Llave

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Shoko corrió junto con Yuji y Megumi mientras eran perseguidos por las maldiciones que Kenjaku había enviado para matarlos.

Al fin lo tenían, por fin serían capaces de liberar a Gojo de aquella Prisión Confinadora. Esos chicos habían tenido que luchar desde dentro para poder alcanzar sus objetivos mientras que ella se había vuelto en una mera espectadora dentro de las instalaciones de la Escuela, recabando información y buscando en la biblioteca prohibida algo, un poco de luz en aquel sufragio que vivían desde el momento que Gojo fue encerrado.

—¡Itadori! ¡Lleva a Ieiri-sensei hasta donde se encuentra Gojo! ¡Sigue el plan y no te detengas por nada del mundo! –le gritó Fushiguro cuando se giró salieron un par de maldiciones de las sombras.

—¡Fishiguro! –Itadori e Ieiri se detuvieron para ver cómo sacaba de su cinturilla una espada que le había prestado Maki del almacén Zen'in, él se preparaba para luchar con las cinco maldiciones de Grado Especial mientras veía de reojo a su amigo y su mentora.

—¡Yo me quedo! –les gritó —¡Váyanse! ¡Ahora!

El de cabello rosa corrio con la médico del brazo y poco a poco fueron acercándose hasta donde Kenjaku se encontraba peleando con Okkotsu junto con Rika, Hakari, Maki entre otro compañeros que intentaban distraerlo para darle una oportunidad a Ieiri, la única persona cuya Técnica Maldita es tan positiva que solo de ella dependía que aquella llave llena de energía, entrara y liberara al albino.

Al correr para alcanzar su objetivo de topó dos dos maldiciones de Grado Especial, las cuales fueron atacadas por Rika.

Ieiri-sensei –dijo con su dulce voz tétrica —Yuuta me dijo que la acompañara.

—¡Vamos Rika! –le sonrió la castaña a la maldición.
Ella siguió avanzando escaleras arriba mientras que Rika se deshacía de cuanta maldición se le apareciera, a esas alturas no dudaba que Kenjaku ya se hubiera dado cuenta que ella estaba por llegar a Gojo pero ni eso la detuvo.
Ni la enorme maldición frente a ella que había sido lanzada por Rika al intentar zafarse del agarre de esta y otras tres.
Ni los gritos de Toge o el rugir de Panda.
Ni el llanto desconsolado de Megumi o el silencio sepulcral de Nobara.
Ni la risa escalofriante de Sukuna.

Ella por fin llegó, al fin llegó hasta donde aquel cubo con muchos ojos la veían expectantes de cuáles sería sus movimientos.

—Te voy a sacar Satoru –le dijo ella viendo un brillo en cada uno de aquellos ojos expectantes.
Infundiendo un poco de energía de si misma, ella poco a poco la fue introduciendo.

—... ¿Estas segura que lo quieres hacer querida? –le preguntó una voz detrás de su espalda. Era Kenjaku.

—Lo haré.

—¿Aún cuando fue él quien asesino a Geto?

—Aun cuando fue él.

—¿No te importa que por él puedas morir al quedarte sin energía maldita?

—... no me importa.

Kenjaku sonrió con arrogancia y lanzó una pregunta que tomó en curva a Shoko.

—... ¿Sin importar que Gojo Satoru jamás vaya a sentir lo mismo que tú por él?

Shoko se quedó en silencio un momento, pensando.
Luego sonrió y lo vio directo a sus ojos. Decidida, amenazante, altanera y orgullosa.

—Lo amaré en esta vida, en la siguiente y en todas las que sigan a esa... –y luego abrió la caja dejando que un enorme brillo iluminada aquella tarde nublada.

Shoko se sintió aturdida, adolorida y con un intenso sabor a sangre en sus labios; veía borroso y no podía enfocar en nada ni remotamente cerca.
Su cabello tapaba su cara y sentía como cuando no durmió en 6 días por hacer deberes y prácticas de 3 semestres para poder avanzar antes sus estudios en medicina.

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora