; saqué una goma de mi muñeca y me até el pelo en una coleta alta mal hecha.

―Veo que vas en serio ―reía Levi.

―Tú vas en serio cuando te enseño a disparar bien, ¿no? ―dije burlándome un poco de él―. Enséñame qué sabes hacer, Levi.

Siempre acababa tirada en el suelo, siempre perdía, aunque Levi era algo flexible conmigo y me decía que iba mejorando jamás lograba estar a su altura y eso me enfadaba, me provocaba una ira que me incendiaba por dentro.

―Déjame a mí ―fue la voz de Hunter.

Levi se lo quedó mirando y se apartó con las manos en alto, mientras Hunter se sacaba la camiseta y la tiraba en el suelo.

―Cógelo ―me tiró un palo de madera.

―¿Un palo? ―inquirí mirándolo.

―Un combate cuerpo a cuerpo no es solo darse de hostias ―dijo enseñándome el palo―. Simulará que es un cuchillo o una pistola, aunque se asemeja más al tamaño de un cuchillo.

Él cogía otro y me miraba.

―Eres buena con las armas, ¿cierto? ―me miró y asentí―. Entonces lucha con esto, como si atacaras con un arma, cuerpo a cuerpo, pero con un arma, igual te resulta más fácil que tener que imaginártelo.

Suspiré frustrada, odiaba que realmente pudiera tener razón, Levi parecía divertido viendo la situación, pero yo saltaba chispas, apreté los puños fuertemente intentando no romper el palo de madera.

―Tienes demasiada ira acumulada, pégame ―dijo Hunter.

―¿Perdón? ―dije abriendo los ojos como platos.

Que Hunter le dijera a alguien "pégame" no sé si era algo digno de escuchar.

―Tienes buena puntería y se te dan bien las armas, pero te dejas llevar por la ira en un combate cuerpo a cuerpo, te sabes la base y con alguien de poca experiencia podrías acabar con él ―dijo mirándome atentamente―. Pero cuando ves que vas perdiendo, te agobias, te entra la ira y el enfado y no aciertas ―se encogió de hombros.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora