Amenaza

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Los Altos Mandos sabían que la presencia- no, la mera existencia de Gojo Satoru era una amenaza para las tradiciones y aquello que ellos querían controlar.
Querían deshacerse del hombre apenas nació, pero sus Seis Ojos y la protección del difunto clan Gojo siempre se los impidieron; no importaba cuántas personas enviaran para asesinar al niño, este siempre se vio victorioso.

Para los Altos Mandos, Gojo era peor que la peste y debía ser erradicado de forma inmediata.

Para Kugisaki Nobara, Fushiguro Megumi e Itadori Yuuji él era un ejemplo a seguir... de alguna retorcida manera, pues todos estaban silenciosamente de acuerdo en que era un estúpido muy fuerte o alguien muy estúpidamente fuerte. Para Maki, Panda, Inumaki Toge y Okkotsu Yuuta él era una persona increíble, alguien que era de armas tomar en caso de emergencia, quien protegería al débil a costa de su propio cuerpo, quien jamás pensaba dos veces las cosas antes de hacerlo. Él dio la cara por dos condenados a muerte que se consideran peligro para la sociedad; dos jóvenes que jamás pidieron estar en un momento así pero por azares del destino, ahí se encontraban... fue por Gojo que ellos encontraron una familia que los protegía y a los cuales ellos protegerían.
Para Geto Suguru, Gojo era un gran amigo, su alma gemela, su todo y su nada, una de las personas por las quien daría la vida, por quien mataría de ser necesario, a quien mataría si él se lo pidiera.

Pero si alguien le preguntaba a Ieiri Shoko... ¿Qué era Gojo? ¿Qué significaba para ella?

¿Algo tan superficial como la amistad? ¿El compañerismo? ¿Una alianza que le permitía estar viva y salirse con la suya cada que quería? ¿Sentía siquiera cariño por haber pasado un infierno en su juventud?-
Porque su problema de alcoholismo inició cuando su relación con Geto finalizó, pero quien estuvo ahí para ella siempre fue Satoru; quien la sacaba a rastras o cargada como un saco de papas de los bares de mala muerte, era Gojo; quien la dejaba en su habitación ya acostada y aveces hasta bañada, era Gojo; quien nunca se aprovechó de su debilidad había sido Gojo; quien jamás se sobrepasó con ella estando indispuesta fue él; quien fue su hombre para llorar, había sido él; quien sostuvo su mano todos estos años de mierda, fue Satoru... entonces, ¿porque se le hacía tan difícil dejar al Instituto? ¿Porque de verdad estaba considerando asesinarlo?

La vieja que la contacto lo había dejado en claro; si Shoko usaba su técnica maldita en Satoru y lograba asesinarlo, ellos perdonarían a todos los estudiantes que desertaron y desobedecieron una orden directa además de que a los condenados a muerte Itadori Yuuji y Okkotsu Yuuta se les levantaría la condena y perdonaría.

¿La vida de uno, por la vida de muchos? ¿Qué tanto significaba Gojo para ella?
Era obvio que lo amaba, era su mejor amigo y su confidente, su hermano en armas y la mejor persona que había conocido...- pero es que esos muchachos... los conoció por un tiempo y les tomo cariño, conoció perfectamente a Maki y su difunta hermana Mai, ella ayudó a Panda y sus hermanos al momento de su "nacimiento", cuidó de los Fushiguro cuando Satoru los encontró y aunque ni Nobara, Itadori o Toge eran cercanos a ella, también les agarró cariño por la veces que llegaron a ir a enfermería por los entrenamientos tan intensivos que les ponía Gojo.

¿Qué haría? ¿Asesinaría a la amenaza o ayudaría a aquellos jóvenes con mucho futuro por delante?

—¿Ieiri-san? –llamó Fushiguro mientras se sacaba la capucha de su chamarra —perdón si te asuste, ¿estás bien?

—Hola Megumi –le sonrió cansada la mujer. Se acercó un par de pasos a él y lo abrazo con cariño —no es nada... no te preocupes –el joven la rodeo y sintió por fin que el aire volvía a su cuerpo. El cariño entre ambos era tan puro que solo podría compararse con el de dos hermanos que no se habían visto en mucho tiempo.
Shoko se separó un poco del joven y vio su rostro lleno de castras y pequeñas cicatrices —te curaré... donde tu hermana te vea todo raspado, seguro pega el grito en el cielo –acaricio si mejilla mientras le sonreía.

—Siempre me has cuidado Ieiri-san –dijo Fushiguro con una sonrisa más triste —tu y Gojo siempre estuvieron para mi y Tsumiki... por eso mismo me avergüenza tener que pedir tu ayuda una vez más –él se separó completamente de ella mientras veía sus ojos y le contaba aquel loco plan que habían empezado sus compañeros los fugitivos para rescatar a Gojo Satoru.

—... ahora la decisión es tuya –la tomo de la mano en un genuino gesto de apoyo —después de que Maki-senpai llegue con las armas del clan Zenin y encontremos al chico y su compañera que expulsaron de tercero, nos adentraremos al juego y vamos a liberar a Gojo de su prisión –se acercó una vez más a la mujer y la abrazo apretando sus labios en una expresión de profunda tristeza —si no quieres ayudarnos, lo entenderemos... es muy peligroso y eres muy valiosa para toda la sociedad de Hechicería. –escucho el ruido de un silbido y giro su cabeza —me tengo que ir Ieiri-san...

Y ahí quedó Shoko, sola en aquel callejón desolado pensando en qué haría.

El dilema de ayudar a su mejor amigo o salvar a los jóvenes estaba volviéndola loca...

Quizás lo resolvería con un par de botellas de vodka y un buen sueño.

oneshots satosho #2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora