Perfecto

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No existía nada "perfecto"

¿La vida? Terminaba. Había injusticias. Eran una mierda. Era absurda y sin sentido. Era una joda ser un ser vivo.
La muerte y ella siempre bailaban, pero jamás más de una canción por que si no, le gustaría tanto que seguro se la llevaría.
Shoko siempre pensó que ella debió de haber muerto en el parto y no su bisabuelo paterno, que murió el mismo día que ella nació.
O quizás en un accidente de coche como lo hizo el primo con quien mejor se llevaba hacía dos años. O por una embolia como su querida madre a la que ahora estaban velando.

—¿Cielo? ¿Gustas un poco de té? Te vez pálida –una mujer con un vestido de tubo negro y cabello castaño casi tan corto como el suyo se le acercó a donde urañamente había ido a sentarse para camuflarse con el ambiente insanamente lúgubre de alrededor... pero ¿qué esperaba? Era un funeral.

—Muchas gracias, pero en realidad estoy bien –le sonrío falsamente. Después de un rato, la mujer no muy convencida, acepto y se fue de ahí, haciendo ruido con sus tacones altos al pisar la madera del piso.
Shoko se dio cuenta que llamaba mucho la atención, por lo que salió por un poco de aire y a perderse de lo que restaba del funeral. Buscando un lugar en aquella casa de invierno y con abrigo en mano, salió al patio con sigilo para perderse en la nieve y la vegetación del lugar. Odiaba las flores, pero odiaba mas verse rodeada de personas desconocidas dándole el pésame y viéndola con lastima.

Solo era una muerte, algo totalmente normal en la vida del ser vivo ¿porque espantarse por algo tan trivial como lo es una muerte más? en el punto hay mil millones de muertes al día mucho peores de lo que fue su madre- oh, claro, era su madre la que había muerto.

—Te resfriarás si te quedas parada mucho tiempo aquí afuera –la voz profunda de alguien tan conocido como el aire mismo la saco de sus pensares por lo que volteó para ver quien se había sido lo suficientemente tonto como para sentirse con derecho de hablarle —oh vaya, pensé que te verías bonita.

Shoko subió sus ojos hasta los de el joven frente a ella y alzó una ceja; genial, llegó el rarito con cabello blanco y gafas de sol, aun cuando hay como 8 grados de centígrados ahí afuera y no había ni un rayo de sol ni por asomo.

—Y yo veo que sigues siendo estúpido –apuntó su gafas con una sonrisa irónica.

—Te sorprendería lo inteligente que puedo ser...- a veces. Mi maestra de aritmética me dice que soy muy especial –infló el pecho y le saco una sonrisa a Shoko al escuchar ese comentario.

—Seguro que eres todo un caso –le sonrío mientras que él caminaba a su lado, como si encontraran la cara de ambos.

—¿Qué vemos? –preguntó Satoru mientras giraba la cabeza para ver ese viejo y feo árbol pelón al que sus hojas habían abandonado desde otoño.

—No sé... no quería estar dentro y seguir causando lástima, así que salí sin pensar que llegué aquí –ella se giró y vio a un punto muerto en el árbol —supongo que buscaba un mejor sitio donde pudiera deprimirme y que nadie me molestara –lanzo con veneno al joven, que ignoró por completo el comentario de ella o no lo entendió.

—Esta bien feo.

Ella se carcajeó mientras le daba un golpe sin fuerza a él en el hombro.

—Tu también lo estás y una no menciona nada al respecto –ambos rieron para ver de nuevo el árbol —... aquí venía cuando era niña junto con mi mamá para ver la nieve caer y hacer muñecos de nieve.

—Entonces no está feo.

—Eres muy estúpido ¿alguien te lo ha mencionado? –Ieiri se sentía más relajada; ese extraño, algo y gracioso chico la hacía sentir como... como si estuviera flotando en agua.

—Te sorprenderá, pero varias personas me han dicho eso mismo –el muchacho hizo un gesto genuino de estar pensando seriamente —de cualquier manera, ¿porque estar sola aquí Shoko?.

—Vine a esperar al primer estúpido que me iba a preguntar eso –dijo ella riendo.

—Bueno Shoko querida, ¿quieres galletas que tome de la cocina? ¿Un poco de vodka ruso de la bóveda de mi papá? ¿Una manzana? ¿Algo que tome de tu cocina que parecía una ciruela pasa? Con esto último, espero no tengas ratas ni hamsters –trago hondo —si no, me habré acabado dos cosas que no quiero en mi bello cuerpo.

—¡Eres-! –ella se recargó en el tronco del árbol y siguió riendo a carcajada abierta, mientras él seguía diciendo más y más estupideces.
No podía sentir más sus mejillas, el muchacho no se detenía y llegó al punto que sentía como lágrimas bajaban de sus ojos para perderse en el frío de la nieve.
Sin darse cuenta, Satoru se quedó callado pero ella siguió riendo con lágrimas en sus castaños ojos; poco a poco las carcajadas dieron paso al llanto y aquella expresión feliz cambio a una mas triste.
Sus piernas comenzaron a fallarle por lo que de no ser por el árbol seco y el cuerpo de Satoru ella seguro habría caído a la nieve.

—Respira... respira –le dijo con voz calmada mientras, con cuidado, pasaba sus brazos alrededor de la muchacha —déjalo salir...

Ieiri no entendía por qué lloraba ¿que había pasado? No le había dado importancia a la muerte de su mamá porque sabía que eso iba a pasar y que era inevitable, se había mentalizado por dos meses, ella misma escogió arreglos florales y contrató la funeraria porque su padre estaba perdido en el dolor.

¿Porque lloraba? No tenía tiempo para cosas triviales como esas, ella aún debía de hacer mil cosas y-

¿Cuando había caído al piso?

—Esta bien que llores –le dijo el albino atrayéndola más a su cuerpo y acariciando su cabello —no hay nada de malo, deshazte de todo ese dolor... deja que fluya.

¿Porqué estaba tan aferrada a Satoru?

—¿Po-Porqué? –se preguntó por primera vez en su vida; algo tan simple y de lo que ella conocía perfectamente la respuesta. Era parte de ciclo, era natural la muerta pues siempre venía de la mano de la vida y por mucho que se le hablara de lo malo que era morir, ella no pensó que era tan grave morir o que era tan bueno vivir.
¿Qué tenía la vida? Dolor y sufrimiento en la mayoría de las ocasiones, gozó, placer, hambre, felicidad, tristeza, ansiedad, amor, amistad, corazones rotos, corazones sanados- No había nada de maravilloso el vivir pero ¿y morir?
Si moría seguro sería recordada un par de meses y la vida seguiría como antes o, si la gente actuaba como su padre, seguro que en un mes aproximadamente todos continuarían con sus vidas.

—Es parte de la vida –le dijo mientras besaba su sien —es natural la puerta en las personas-

—¿Porqué llo-lloró? –lo interrumpió. Gojo se quedó callado un momento y proceso la extraña pregunta de la muchacha.

—Porque quiere decir que sientes... que estás viva y que- bueno, que no eres perfecta y no debes de serlo.

Y ahi, en el frío invernal de aquel 02 de noviembre, Shoko lloró todo lo que su alma no había podido hacer en mucho tiempo.

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora