15

4 0 0
                                    

Hunter.

Dejé a Olivia en su casa, aunque miró apenada su casa, estaba su padre en casa por las luces de casa encendidas, debían ser las ocho de la tarde.

―Gracias ―dijo ella dejando el casco en su sitio.

―No las des ―intenté restarle importancia.

―No por llevarme, pedazo de imbécil ―puso los ojos en blanco, tan simpática.

―Lo mismo digo, no tienes que darlas ―repetí.

―Pero las daré igual, lo hagas con un fin o lo hagas porque te apetece tener este gesto, gracias ―dijo acercándose a la puerta de su casa―. Nos vemos mañana ―se despidió.

Notaba una quemazón por dentro, lo que dijo Olivia dio a entender que seguía sin fiarse de mí, seguía teniendo esa desconfianza por dentro, aunque no la mostrase en público y tampoco podía negarlo, yo tampoco confiaría en mí mismo.

Al principio mis intenciones si eran descubrir todo acerca de ella, ¿con qué fin? No sabría decirlo, simplemente la curiosidad mató al gato y yo me quería acercar todo lo posible, cambiaron las cosas, la curiosidad ya cambió de rumbo, quería averiguar todo acerca de Olivia, su pasado, presente y futuro, para poder quererla como se merecía.

Ella entró y yo arranqué la moto, rumbo a casa de Ariel, donde vivía.

Cuando aparqué la moto visualicé la de Levi, di a entender que las cosas que debían hacer eran la excusa que se inventaron, lo hablé con Levi y Ariel para poder llevar a Olivia al local de tatuajes, Levi se estaba convirtiendo en ese amigo que todos quisieran, Olivia tenía mucha suerte.

―Bueno, bueno, mira quien ha llegado ―decía Ariel en la cocina bebiéndose una cerveza, con Levi.

―Vaya excusa de mierda habéis puesto, dudo que se haya creído algo ―dije abriéndome yo una lata.

―Sí, yo también lo dudo ―decía Levi―. Olivia no es gilipollas, pero, aunque dudara se fue contigo, ¿no?

―Sigue sin fiarse de mí, ya me lo ha dejado claro ―bufé dándole un sorbo a la cerveza.

―Ah, ¿pensabas que iba a confiar en ti a la primera de cambio? ―reía Ariel―. Sabías que no iba a ser así.

―Lo lograré, ―me encogí de hombros― perderá el reto.

―No sé por qué lo llamas reto, si tú ya has perdido ―se burlaba Ariel.

―Eso es cierto ―dijo Levi encogiéndose de hombros.

―¿Ahora sois dos contra mí? ―dije poniendo los ojos en blanco―. Me atrae, no estoy enamorado, no he perdido.

―Pero entonces pretendes perder ―dijo Levi―. Aunque bueno, he de decirte que la gente no enamorada no se toma tantas molestias.

―¿Pero Olivia no tuvo un ex o un lío raro? ―dijo Ariel.

―No estaba enamorada pero sí que el gilipollas llegó a su corazoncito de cristal, el problema que el tío se enfadó con ella porque no le contaba lo de los guantes y porque no quería acostarse con él, ahí donde veis a Olivia, puede mentir y aparentar, pero solo se ha liado con chicos, nunca llega a nada más ―habló Levi―. De hecho, lleva unos de meses pensando en cómo destrozarle la vida.

―¿Por qué? ―dije muy intrigado.

―Trató muy mal a Olivia ―dijo Levi secamente.

―Olivia jamás se dejaría tratar mal, ¿o sí? ―dije yo.

―No mantuvieron una relación como tal, era algo extraño, al principio era todo risas, pero luego el imbécil empezó a tratar mal a Olivia simplemente porque se creía superior a ella, cuando ella se quita la máscara con alguien da pie a sus debilidades ―decía Levi―. Aprovechó esas debilidades, dejándola en evidencia varias veces en la banda, tratándola como la mayor mierda, Olivia le dijo que, si no le apuñalaba, mínimo iba a matarle.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora