Los siguientes días he de admitir que no salí de casa, no tuve valor para ir a la universidad, me estaba flagelando interiormente, me veía débil, me fotografiaba a mí misma, llorando, en la bañera (sin que se viera nada íntimo), hice muchas fotos esa semana.
Mi padre me subía la comida a la cama, pero no lograba que articulara palabra, no me sabía mal que Ryan hubiera muerto, gilipollas muerto abono para mi huerto, pero era el hecho de que iba a hacerlo yo y no estaba decidida, ¿qué hubiera pasado si hubiera sido yo la que apretara el gatillo?
Hunter llevaba ya ese peso encima y añadió otro solo para que no tuviera que cargarlo yo, ¿en qué posición me dejaba eso? Tenía tantas preguntas en mi mente, era un jodido caos, me había encerrado aquí como hubiera hecho Olivia de los tulipanes verdes cuando estaba mal, no era esa, ¿era esa? Joder, no lo sé, ¿quién era?
No puedo negar que estuve a punto de recaer, pero entonces fue cuando entró Hunter por la ventana, y me vio ahí, sin guantes, llorando, con los ojos hinchados, al borde de colapsar de nuevo.
―Olivia... ―dijo en un susurro.
Se acercó a mí, bajándome las mangas del pijama, no tenía nada afilado cerca porque no había hecho nada, pero él sabía que quería, que quería dejar escapar el dolor por algún sitio, ¿fui fuerte por no hacerlo esta vez?, ¿por dejar que el dolor me inundara?
―Vete Hunter ―dije haciéndome bolita―. Vete.
―No voy a irme, todos hemos aceptado que estuvieras una semana encerrada en casa, diciéndole a la gente que estabas resfriada porque sabíamos que no querrías decir que estabas jodidamente mal ―dijo Hunter sentándose a mi lado en el suelo.
―Pues necesito más tiempo ―dije mirando al suelo.
―Más tiempo va a consumirte ―se acercaba Hunter a mí―. No has hecho nada, pero... ¿y si lo hacías? ―decía apenado―. No Olivia, no es la solución.
―¡¿Y cuál es la puta solución Hunter?! ―chillé sollozando―. Mi mente es un caos continuo, mi mente no calla, el dolor no cesa, mi madre... mi madre no está para ayudarme...
Admitir todo eso fue como un golpe de realidad, jamás estuve bien y saber que mi madre fue como yo lo soy ahora solo hacía que me doliera más, ¿qué tenía mi madre?, ¿cómo logró convivir con ello?
―La solución es dejar de encerrarte en tu cuarto cada vez que estés así, cada vez que tu mente quiera apoderarse de ti, tu mente es el arma más importante frente a este tipo de situación ―Hunter me acariciaba el brazo.
Me lo quedé mirando, sumida en el silencio.
―No puedo acallar mi mente, no tengo el control sobre ello ―dije llorando.
―¿Te cuento una historia? ―dijo mirándome.
Asentí, ¿qué más podía hacer? Nada, ahora mismo vivía en la nada.
―Érase una vez, un niño de cinco años, se encontró a una niña alegre, le gustaba mucho el zumo de piña y siempre llevaba uno a clase, pasaron los años y el niño seguía viendo a la niña... pero la niña ya no era alegre, tenía un vacío en los ojos, ya no llevaba vestidos verdes ni se hacía dos trenzas para jugar en el recreo ―dijo cogiendo aire―. El niño se sintió triste porque le gustaba ver a la niña feliz, sin embargo, como odiaba sentirse triste decidió que no quería sentir nada, porque quería tanto a una persona que eso le hacía sentirse mal.
Apoyé mi cabeza en su hombro con los ojos cerrados, mientras me acariciaba el brazo.
―La niña y el niño crecieron, el niño jugaba con la mente de la gente para no tener que pensar en sus propios sentimientos, la niña formó una coraza para no volver a sentir, ¿hicieron lo mismo? Efectivamente, aunque de distintas maneras, la niña jamás se fijó en el niño o igual sí quién sabe, era un alma libre, pero ella era cruel y él también. Un día el niño se puso a hablar con su amigo, dándose cuenta que el niño quería mucho a esa niña, pero jamás supo cómo hacerlo, hasta que creció y vio que la niña tampoco sabía cómo hacerlo ―dijo acomodándose―. La niña tenía heridas que eran difícil de ser curadas y el niño tenía daños internos que eran difícil de sanar, eran dos personas rotas, destinadas a recomponerse para avanzar.
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EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía Diablo
Ficção CientíficaEn el mundo en el que vivían, para algunos era indispensable no saber empuñar un arma. Un lugar, donde no es extraño ver peleas o escuchar disparos. Ni si quiera la policía intervenía en esos asuntos. Son dos bandas opuestas, pero a la par son igual...