Deseo

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—¡Feliz cumpleaños querida Shoko, feliz cumpleaños a ti! –corearon todos los presentes en un grito eufórico seguido de una bulla y aplausos que celebraban sus 32 primaveras

—¿Qué deseo pedirás cuando llegue Ino-san? –le preguntó Yu mientras abrazaba a la chica y depositaba un beso en su mejilla.

—Eso no se pregunta Yu, deja a Ieiri-san en paz –Nanami imitó a su amigo y le sonrió mirando hacia abajo para verla mejor bajo aquella luz tan tenue —lamento no haber podido llegar antes, Haibara tuvo que pasar por mi a la oficina.

—No pedíre nada –rió —pero mientras me hayan traído mi bocadillo favorito, todo perdonado –le sonrió ella recibiendo el regalo de Kento y al abrirlo, saco una botella de vodka caro —adivino, ¿esto es de Yu?

—¿Como adivinaste Shoko-san?

—Fácil, Nanami me daría la botella más barata para apendejarme –ella le sonrió y volvió a abrazar a Yu agradeciendo el regalo que más disfrutara además del dildo que le regaló Mei Mei.

Entre plática y plática, a Shoko se le olvidó por completo el por el que estaba tan enojada y triste al casi inicio de la fiesta.

—¿Donde está Geto-san? –preguntó Yu sin evitar notar la ausencia del abogado.

—Tuvo que viajar a Nueva York por un caso en el que estaba trabajando –Shoko destapó la botella de vodka y torció los ojos, empinándose el pico para beber aquel embriagante vicio. Ahí uno de los motivos por los que se sentía muy enojada; uno de sus mejores amigos no podía estar con ella.

—¡Oh, vaya! –dijo Yu —entiendo, el es alguien muy famoso en el bufet de abogados en el que trabaja ¿no? ¡Qué suerte! –añadió con dulzura —¿Y Gojo-san? No lo he visto y es extraño dado que es- bueno, Gojo-san.

Y ahí el segundo.

Ieiri se quedó callada y volvió a empinarse la botella para vaciar el líquido hasta la mitad de su capacidad, todo de un solo trago.

—¿Porque no le cuentas en qué estás trabajando ahora Haibara? –intervino el sabio Nanami al ver la expresión de la castaña y como comenzó a beber sin desenfreno.

—¡Oh! Cierto ¿conoces la nanotecnología Shoko-san?

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Al fin podía librarse de un muy emocionado Haibara, quien había empezado a hablar sobre su trabajo en el rango de los nanómetros y no había parado durando casi dos horas.
Por supuesto que ella, como un médico ya formado y con varios años ejerciendo, estuvo muy interesada sobre el funcionamiento y el uso que tendría en el futuro en la medicina moderna, pero ese interés fue desapareciendo cuando Haibara comenzó a abrazar a Nanami muy cariñosamente y el rubio hacía un masaje en su cabello.

Simplemente no pudo más.

Con un "disculpen, iré al tocador" ella se pudo zafar y largarse para dejarlos solos.

Shoko suspiró cuando se escondió en la oscuridad del pasillo de las dos únicas habitaciones y el baño de su apartamento; por fin podría respirar.

—Argh, si por mí fuera me la habría pasado bebiendo sola o trabajando en el hospital –se lamentó y torció los ojos al maldecir mentalmente a Ino por su entusiasmo sobre su cumpleaños y la intensidad que tenía en el hospital al intentar convencerla para hacer una fiesta en su honor.
Tuvo que decir que si, cuando al checar un paciente preoperatorio, Ino se apareció con dos gorritos (uno para ella y el otro para él) y comenzó a cantarle las mañanitas junto con otro personal de enfermería.

Maldita presión social.

Ieiri se encaminó a su habitación para poder usar el baño en cuanto se vio más tranquila y sin absolutamente nadie alrededor; una buena meada a nadie le caía mal.
Saco la llave de su habitación, a la que previamente había echado el pestillo por seguridad (igual que a la otra habitación) y abrió la puerta sin pensarlo dos veces y se adentró sin molestarse de encender la luz para entrar al baño sin reparar en quien estaba ahí.

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora