Beso

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—Carajo, Suguru –llamó a su amigo tomándolo de la manga de su chamarra para llamar su atención —¡ya me quiero ir!

—¡Vamos Shoko! –le sonrió —el tipo que organizó esto es muy divertido y sus fiestas siempre son las mejores; además –pasó su brazo izquierdo sobre sus hombros y le pasó un vaso rojo lleno con -lo que creía- era alcohol —te hace falta salir de tu habitación. Incluso Utahime está aquí.

—Utahime es una irresponsable a la que le está yendo mal en la carrera y yo no quiero perder mi maldita beca por que no estudie lo suficiente.

Suguru hizo una mueca de enojo y la vio a los ojos. Shoko ahora estaba en sexto semestre en la Facultad de Medicina, una alumna modelo, un ejemplo a seguir para todos los pasantes e internos en las practicas hospitalarias, una belleza huraña que detestaba a las personas, que se sentía bien en la soledad de su habitación compartida con Utahime, una chica que nunca estaba y con lo que ella estaba muy agradecida.
Él se había estado preocupado por su amiga cuando, después de varias semanas, por fin se dio un tiempo para ir a visitarla y se sorprendió de la imagen que lo recibió; ella más delgada, ojerosa, cansada y visiblemente desmejorada en cada aspecto de la palabra. La universidad la estaba haciendo sufrir el peor burnout que Suguru había sido testigo en sus años ahí.

—Mira, son las 09:57 ¿si? –comprobó la hora en el reloj de su muñeca izquierda —si para las 11 no te estas divirtiendo y aun tienes ganas de irte, yo mismo te llevare hasta la puerta de tu habitación y además me quedo estudiando contigo.

Ieiri lo pensó un poco, recordando la tarea para dentro de una semana en la que ocupaba un paciente y luego sonrió —bien. Solo hasta las once ¿bueno?

Suguru alzó su vaso y la pegó a su cuerpo después de pegar un grito; Ieiri lo vio y sonrió de medio lado.
Geto era un hombre de bien, una verdadera brújula moral con un sentido de la justicia muy correcto. Era un amigo fantástico, conocido de ella desde la preparatoria de su pueblo. Geto era quien le recordaba que necesitaba comer y dormir, quien la cuidaba y con quien vivió en su primer año de Universidad, hasta que Nanako y Mimiko, unas hermanas que los padres de él habían tomado bajo su ala, se mudaron con él para empezar su preparatoria en la universidad y tuvo que dejarle a una la habitación que ella ocupaba.
No las culpaba, en realidad a veces las niñas la visitaban para alguna tutoría o para pasar tiempo con una conocida y ella con gusto las aceptaba.

—¡Acérquense perdedores! –gritó alguien llamando a aquellos que estaban dentro de la sala —llegó el momento que todos estábamos esperando ¡bote-! Ino, novato ¿la botella? –un chico le pasó una botella medio vacía y desde su corta altura ella vio como una mano la empinaba y se vaciaba —¡Amo el tequila!

—¡Cállate y di lo que tengas que decir Gojo! –se burló la voz de una mujer entre la multitud.

—Gracias Mei, bueno, vengan ¡acérquense solo los que no tengan miedo de besar a cualquier belleza de por aquí!

Ieiri se iba a retirar cuando un par de personas la empujaron hasta donde se estaban reuniendo para jugar o, los más conscientes y menos borrachos, se quedarían como meros espectadores.
Entre aquella trifulca y montón de gente, Ieiri estuvo chocando y trastabillando con varios hasta que por azares del destino, un desconocido la tomó de los hombros cuando ella chocó por accidente en su tórax.

—¿Shoko? Dios, aquí estás –la voz de Geto, un poco lejana, le dio a entender que no había sido él quien la había atrapado —te hemos estado buscando por todos lados.

—¿Es ella? –preguntó una voz más grave justo arriba de su cabeza —vaya que es pequeña –la castaña alzó su cabeza con curiosidad para, con horror, ver la sonrisa más atractiva y preciosa con la que jamás se había topado en su corta existencia —¡Hola! Soy Satoru, ¿eres Shoko verdad? –ella asintió viendo a Geto totalmente confundida —¡perfecto, nos hacía falta uno más!

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora