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El tiempo pasaba lentamente, debían acercarse ya las seis, estuvimos un rato Ariel, Hunter y yo repasando todos los puntos de la casa, sobre todo yo que no había estado en su casa nunca y no conocía nada de aquello.

―Hyram ya está aquí ―dijo mi padre―. Hunter, Olivia, iréis en moto, ya sabéis como actuar a partir de estos momentos.

Hunter y yo asentimos, saliendo fuera de casa.

Andrea me miró y me sonrió levemente.

―Olivia... ―dijo acariciándome la mejilla―. Las dos sabemos que puede pasar cualquier cosa de ahora en adelante, tu madre estaría muy orgullosa de ti y lo digo yo que la conocía mejor que nadie... Cuando estés delante de situaciones difíciles recuerda quién eres, recuerda de dónde vienes y recuerda quien era tu madre, no solo la parte buena sino también la parte oscura que todos albergamos en esta ciudad.

Sentía ganas de llorar, pero no podía, no ahora, no en estos momentos, no era la situación.

―Volveremos Andrea, me pondré bien, estos días fuiste como una madre para mí ―le dije mirándole a los ojos―. Sé que mi madre también estaría orgullosa de ti.

Me abrazó fuertemente y me dio un beso en la frente.

Cuando iba a subirme a la moto, mi padre me agarró del brazo.

―Se me dan fatal las palabras Olivia, pero sé que eres capaz de esto y de cosas más grandes, pase lo que pase no creas que me estás fallando, jamás podrías hacerlo, ve y haz lo que tengas que hacer ―dijo abrazándome―. Sé que tenemos una conversación pendiente, sé que visitaste al psicólogo, me pidió unos informes y sé que tienes muchas preguntas, lo hablaremos en su momento, ¿de acuerdo?

Asentí lentamente y me coloqué el casco de la moto y Hunter arrancó a toda velocidad, aparcando un poco lejos de su casa para que no vieran la moto, no era la suya, era una cualquiera para que no pudieran identificar que era de él.

Cuando llegamos a la casa de Hunter, nos esperaban tres personas de Insomnia, quien nos ayudaría a limpiar el camino y no hablábamos de dejarlos inválidos.

―No quieras evitar lo inevitable ―le susurré a Hunter.

―Sé que no voy a poder hacerlo... ―susurraba él.

Llevaba en mi mano la M16 y en la espalda un Ak-47 para cuando viera a Levi poder dársela, porque iba a verlo.

Los tres chicos que teníamos delante, empezaron a disparar hasta que no quedó ni uno con vida, Hunter y yo nos miramos, forzamos la puerta hasta poder meternos dentro esquivando los tres cadáveres que se habían cargado anteriormente.

―Vale... ―Hunter sacó el móvil mirando el mapa subterráneo―. Tenemos que seguir recto y luego hacía la izquierda, recto y la primera a la derecha.

Asentí y fuimos andando por los caminos, olían a humedad, las piedras estaban desgastadas y había suciedad por todos lados, algunas manchas de sangre en las paredes y en salpicaduras de esta misma en el suelo.

Entre andar y girar por los caminos, tardamos unos diez minutos a paso rápido, hasta llegar a la puerta de las celdas, había otros dos.

―Intrusos... ―dijo uno de ellos sacando el arma.

No dudé y disparé en la frente a uno, a la par que el otro intentaba disparar, le metí una patada y Hunter disparó.

Estaba temblando en el fondo, había matado a alguien, yo había matado a alguien.

Hunter me miró, pero yo no le devolví la mirada, habíamos venido por una misión y teníamos que hacer sacrificios.

En cuanto abrimos la puerta de las celdas, había cinco personas ahí metidas, cinco personas en estado pésimo.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora